19. La serpiente y la luna

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Song:
And Im here - Kim Kyunhee

2041

Irene se miró las delgadas manos de uñas arregladas. La lima descansaba a un lado del delicado tocador mientras su ceño comenzaba a fruncirse.

Últimamente había despertado en ella una pasión inmensurable por el color verde. No un verde vivo y esperanzador como el que los niños utilizan para dibujar una pradera, sino un verde como la de una serpiente de árbol, delgada, escurridiza, de apariencia inocente.

El primer instinto de una serpiente era huir, porque la religión, la historia escrita por hombres la había puesto bajo la mirada del cazador. Pero atacar también hacía parte de su naturaleza, y cuando los enemigos la dejaban sin escapatoria para sobrevivir era preciso dejar de huir.

Arrastró el diminuto pincel por la uña del dedo índice y sonrió encantada con el resultado. Sí, no había dudas, estaba orgullosa de ser una serpiente.

Bajó al comedor encontrándose con aquellas mujeres que le recordaban a pequeñas ninfas del bosque; bellas, con sonrojadas mejillas que parecían rogar por la impureza ante la mirada de un hombre. Pobres muchachas que huyen y huyen hasta que son atrapadas y no tienen la oportunidad de mostrar sus colmillos de serpiente.

Irene tomó asiento en la silla de la izquierda, lo bastante alejada del híbrido que había desmejorado su aspecto en tan pocos días. El cabello largo estaba ahora desprovisto de brillo, y  los ojos que fueron costosas gemas alguna vez eran ahora pozos de profunda oscuridad que parecían haber abandonado todo deseo de luchar.

-¿Estás seguro de que no prefieres cenar arriba?- preguntó Jaemin a su padre, sosteniendo el tenedor con la mano derecha y la barbilla del hombre con la izquierda.

Irene los admiró sin mediar palabra. El pobre omega parecía contener el aliento cada vez que rebanaba la carne cruda que escurría sangre y viscosidad.

-Estoy bien, cariño -una tos entorpeció las palabras del híbrido. -Deberías regresar a casa, Milae estará preocupada.

-Le dije que me quedaría aquí esta noche. -Jaemin admiró las rotas venas que se asomaban bajo la piel de su padre-, iré a buscarla por la mañana y regresaremos.

-Jaemin...

Irene intentó interrumpirle, pero el lobo le observó de tal manera que la congeló en su asiento.

-Nos quedaremos contigo, padre. -Se esforzó por sonreír-, pase lo que pase estaremos aquí.

Una vez que el desvivido hombre terminó los últimos pedazos de su cruda cena Irene siguió a Jaemin rumbo a la cocina y sujetándole del antebrazo le obligó a detenerse. Los ojos de Jaemin destellaron como el oro.

Irene hundió sus verdes uñas en la carne de Jaemin.

-No seas tonto, sé cuáles son tus preocupaciones. ¿Has siquiera planeado lo que le dirás a Milae?

-Ellos ya lo saben- sentenció Jaemin. -Sé todo lo que he hecho mal pero no les mentiré acerca del estado de su abuelo.

Irene enmudeció.

- ¿Pero, cuándo...? Soobin...

-Él lo sabe. Eso es todo lo que tienes que saber.

-Jaemin, lo siento- con una afligida mirada, Irene le soltó. -No quise agobiarte es solo que, demonios, estoy preocupada por ti y por ellos.

El almendrado color regresó a los hundidos ojos de Jaemin. Para Irene, el omega siempre había sido el lado opuesto de su propia personalidad, demasiado esperanzador e irrealista para ser compatible con sus propias creencias, pero ahora el cambio era catastrófico. Podía notar el desgaste pesar sobre los hombros de Jaemin.

ETERNUM Donde viven las historias. Descúbrelo ahora