𝙜𝙧𝙚𝙚𝙣 𝙬𝙖𝙨 𝙩𝙝𝙚 𝙘𝙤𝙡𝙤𝙧 𝙤𝙛 𝙩𝙝𝙚 𝙜𝙧𝙖𝙨𝙨 𝙬𝙝𝙚𝙧𝙚 𝙄 𝙪𝙨𝙚𝙙 𝙩𝙤 𝙧𝙚𝙖𝙙 𝙖𝙩 𝘾𝙚𝙣𝙩𝙚𝙣𝙣𝙞𝙖𝙡 𝙋𝙖𝙧𝙠
𝙄 𝙪𝙨𝙚𝙙 𝙩𝙤 𝙩𝙝𝙞𝙣𝙠 𝙄 𝙬𝙤𝙪𝙡𝙙 𝙢𝙚𝙚𝙩 𝙨𝙤𝙢𝙚𝙗𝙤𝙙𝙮 𝙩𝙝𝙚𝙧𝙚"Estaba seguro de que
el mundo necesitaba
más chicas como esa
bajo los reflectores."Scarlett cerró los ojos un momento al terminar de leer el capítulo siete de su libro favorito y se dedicó a escuchar.
Oyó las hojas de los árboles entrechocar en una guerra pacífica, y los pájaros comunicarse entre sí con sus cánticos inentendibles. Se escuchaba también el suave rumor del agua de una fuente cercana.
Una melodía le vino a la cabeza, fuertemente inspirada por lo que tocaba en su guitarra un chico a varios metros de ella, y no pudo evitar tomar el lápiz que siempre llevaba encima. A falta de un mejor lugar, habiendo dejado su teléfono celular en el estudio de grabación con la excusa de no tener que prestarle atención, comenzó a garabatear en el marcador de libros que descansaba a su lado. El verde césped destacó en su visión debajo de sus shorts de jeans desgastados, casi blancos.
El Centennial Park siempre había sido su lugar favorito de Nashville cuando de pensar, leer o escribir se trataba. Solía ir allí tan seguido que seguramente podría trazar un detallado mapa del parque de memoria. Y más de una vez lo había intentado, en momentos en que la inspiración no venía a ella con facilidad, llenando hojas que luego necesitaría de su cuaderno de canciones.
Cualquier compañero de su clase en el instituto se habría burlado de ella por el simple hecho de escribir poemas musicalizados sobre los chicos con los que salía. Se habrían burlado también de la conexión inexplicable que compartía con el viejo roble bajo el que estaba sentada, o de lo increíblemente enamorada que estaba del personaje principal del libro entre sus manos.
Sus quince años de vida no habían sido fáciles, pero Scarlett sabía que los sueños tenían un precio. Ella ignoraba si se trataba del trabajo duro de meses para grabar un álbum o de las burlas pasadas de línea de chicos de su clase, dispuesta a sobrellevar ambos e incluso más problemas para cumplir su sueño.
Claro que esos no eran los únicos inconvenientes en su vida. Dos días atrás había roto con su tercer novio luego de compartir unas maravillosas tres semanas. La chica de cabellos dorados no había dejado de pensar en eso en las últimas cuarenta y ocho horas, sin hallar ninguna respuesta que contestara su pregunta: ¿Qué hice mal esta vez? Lo más probable es que no la encontrara nunca, dado que no había cometido ningún error más que confiar en un adolescente que no merecía su confianza.
Thomas había jurado que no sería como Anthony, porque no se le cruzaría por la cabeza dejarla por mensaje de texto debido a que se había atrevido a cantar (una de sus canciones) en los pasillos del colegio. Había prometido no ser como Calum, dado que nunca se atrevería a cortarle justo antes de entrar en un baile de la escuela. Así que, cumpliendo con sus promesas, no lo había hecho.
Había hecho algo mucho peor, como dejarla apenas terminó de cantar en un escenario por primera vez, en el baile de inicio de cursos, habiéndole dedicado la canción presentada. Scarlett había necesitado de tres días enteros de pura concentración, cancelando planes de un partido de fútbol con su amiga Abbey y dejando de lado una tarde de verano de piscina con su familia, para escribirla.
Ese era el motivo, de todas formas, por el que había conseguido un momento bajo su preciado árbol. Inspiró hondo, llenando sus pulmones de aire fresco con un deje de césped recientemente cortado.
El estudio de grabación donde pasaba sus tardes había sugerido grabar una canción más para su álbum debut. Los productores se habían fascinado al presentarles la balada en el piano que había compuesto para su novio (y exnovio) más reciente, pidiéndole que la grabara de inmediato. Apenas tuvo su descanso de mediodía de sábado, salió con la excusa de ir a por algo de comer.
Pero su media hora de libertad había terminado minutos atrás, y ella lo sabía incluso sin tener su celular o su reloj de muñeca disponibles. ¿Cómo podía explicarse, sino, que estuviera escuchando la característica música del carrito de helados del que tiraba un hombre todos los días a las dos en punto? Scarlett no quería volver por un buen rato más.
Su objetivo era claro para ella (y para cualquiera que se atreviera a preguntar): quería tener la oportunidad de compartir su música con el resto del mundo. Si eso significaba cantar sobre lo enamorada que estaba del chico que acababa de romperle el corazón en mil pedazos, lo haría. A pesar de su determinación, sabía que un descanso era necesario.
Y, ¿quién lo diría? Quizá conocería a su futuro esposo sentada allí. ¿Se interesaría en ella el chico de la guitarra de dos árboles a la derecha?
—¿Estás segura de que estará por aquí, Allison?
La chica se puso alerta de inmediato al escuchar la voz impaciente de John, su manager, acercarse desde su izquierda. Sin hacer ruido, marcó su libro, guardó su lápiz, y se las arregló para escabullirse del lugar saliendo hacia su derecha.
La pequeña casilla del guardaparques le sirvió como primer escondite, y de allí observó a su madre y a John buscándola con miradas de preocupación. Con un suspiro largo, como pidiéndoles perdón por hacerlos pasar por momentos así, se dio la vuelta y salió corriendo, pasando de árbol en árbol y mezclándose con la enorme cantidad de personas que pasaban el mediodía en el parque. La alta y verde vegetación servía como un refugio fenomenal ante el Sol de fines de septiembre en Tennessee.
Al llegar al borde del bosque, decidió tomar una pausa en el último árbol que le ofrecería sombra. Se recostó contra el tronco, respirando con dificultad luego de haber recorrido cientos de metros corriendo por su vida, y no pudo evitar soltar una carcajada para sí misma. Ella vivía para escribir sobre momentos de tanta adrenalina o diversión como el que acababa de experimentar.
Con una sonrisa brillante aún sobre sus labios tenuemente rojos (ya que su madre no le permitía utilizar maquillaje de tonos fuertes), salió del parque y se internó en las calles de la ciudad.
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invisible string [di angelo]
FanfictionScarlett Fox, la cantante del momento, tiene problemas para mantener su corazón en una sola pieza. Nico Di Angelo parece tener la solución que necesita.