𝓬𝓱𝓪𝓹𝓽𝓮𝓻 𝓼𝓮𝓿𝓮𝓷

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𝘼𝙣𝙙 𝙞𝙨𝙣'𝙩 𝙞𝙩 𝙟𝙪𝙨𝙩 𝙨𝙤 𝙥𝙧𝙚𝙩𝙩𝙮 𝙩𝙤 𝙩𝙝𝙞𝙣𝙠 𝙖𝙡𝙡 𝙖𝙡𝙤𝙣𝙜 𝙩𝙝𝙚𝙧𝙚 𝙬𝙖𝙨 𝙨𝙤𝙢𝙚
𝙞𝙣𝙫𝙞𝙨𝙞𝙗𝙡𝙚 𝙨𝙩𝙧𝙞𝙣𝙜 𝙩𝙮𝙞𝙣𝙜 𝙮𝙤𝙪 𝙩𝙤 𝙢𝙚?

"Uno de sus mayores sueños
era ver paredes enteras
empapeladas con anuncios
de sus conciertos."

Y ahora, en el puesto número uno de nuestra lista (al igual que las últimas doce semanas) ... —Un rasgueo particular de guitarra se escuchó de fondo y Nico cerró los ojos profiriendo una maldición—. ¡We are never ever getting back together, de Scarlett Fox!

—No puede ser —soltó, escuchando el inicio de la terrible canción. Ya había tenido suficiente después de escucharla una tarde entera al grabar el video musical—. ¡Los odio! —Le gritó a su equipo de música. Más específicamente, a quienquiera que decidiera las canciones de la radio.

Sus palabras no asustaron a nadie más que al perro de su vecina de arriba, que comenzó a ladrar desesperado. Nico lanzó su pincel a la otra punta de la habitación con rabia y fue a apagar la radio. Acto seguido tomó sus lentes de sol, las llaves de su auto y su billetera y se largó de allí.

Las calles de la ciudad estaban extrañamente desiertas, o lo máximo que podían estarlo tratándose de Los Ángeles. El chico condujo su preciado auto eléctrico con cuidado, asegurándose de no manchar de pintura el tapizado de colores claros y de cerrar sin demasiada fuerza la puerta. El modelo blanco de Tesla era su posesión preferida.

Se detuvo detrás de un auto amarillo que podría haber herido su vista si no llevara sus Ray-Ban puestos. En un intento de escapar del brillante color, sus ojos se dirigieron hacia la derecha.

—Maldita sea.

Un cartel promocional del tour de Scarlett Fox. Su mirada curiosa se podía sentir incluso desde el papel. Nico pasó los ojos por las letras alrededor de su figura; RED TOUR, 19, 20, 23 y 24 de agosto. Otro afiche pegado a un lado indicaba que las cuatro fechas estaban agotadas.

—No me digas que tú también. —La mirada de culpa que le devolvió Haley confirmó sus sospechas—. ¡Es una canción pésima! Por favor baja el volumen.

Sin esperar a que su amiga hiciera lo que le pedía, se lanzó en el sofá del amplio apartamento. Cerró los ojos, poniendo sus manos detrás de su cabeza. Sus lentes descansaban en la parte superior de la misma, quitando su cabello de su rostro.

—A mí y a varios millones de personas nos gusta.

—¿Cómo pueden escuchar su voz molesta todo el día?

Ella chasqueó la lengua decidida a ignorar el malhumor de su mejor amigo y siguió trabajando en su telar. Entretejió la lana de colores formando un acantilado mientras murmuraba la canción apenas audible. Nico soltó un suspiro exagerado.

—Al menos déjame disfrutarla una última vez, ¿quieres?

Haley sintió movimiento a sus espaldas. Sus dedos continuaron su trabajo sin inmutarse.

—¿Qué es esto?

La chica se giró de inmediato, soltando una palabrota por lo bajo y acercándose a Nico.

—No te metas entre mis cosas.

Él frunció el entrecejo.

—Estaban aquí arriba. ¿Cómo que vas a ir a ver a Scarlett?

Haley rodó los ojos, tomando sus entradas de las manos de su amigo. Se las quitó cuidando no romperlas en pedazos.

—Ya te dije que me gusta su música. ¿Qué pasa si la voy a ver? ¡Es una muy buena artista!

—¿Por qué todo el mundo la tiene en un maldito pedestal? ¡Es una chica inmadura y distraída que no sabe lo que quiere! —Nico acompañaba sus palabras con gestos exagerados para probar sus puntos—. No deberías ir.

—Pues no me importa lo que digas. El hecho de que tú tengas una obsesión secreta con ella no es mi problema.

—No tengo una obsesión secreta con Scarlett. A mí no me interesan las chicas que no pueden salir de casa sin maquillarse o que hacen del día a día un desfile de modas. Una mujer debería ser más que su apariencia.

Su amiga soltó un bufido.

—¡Pero si acaso volvió el filósofo griego! Ya deja de decir tonterías, Nico. Acepta que te mueres por ser tú el que va con ella por las alfombras rojas y por ser de quien hable con esa voz molesta.

—Ni en sueños —escupió. La idea le repugnaba tanto como la posibilidad de chocar su auto—. Me voy.

Cerró la puerta con un portazo. Haley soltó el aire que había estado conteniendo, pasando una mano por su cabello. La frustración la llevó a lanzar las entradas con enojo, arrepintiéndose de creer que Nico aceptaría ir con ella.

Lo primero que hizo el chico al llegar a su casa y guardar su auto (con sumo cuidado) fue servirse una copa de vino. La dejó reposar vacía sobre su escritorio al tiempo que tiraba de su camiseta hacia arriba y la lanzaba a un costado. Fue a parar cerca del pincel.

—Te odio —murmuró a la pantalla de su celular.

Sentado en el marco inferior de su ventana, con la espalda desnuda recostada en la pared fría, observaba la imagen más reciente en su inicio de Instagram. Scarlett Fox sonreía junto a un chico que Nico no identificaba.

—Te odio mucho —repitió. No estaba seguro a quién de los dos se lo decía. No pudo evitar dejar un comentario del que probablemente se arrepentiría: Deberías conseguir a alguien que valga la pena de verdad.

Bebió un sorbo de su segunda copa de vino italiano y siguió bajando con su pulgar, como haría un adolescente apenas tiene un descanso entre clases.

Dada la poca cantidad de cuentas que seguía, la siguiente imagen también era de @scarlettfox32. Su sonrisa espléndida y el vestido con brillos que traía puesto suavizaron la expresión de Nico. Traía varios premios entre sus brazos.

Dejando de morder su labio inferior, soltó un suspiro que pareció eterno. Intentó quitar de dentro todo el aire posible porque sabía que su cerebro no podría seguir pensando en ella (ni en nadie) sin oxígeno. No duró mucho.

—Aquí vamos de nuevo.

Ya estaba de pie frente a un lienzo vacío. Su rutina consistía en diseñar en papel y lápiz, reflexionando varios días sobre maneras de mejorar su dibujo antes de efectivamente llevarlo a pintura. Esa vez, sin embargo, no planificó nada.

Tres horas más tarde, la noche había caído. La ciudad estaba casi tan iluminada como de día cuando Nico se acercó a mirar por su ventana.

A sus espaldas había una imagen casi perfecta de Scarlett Fox. Parecía haber sido sumergida en una piscina antes de que él hubiera plasmado la imagen, con agua goteando de su cabello y su ropa mojada. El fondo mostraba las antiguas calles del distrito de los Lagos que ambos habían recorrido juntos. Esa sonrisa contagiosa destacaba más que de costumbre, sus labios rojos siendo lo único coloreado de la pintura en blanco y negro.

Mientras Nico servía el fondo de la botella en su copa, el celular vibró a la distancia. Se acercó sin prisas y descubrió que la chica había contestado su comentario. Ni siquiera debía de saber que era él.

¿Alguien como quién, según tú?

Con sus labios en una fina línea y la mandíbula fuertemente apretada, bloqueó el celular y lo lanzó sobre su cama (eso sí podía romperse y Nico no era estúpido). Enseguida se dirigió hacia el cuadro, le dio la vuelta y escribió un pequeño como yo antes de firmarlo.

Sin colocarse su camiseta, cruzó el pasillo y tocó la puerta de su vecina. Ella lo recibió con una sonrisa.

invisible string [di angelo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora