𝓬𝓱𝓪𝓹𝓽𝓮𝓻 𝓽𝓮𝓷

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𝙘𝙝𝙖𝙞𝙣𝙨 𝙖𝙧𝙤𝙪𝙣𝙙 𝙢𝙮 𝙙𝙚𝙢𝙤𝙣𝙨, 𝙬𝙤𝙤𝙡 𝙩𝙤 𝙗𝙧𝙖𝙫𝙚 𝙩𝙝𝙚 𝙨𝙚𝙖𝙨𝙤𝙣𝙨

"¡Es una chica inmadura
y distraída que
no sabe lo que quiere!
"

—Gracias por aceptar. —La voz tímida de Scarlett Fox inició la conversación entre ambos.

Los pasos de los jóvenes sobre el camino de pedregullo resonaban en el parque. Apenas algunas otras parejas paseaban por allí a aquellas horas de la noche, con rostros irreconocibles y borrosos. Ese era el principal motivo por el cual se veían en la oscuridad.

Nico solo asintió y continuó caminando. Sus manos estaban resguardadas en los bolsillos de su chaqueta con fuerza por miedo a lo que pudieran hacer. Ese detalle no escapó de los atentos ojos de Scarlett, que observaba el perfil del chico como si no lo hubiera memorizado años atrás.

Él sentía su mirada y se batallaba contra sí mismo para no verla también, pero sabía que ella miraría a otro lado si la descubría.

—No me gustó lo que dijiste en la llamada —comentó, aún con inseguridad en su voz al no saber cómo reaccionaría el chico. Nico entrecerró los ojos, confundido, y soltó un suspiro cargado de arrepentimiento al entender lo que decía. Intentó hablar—. No es necesario que digas nada.

Presionó sus labios entre sí, en un intento de liberar toda la presión que sentía con ese gesto antes de tomar la palabra.

—No sé qué podría decir, en realidad.

Los ojos de la chica estaban ahora clavados en el suelo cambiante frente a ellos.

—¿Por qué dijiste que no me conocías?

Nico pasó unos minutos reprimiéndose mentalmente por lo que había dicho. Mordía su labio con más fuerza de la necesaria, al punto que sentía el sabor metalizado de la sangre en su boca.

—Es la verdad —empezó—. Tú misma lo dijiste. Solo creo que eres una chica con demasiados novios.

—Pero es exactamente lo que soy —contestó de inmediato, como si las pausas que había entre las palabras del chico la desesperaran y quisiera obligarlo a ser más rápido—. Es lo que hago, ¿no?

Él tragó saliva. No sabía si debía coincidir con ella o no.

—Bueno, sí. Pasas todos tus días buscando chicos que sabes que van a romperte el corazón y se los permites —Se encogió de hombros sin pensarlo—. Deberías dejar de ser tan ingenua.

Scar fue quien se quedó en silencio a continuación. Por primera vez estaba dispuesta a admitir que Nico tenía razón. Sabía que su esperanza y confianza en las personas la llevaba a desesperanzarse y a desconfiar de sí misma.

Él no vio lágrimas caer de sus ojos, lo que identificó como una buena señal. Sin embargo, el silencio descomunal y distante de Scarlett lo ponía más nervioso de lo que le gustaría.

Un estornudo de registro alto hizo que ambos dejaran de caminar. Una sonrisa se formó inconscientemente en los labios de Nico.

—No puede ser que siempre estornudes así.

Antes de que pudiera recuperarse, la chica volvió a estornudar. Él se largó a reír.

—Como si tú pudieras controlar la forma en la que estornudas —respondió recelosa, limpiando la mitad inferior de su rostro con la manga de su chaqueta roja—. Tengo frío.

Los ojos de Nico se abrieron levemente, sus cejas apenas alzadas. ¿Qué se suponía que hiciera al respecto? No quería darle su campera. Él también sentía el frío del invierno.

—Ten.

Con más fuerza de la que le hubiera gustado, colocó su gorra de lana sobre la cabeza de Scarlett. Ella se sorprendió, agachándose para minimizar el impacto.

—Oh. —Subió sus ojos a los suyos. Su cabello estaba hecho un desastre—. Gracias.

La sonrisa que le mostró hizo que Nico casi suspirara. Tuvo que aclarar su garganta para evitar otros signos de debilidad.

—Podemos ir a mi apartamento. No quiero que te lleves mi gorra.

Con el rabillo del ojo la vio asentir y caminó sin esperar a que lo siguiera. Scarlett se quedó un poco atrás para arreglar la gorra en su cabeza.

—No es demasiado. —Nico no pudo evitar excusarse por el tamaño de su estudio, que de repente no le parecía suficiente—. Puedes sentarte allí. Voy a preparar un poco de chocolate caliente.

Scar había perdido la cuenta de las veces que Nico la había sorprendido esa noche. ¿Prepararle chocolate caliente? ¿Darle su gorra? Siquiera el hecho de aceptar caminar con ella lo había tomado como todo un logro.

—Nunca me habían preparado chocolate caliente.

El chico cerró los ojos, inspirando con lentitud. Ya se encontraba dándole la espalda, encendiendo su cocina eléctrica, por lo que Scarlett no pudo ver cómo se ruborizaba. Al no obtener respuesta, ella comenzó a murmurar la letra de una canción que Nico no conocía. El sonido fascinante de su voz hizo que escalofríos recorrieran el cuerpo de él.

—Voy al baño —anunció. Necesitaba una pausa para controlar todos los sentimientos que no quería sentir pero que de todas formas sentía.

Se detuvo frente al espejo para observar su figura y no pudo evitar morder su labio inferior. Si no supiera que el ruido sería extraordinario, hubiera hecho pedazos el vidrio con un puñetazo. Calmarse le llevó varios minutos: pasó sus manos incontables veces por su cabello, mojó su rostro y respiró hondo.

—¿Scarlett? —La pregunta surgió de sus labios sin pensarlo. Nico se dio cuenta de que los minutos de terapia no había servido de nada.

El apartamento no era lo suficientemente grande como para que se perdiera, pero la enorme cantidad de lienzos y caballetes lo hacían posible.

—Nico, ¿esta soy yo? —escuchó su voz hacia su izquierda.

Scarlett solía ponerlo de muy buen humor o de muy mal humor de forma inmediata. La sonrisa que había fallado en contener al escucharla decir su nombre desapareció por completo.

—Eso es privado.

Tenía entre sus brazos (sostenido con mucho menos cariño del que Nico consideraba necesario) el cuadro que él había pintado de ella mientras estaba borracho. El rojo de sus labios en la pintura era casi tan fuerte como el que la chica traía puesto.

—Lo siento —contestó rápidamente—, no quería...

Sus palabras se quedaron en el aire cuando el chico quitó la obra de sus manos, lanzándole una mirada furiosa. Scar no sabía qué decir. Abrió la boca para intentar hablar.

—Vete. —La cortó—. Ahora.

—Yo-

—¡Ahora!

Se dio la vuelta y fue a tomar su abrigo, la tela haciendo juego con sus labios. Se cayeron algunos papeles y el lápiz que siempre llevaba encima, pero Scarlett no se detuvo a buscarlos. Cerró la puerta un segundo después.

Nico no pudo evitar darle una patada a su sofá, que no se movió de su lugar y le provocó un dolor agudo en el tobillo. Sin embargo, no se comparaba con el dolor que estaba creciendo en su pecho, previamente oculto por los celos y la molestia.

No le gustaba que vieran sus obras hasta que él considerara que el momento era oportuno. Y tenía muchos problemas para expresar sus sentimientos o deseos sin responder con enojo; eso era lo que su padre había hecho siempre.

El timbre sonó. Nico se acercó hasta el pequeño aparato que establecía una especie de llamada telefónica entre su apartamento y la puerta de abajo.

—Me quedé con tu gorra —murmuró ella, como si temiera que le gritara otra vez.

—Quédatela.

No es como si pudiera volver a utilizarla sin acordarse de Scarlett.

invisible string [di angelo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora