CAPÍTULO 2: La vida cambia de golpe.

388 31 26
                                    

          Eran cerca de las ocho treinta de una calurosa noche de jueves en Madrid. Maite, junto a su esposa, terminaba de arreglarse para pasar a buscar por el hotel a Sophie, con quien había quedado juntarse para cenar.

          Tomando las llaves del auto y mirando el reloj en la pantalla de su celular que tenía como salvapantallas la foto del día de su boda, apuró a su mujer, quien daba mil y una vueltas antes de salir.

M - ¡Vamos cielo o llegaremos tarde!

A - Un minuto por favor desde el baño se escuchó gritar a la demorada mujer.

          Con prisa, bajando por el ascensor, la pareja iba conversando de sus cosas. Subieron al auto, un Focus blanco con vidrios polarizados. Maite, detestaba llegar tarde y con la demora al momento de salir buscaba ganar un poco de tiempo, así que el pie en el acelerador se le hizo un poco más pesado llevando el velocímetro por encima de los 60km por hora en algunas calles.

A - Amor, baja la velocidad le pidió su esposa a quien no le gustaba que la morocha manejara tan de prisa.

M - No quiero hacer esperar a Sophie, dijo mientras subía una marcha más.

A- Ya, pero prefiero llegar tarde a no llegar.

          Y al decir esto colocó su mano izquierda encima de la mano derecha de Maite que estaba apoyada sobre la palanca de cambios.

M - Tienes razón le reconoció la pintora quitando el pie del acelerador haciendo que la aguja del velocímetro bajara notablemente.

          La copiloto sabía cómo hacer entrar en razón a su esposa de forma dulce.

          Pasadas las 21hs, el Focus blanco se detuvo frente al hotel; Sophie, identificando el auto corrió hasta allí y se subió en la parte de atrás.

S - Creí que se habían olvidado de mí bromeó la parisina mientras terminaba de cerrar la puerta tras suyo.

M - Pregúntale a mi querida esposa la razón de nuestra tardanza dijo la conductora mandando al frente a la copiloto.

S - AH... no se diga más, ya me figuro yo por donde viene la historia marcó en tono de broma la invitada.

          Las tres mujeres echaron a reír; eran pocas pero se conocían mucho.

          Minutos más tarde, dejando el auto en un estacionamiento privado, las mujeres llegaron caminando hasta el pub "Moonlight" al que Maite solía frecuentar cuando estaba de novia con su esposa.

S - Qué lindo lugar escogieron reconoció fascinada la parisina mientras terminaba de acomodarse en uno de los sillones que habían escogido para sentarse.

          Una moza de cabellos rubios, ojos azules, con un evidente tono de voz extranjero y una indiscutible apariencia escandinava se presentó.

- Buenas noches chicas ¿Qué les pongo?

- ¿Les parece que empecemos con unos tercios? Preguntó Maite.

- Si afirmaron las otras dos mujeres.

M - Tráenos tres tercios, por favor.

- Muy bien, ahora se las traigo muy simpática y amable respondió la camarera.

          No demoraron casi anda en llegar las tres cervezas y Sophie propuso un primer brindis.

S - ¡Por nosotras!

Yo antes de ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora