CAPÍTULO 10: Bodas de cristal.

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          Los días fueron pasando y tanto enfermera como paciente empezaron a sentirse cómodas la una con la otra. No tenían un contacto muy frecuente ni fluido pero habían logrado acomodarse.

          Cayetana tuvo que cambiar sus horarios de diálisis y pasó a asistir los mismos días en los que iba Maite. Jesús, el viejito de la boina ha caído enfermo, la diálisis le está generando más problemas que beneficios y por su edad su pronóstico es bastante desalentador. Pero no todas son malas en el área de diálisis, la semana pasada Kenzy, la primera paciente que tuvo Camino, fue operada exitosamente y todo indicaría que no volverían a verla por los pasillos del hospital.

- ¿Se encuentra bien? Preguntó Camino tomándola por sorpresa.

- ¿¡Qué?! AH, sí, si... estoy bien un tanto importunada respondió la pintora que se había quedado abstraída en sus pensamientos.

          Si Ángela no la hubiese traicionado, hoy cumplirían 15 años de casadas y para Maite esté día es un tanto difícil de afrontar porque desde que salió de la cama ha estado pensando, imaginando como hubiese sido sus bodas de cristal.

          Las bodas de cristal son una fecha muy simbólica. A esas alturas se supone que la pareja ya ha formado y consolidado su propia familia, aunque entre Ángela y Maite el tema de tener hijos nunca fue asunto en el que estuvieran de acuerdo, Ángela quería, pero Maite no y después de lo que la escritora le hizo su postura estaba más firme que nunca.

          Las bodas de cristal suponen que la pareja lleva a sus espaldas la convivencia, la compenetración y el respeto mutuo. La razón de denominarse así es porque el cristal simboliza la claridad, la transparencia y la honestidad en la relación de pareja. Una relación debe ser clara y de sentimientos puros, lo que es representado por este material. Algo que a la pintora no le sucedió en su matrimonio.

- ¿Seguro? Insistió dulcemente.

- Si, simplemente me he quedado dándole vueltas a un asunto.

          Rosina, que por desgracia no se le pasaba una. De una u otra forma se las gastaba para enterarse de las cosas y siempre estaba buscando meter cizaña; escuchó indiscretamente la conversación que empezaban a tener Maite y Camino y entrometió sus narices.

- Ay querida, debe ser bastante a vergonzante para ti que este año tu esposo no esté contigo para celebrar las bodas de cristal en su típico tono malintencionado y falso.

          Maite estaba un tanto cansada de las intromisiones maleducadas y descaradas de la enfermera, pero estando Camino presente no quería dar una mala impresión así que fue más inteligente a la hora de responder.

- Pues... no se confunda Rosina; a mí me avergüenzan otras cosas; (hace una pausa) meter las narices en la intimidad de los demás me avergüenza o por ejemplo me da muchísima más vergüenza saber que su marido la engaña hace años... y que usted lo sabe, pero que no dice nada para no perder su estabilidad económica sentenció con absoluta categoría procurándole un jaque mate a la entrometida enfermera.

          Camino no pudo evitar sonreírse por el papelón en el que Rosina había terminado involucrada, así que bajó la mirada buscando que la humillada mujer no la viese. Ver sonreír a Camino provocaba en Maite un huracán de sensaciones que no podía explicar pero que deseaba poder ver cada momento.

          Con el rostro pintado de incomodidad y humillación, Rosina se dio media vuelta abandonando raudamente la escena. Camino, recuperando la compostura intentó hacer lo mismo, pero Maite la retuvo.

Yo antes de ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora