CAPÍTULO 12: Potencial.

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         Una calurosa tarde de jueves, la joven enfermera salió con prisa del hospital, hoy tendría su primer clase de pintura con una de las artistas más reconocidas. La castaña estaba nerviosa, como cuando era niña y tenía su primer día de escuela, lo vivió casi de la misma forma, una mezcla de entusiasmo y nervios.

          Camino no quería que su madre nuevamente desacreditara su decisión de continuar con la pintura, así que le pidió a su hermano Emilio que por esta vez la fuese a buscar después de su clase de pintura, que si todo se daba bien la próxima semana se organizaría con los horarios y el tren.

         Un anaranjado atardecer podía apreciarse desde el ventanal del atelier de Maite quien se encontraba parada frente a él, admirando la puesta de sol mientras terminaba su taza de café sólo y sin azúcar.

         El timbre del portero sonó, la morena miró la hora en su reloj pulsera, faltaban cinco minutos para la hora que había quedado con Camino.

- ¿Quién es? se escuchó una voz salir del portero eléctrico.

- Soy Camino... algo nerviosa respondió del otro lado del portero.

- Pasa y diciendo esto Maite pulsó el botón del portero automático para abrirle la puerta.

          Cogiendo el ascensor en menos de un minuto llegó al quinto piso donde Maite la estaba esperando vistiendo una larga bata roja de seda manchada de pintura que le llegaba casi hasta los tobillos.

- Creí que habíamos quedado a las 18 dijo a penas tuvo en frente a Camino.

- Si, lo siento, cogí el tren un poco antes.

- Está bien, pasa dijo extendiendo la mano dándole paso.

          El apartamento de Maite revestía un estilo exquisito, era simple pero se notaba que la casera iba al detalle, como a la moda parisina como le solía comentar su tía Susana.

- Si quieres puedes dejar tus cosas sobre el sillón.

          Poniéndose cómoda dejó su bolso de color negro en un extremo del sillón.

- Qué bonito piso tiene.

- Gracias y de ser posible tutéame, si me tratas de usted envejezco 20 años.

- Está bien; disculpe; disculpa se corrigió nerviosa la castaña.

- Vamos al atelier dijo Maite dejando la taza dentro del fregadero.

          Saliendo del comedor, la castaña iba caminando detrás de la mujer que a mitad del pasillo entró a la sala más iluminada de todo el piso.

          Saliendo del comedor, la castaña iba caminando detrás de la mujer que a mitad del pasillo entró a la sala más iluminada de todo el piso

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         La luz lograba entrar por todos lados e iluminar hasta el rincón más apartado de la habitación. Los ojos verdes de la pintora con tanta claridad se volvían casi color esmeralda logrando impactar nuevamente a Camino que no quería perderse detalle de todo lo que entraba por su retina. Indudablemente el atelier de Maite no se parecía en nada al atelier de Renzo que siempre estaba desordenado y atiborrado de cosas en su mayoría obsoletas y desgastadas pero que nunca quería deshacerse de ellas.

Yo antes de ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora