CAPÍTULO 4: Prejuicios.

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- Suerte cielo en una hora paso por ti.

- Te amo respondió Maite besándola y bajándose del auto que había detenido su marcha frente al edificio donde se encontraba el consultorio de la licenciada Romero Vargas.

          La pintora llevaba consigo su bastón que le ayudaba a dar pasos más firmes y rápidos y le servía de apoyo en los momentos en los que las piernas no le respondían como debieran. Cogió el ascensor que la llevó hasta el séptimo piso del edificio. Al bajarse del ascensor se encontró con una gran sala de estar vidriada, tenía muchos cuadros en las paredes, el ambiente realmente transmitía mucha serenidad.

- Buenas tardes señorita, tengo cita con la licenciada Romero Vargas se presentó la morena al llegar hasta el escritorio al final de la sala.

- Buenas tardes, ¿su nombre?

- Maite Zaldúa; tengo cita a las 18:00 horas.

          La secretaria luego de cargar el nombre de la pintora en su computadora, corroboró los datos aportados.

- Muy bien Maite, por favor tome asiento, ahora le doy aviso a la licenciada.

- Gracias.

          Maite se acomodó en uno de los cómodos sillones que había en la sala y que daba justo hacia un ventanal donde podía verse la hermosa ciudad de Madrid.

- ¡¿Maite Zaldúa?! se escuchó llamar desde el fondo de un pasillo ubicado a la izquierda de donde estaba Maite.

          La morena se puso de pie y se dirigió hasta donde provenía la voz que le llamaba. Una mujer de unos 40 años, vistiendo un exquisito traje de falda y chaqueta color azul marino con una camisa blanca, llevaba uno lentes de lectura por encima de la cabeza, el cabello lo tenía recogido con un improvisado rodete que probablemente había hecho hace un par de turnos atrás y que a pesar de no estar en perfectas condiciones le sentaba muy bien.

- Bienvenida Maite, pasa por favor con entusiasmo y amabilidad la recibió la psicóloga.

- Buenas tardes, gracias respondió la vasca entrando al consultorio.

         Al entrar, la morocha se encontró con un lugar muy diferente al que se imaginaba. Ella esperaba encontrarse un escritorio, un par de sillas y el típico diván que en más de una oportunidad había visto en alguna serie o película; pero este lugar era diferente. Era una habitación que generaba calidez sin saturar visualmente. Lo bonito del consultorio era el par de ventanas ubicadas justo por detrás de uno de los sillones individuales el cual tenía una vista privilegiada de la capital madrileña.

-      Siéntate donde más te guste dijo la licenciada mientras ella caminaba hasta su escritorio a buscar su cuaderno de tapa dura negro y hojas blancas y una pluma fuente plateada que llevaba grabadas sus iniciales E

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- Siéntate donde más te guste dijo la licenciada mientras ella caminaba hasta su escritorio a buscar su cuaderno de tapa dura negro y hojas blancas y una pluma fuente plateada que llevaba grabadas sus iniciales E.R.V en letra cursiva.

Yo antes de ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora