CAPÍTULO 5: Te quiero... pero ahora no puedo.

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          Maite, en una de sus sesiones de terapia, le compartió a su psicóloga su inquietud en relación a la reticencia que su esposa tenía a la hora de estar juntas. 

          La licenciada entre algunas observaciones y apreciaciones que le compartió mencionó que quizá salirse un poco de la rutina ayudaría a reencontrase con su pareja, consejo que le sirvió de inspiración a Maite para darle una sorpresa a Ángela, ya que la psicóloga tenía mucha razón, los días se habían vuelto rutinarios y monótonos y salir un poco de eso les vendría bien.

          La morocha había ido terapia en auto sin comentárselo a su esposa quien le dijo que estaría toda la tarde trabajando en su novela, así que aprovechó sacarle provecho al rodado para ganar; tiempo le pareció una linda sorpresa pasar por una florería a comprarle unas rosas y proponerle salir a cenar a fuera. Así que la sesión de esa tarde duró sólo media hora.

          Con unas magníficas rosas blancas y rojas en un ramo armado perfectamente Maite llegó al apartamento. Esta vez entró sin anunciarse, quería sorprender a su esposa. Con mucho silencio se despojó de las llaves del auto, del apartamento y demás y fue derecho a la habitación de trabajo de Ángela, pero no la encontró allí. Su computadora estaba encendida con sus lentes sobre el teclado y una taza de café que se había enfriado, pero de ella ni rastros, le llamó la atención un bolso sobre el sillón, no lo reconocía. Pensó entonces que quizá Ángela estaba tomando una siesta, así que fue hasta la alcoba y al entrar para sorprender a su esposa la sorpresa se la terminó encontrando ella.

 Pensó entonces que quizá Ángela estaba tomando una siesta, así que fue hasta la alcoba y al entrar para sorprender a su esposa la sorpresa se la terminó encontrando ella

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          Dormidas entre las blancas sábanas, desnudas estaban Ángela y Carina. El escenario estaba claro y Maite de inmediato empezó a atar cabos y todo empezaba a encajar y tener sentido.

          Ropa de ella y de la médica desperdigada por el suelo, durmiendo abrazadas, ella sobre la que se hizo pasar por una médica avocada y desinteresada. Ahora lo veía todo tan claro y entendía el distanciamiento y el no querer estar juntas, la actitud "molesta" el día que le dieron el alta; todo ha estado ahí siempre, pero la morocha no lo veía. Ahora estaba en una encrucijada: despertarlas y que todo fuera una situación muy fuerte para todas o salir de allí y hacer como si nada y confrontarla después.

          Maite no era una mujer que le justara generar disturbios ni peleas, al contrario, siempre buscaba conciliar, pero está situación la sobrepasaba. Su esposa con otra mujer, es que no daba crédito que Ángela le hiciera algo así.

          Con ramo en mano y el corazón apuñalado salió del departamento, sin dejar rastro alguno de haber estado ahí. De camino al estacionamiento pensó en deshacerse de las flores en un basurero que había en la puerta del edificio, pero le parecía un despropósito hacerlo, era demasiado bonito para que terminara en el fondo de un bote de basura, así que decidió conservarlo, las puso sobre el asiento trasero y condujo el auto hasta una cafetería que estaba casi a las afueras de la ciudad.

Yo antes de ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora