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Estaba estirando cuando se le ocurrió la maravillosa y fantástica idea de hacer que Bokuto empujara a su capitán contra el colocador de su equipo.

Y la única conclusión que de eso saco fue que definitivamente la estupidez de su novio se le estaba pegando o le encantaba molestar a Kuroo con uno de sus puntos débiles: Kenma.

Pero no lo hacía por mal, no... Lo hacía porque lo quería y sabía que una relación sin bullying no era una fuerte.

Pero sinceramente —y volviendo al punto—, Yaku se estaba volviendo un poco mas estúpido.

Si antes era pendejo, ahora ya no había salvación y sólo una persona tenía la culpa de aquello; volteó a mirar a su novio quien pareció mal entender la situación y tratar de robarle un beso en plena cancha donde los camarógrafos grababan el precalentamiento de ambos equipos.

Por otro lado, Kenma pensó que estaría mucho más nervioso de lo que realmente estaba, quizá no se sentía mal porque era el primer día y Kozume había dado por sentado que les iría bien, no es como si fueran tan débiles como para que les eliminaran en la primera ronda, además tenían a Kuro como bloqueador; a Kai y Tora como spiker; a Fukunaga como opuesto; a Yaku com libero;  a él como colocador.

No había mucho por lo cual preocuparse.

Bueno, por Lev sí que debían preocuparse, pero Kenna no lo haría ese día ni porque el entrenador le besara las patas.

Incluso se sentía mucho más nervioso al saber —gracias a Shōyō— que, si tanto Karasuno como Nekoma ganaban los primeros partidos, se encontraría en el segundo del tercer día.

Tenía un sentimiento paradójico hacia ese día, por una parte quería que llegara porque por fin tendría el partido soñado con el Karasuno —y tenía confianza en que ganarían—, y por otro lado no deseaba ser el objetivo de la sudoración y cansancio excesivo que iban a experimentar, debido a que el oponente que llegase hasta esas alturas sería uno muy complicado.

Estaba tan sumido en sus pensamientos que no notó cuando acabó el partido hasta que Kuroo le abrazo —por poco asfixiándolo— y los vio a todos celebrando mientras internamente Kenma estaba durmiendo y preparándose para jugar al menos una horita, porque la verdad era que se sentía muerto, sin energía ni siquiera para comer.

Necesitaba recargarse.

Mientras se duchaba y escuchaba a lo lejos las risas y chistes de los babosos que tenía por compañeros, recordó que Kuroo no había ni siquiera intentado besarle desde aquel día cuando estuvo a punto de meter su mano en sus pantalones.

Siendo sinceros, Kenma quería seguir, definitivamente sí, empero la vergüenza le obligó a apartar el cuerpo de su mejor amigo sin siquiera ser consciente de ello, y después no fue capaz de hablarle o sostenerle la mirada.

Era un alivio que Tetsurō hubiese tocado su puerta en la mañana cuando se iba a ir para su visita en las universidades, de lo contrario no creía que hubiese hallado la valentía necesaria para hablarle al pelinegro.

Pero lo más importante de todo ello, era que extrañaba las caricias del pelinegro, más no sabía cómo hacérselo saber sin morir por el bochorno.

No obstante, debía concentrarse en las nacionales y no en estar pensando en hacer marranadas con su amigo de la infancia en medio de el torneo más importante en sus vidas.

Decidió que lo mejor era dejar las cosas fluir y prepararse psicológicamente para su confesión, porque lo iba a hacer.

No iba a dejar que se terminaran las nacionales para hacerlo, de ninguna manera, pues para ellos no se acabarían hasta llegar a la final y ganarla.

ʀᴀᴍÉ |ᴋᴜʀᴏᴋᴇɴ|~ •ʜᴀɪᴋʏᴜᴜ!•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora