720 83 43
                                    

Aunque el colocador de Aōba Jōsai tenía articulaciones débiles, Kuro y él ahora compartían el título: su muñeca derecha había recibido un pequeño incidente que le impedía jugar por el resto del maldito campamento.

En ese momento deseó haberse resfriado el domingo, de esa manera no habría jugado el día en que se lastimó; afortunadamente no era grave, pero debía reposar por al menos 15 días y ahora parecía un adorno de mesa en las bancas mientras el dolor punzante le hacía querer cortarse la mano vendada.

¿Por qué le dolía tanto?

Se suponía que era un esguince grado uno, pero se sentía peor que eso. Se secó el sudor de la frente el cual a este punto no sabía si era por el dolor, porque habían estado jugando hasta la noche, o por la frustración tan grande que sentía en esos momentos sumada con todo.

Para muchos estaba siendo exagerado, solo eran 15 días, nada aparentemente grave. Sin embargo, para Tetsurō era un golpe bajo, más cuando el torneo nacional no está ni a dos meses de realizarse.

El entrenador Nekomata no pasó por alto las muecas de dolor del Capitán y Manabu le llevaría al hospital en la mañana, lo mejor era estar seguros de que no había un problema más grave en su muñeca, porque de no tratarlo adecuadamente podría suponer un problema en la mano dominante del Capitán.

Se sentía como la mismísima mierda.

No lo vio venir, pensó que el remate de Hinata seria una finita y como ya había saltado dedujo que poniendo su mano un poco más atrás alcanzaría a darle un toque a la pelota, empero el Spiker golpeó tan fuerte que la muñeca de Kuroo se había echado totalmente para atrás— como si fuera el maldito Kiyoomi Sakusa y su hiperflexibilidad—. Tetsurō no tenía ni idea de cómo, pero había logrado bloquear a Shōyō, ganando un punto para su equipo.

Al principio creyó que no funcionaria, era un tanto estúpido y estaba agitado, no lo pensó bien, empero tuvo suerte.

Bueno... Una clase de semi suerte.

Se levantó del banco, iba por más hielo esperanzado en que eso haría que el dolor disminuyera un poco, o al menos la pequeña hinchazón lo hiciera. Cualquier cosa que significara una mejora en sus situación, le daría un poco de paz mental.

Desde que trato de besar a Kenma en la piscina no ha podido dejar de pensar en eso. Ni aunque quisiera. Por ello solo se había concentrado en tratar de hacer la situación menos incómoda de lo que ya era, porque a pesar de que estaban en "buenos términos", la verdad era que cuando se quedaban solos el ambiente se volvía tenso, bastante.

Kuroo nunca quiso que eso pasara y era por ello que la culpa hacía que su cerebro reprodujera el recuerdo una y otra vez.

Kenma por su parte daba gritos internos de fan loco y obsesionado— cualidades que él poseía con sus videojuegos—, Pero se sintió un poco ofendido cuando Kuro debió sentarse en la banca...

No obstante, su cerebro se desviaba a lugares más felices, como por ejemplo el día en que casi se besan.

Realmente Kuroo no lo incomodaba en su totalidad, es simplemente que le molestaba el hecho de que el pelinegro no le hubiese besado y que nunca volvió a tratar de intentar cuando estaban solos.

Al principio el rubio creyó que Tetsurō había parado porque estaban frente a sus amigos y no quería ponerlos en una situación bochornosa, pero lentamente se fue convenciendo de que quizá él era el problema, pero incluso si así era no podía evitar dar saltitos— en su interior— de felicidad por aquello.

Aunque no iba a mentir, estaba teniendo problemas concentrándose y el estrés mental que provenía de esas ocasiones le provocaba dejarse calvo.

¿Podría ser que... Tetsurō sentía lo mismo que él? ¿O simplemente estaba jugando con él? ¿Porque las cosas no podían ser claras? ¡Maldito Capitán! Siempre lo había podido leer como un libro, pero ahora era imposible...

ʀᴀᴍÉ |ᴋᴜʀᴏᴋᴇɴ|~ •ʜᴀɪᴋʏᴜᴜ!•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora