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Contemplaba la hermosa vista que la ciudad le presentaba desde el gigantesco ventanal que incluía la oficina de su progenitor, esperando con ansias a que aquella persona tan especial pronto llegara a las lujosas instalaciones

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Contemplaba la hermosa vista que la ciudad le presentaba desde el gigantesco ventanal que incluía la oficina de su progenitor, esperando con ansias a que aquella persona tan especial pronto llegara a las lujosas instalaciones.

Su ónix mirar se enfocó en la elegante limusina negra blindada que se estaba aparcando justo delante del edificio perteneciente a su padre, un importante y reconocido agente del gobierno.

Una deslumbrante sonrisa cargada de felicidad pura se instaló en el bello rostro de aquella estudiante de trece años que apenas cursaba el segundo grado en secundaria, al ver salir del vehículo a un apuesto joven alado de diecisiete años.

Akira acomodó su uniforme escolar frente al reflejo del cristal por tercera vez consecutiva antes de abandonar la oficina de Dai e ir hacia la sala de entrenamientos en la que Hawks solía practicar.

Ingresó al moderno elevador con puertas de cristal, presionó el botón que indicaba el piso diez y esperó a que la máquina comenzara a moverse hacia el piso deseado.

Tras unos segundos, la puerta se abrió y de esta misma salió la menor. Recorrió el ya tan conocido pasillo, para seguidamente detenerse delante de la máquina expendedora e introducir un billete, teclear el código de una botella de agua y agacharse a recogerla en cuanto esta cayó de su estante.

Volvió a retomar su andar, tratando de que sus nervios no fuesen tan obvios para el resto del personal que se hallaba por ahí haciendo sus deberes contidianos.

Paró al quedar adelante de la inmensa puerta que daba entrada hacia la habitación en la que se suponía, Keigo se encontraba dentro.

Suspiró profundamente, para seguidamente tomar el pomo de la puerta y adentrarse al cuarto de entrenamiento. Aunque todos sus ánimos de ver a Hawks se vinieron abajo en cuanto sus ojos negros observaron a otra femenina en espera del rubio.

Seki frunció el ceño mientras que analizaba con detalle a la castaña que vestía aquel impecable uniforme de oficinista bien adherido a sus tentadoras curvas y que, además, poseía un largo cabello perfectamente cuidado.

La mayor pudo darse cuenta de su presencia en cuanto Akira soltó la puerta y esta última azotó contra el marco que la sostenía.

- Oh...señorita Seki. - la mencionada se asombró de que la supuesta ❝desconocida❞ supiese su apellido - ¿Qué hace aquí? ¿Necesita algo? - le preguntó con gentileza la chica que aparentaba tener no más de dieciocho años -

- Y-Yo. - titubeó, pero al percatarse de aquel detalle, carraspeo su garganta y recuperó su elegante postura - Vengo a ver el entrenamiento de Hawks, pero antes de ello, podría decirme, ¿quién es usted? -

Tanta formalidad por parte de la única hija de su actual jefe le sorprendió, pero con muchísima más razón tendría que responderle con educación.

Oblígame a pensar sólo en ti || HawksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora