013.

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- Ponte cómoda, ya sabes donde se encuentra todo y si necesitas algo, no dudes en decirme

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- Ponte cómoda, ya sabes donde se encuentra todo y si necesitas algo, no dudes en decirme. – le dijo Hawks a la rubia cuando le permitió la entrada a su lujoso departamento –

Ella se limitó a reír bobamente antes de escabullirse entre los pocos pasillos del hogar del mayor, ocultándose de la vista de este al ingresar a una de las tantas habitaciones. Keigo la miró junto a una sonrisa ladeada impregnada a sus labios levemente rojos, recordándose a sí mismo lo mal que lo tenía esa chica hermosa disfrazada de ángel inocente.

Le echó un último vistazo al corredor por donde su amada se había ido y al escucharla ponerle el pestillo a la puerta, regresó su mirada a la sala de estar, específicamente a su sofá negro. No lo pensó mucho, así que sólo caminó a él, para posteriormente tumbarse en la reconfortante superficie a esperar por unos cuantos minutos a que la chica saliera de su alcoba para que él pudiese deshacerse de aquel sofocante traje de gala.

Mientras aguardaba, optó por organizar miles de pensamientos angustiosos que no le permitían estar en completa paz. Honestamente, tenía miedo de que los años pasaran sin detenerse y él aún no pudiese resolver correctamente su vida, permanecer atado en la vacilación de si alcanzará a lograr o no una oportunidad de mantenerse cerca de ella y que la vida se le escapara de las manos pensando en ello mientras que sólo la veía desde lo lejos siendo "feliz" con alguien más.

Cuando la fue conociendo, se repetía a sí mismo que no podía enamorarse de Akira. No debía, no de ella. Sin embargo, al verla sonreír con tanta dulzura, miró sus ojos negros y la dejó entrar a su vida. Ese pudo haber sido su más grande error, pues desde ahí, su corazón mandó al carajo sus planes.

Demasiadas veces había intentado confesarse en el pasado, pero siempre el sentimiento de insuficiencia lo carcomía por las noches, recordándole que él no era como ella, que él un pobre diablo sin nada que ofrecerle a una chica que lo tiene absolutamente todo lo que desea con un chasquido de dedos.

Teniendo esto transitando por su mente, sólo se dedicaba a imaginarse lo hermosa que podría ser su vida ahora si se arriesgara y todo salía bien. Si aquello fuese así, él tendría la vida perfecta.

La sonrisa que se talló en su boca delató la feliz fantasía que su cabeza recreaba en su interior.

- Hawks... - siseó Akira haciéndolo despertar de sus alocados pensamientos, sentándose a horcajadas encima de su regazo y aferrándose a su cuello, ocultando su cabeza entre la curvatura de este mismo, provocando que su aliento a mentolado se estampase contra aquella sensible zona para el mayor – ¿Podemos ir ya a dormir? –

Sorprendido por lo que su contraria hacía, le costó un poco carburar lo que pasaba, así que, torpemente ubicó sus manos alrededor de la cintura de Akira, formando así un lindo y cálido abrazo reconfortante para ambos.

Y aquí los tenían de nuevo, amándose a gritos, pero prefiriendo ocultarlo del otro por mucho más tiempo con la estúpida excusa de temer ser rechazados y arruinar la amistad.

- ¿Qué es lo que te hace feliz? – de manera somnolienta lo interrogó, el sueño ya empezaba a dominarla –

Él no respondió al instante, escogió callarse momentáneamente y meditar qué tan prudente sería decir lo que verdaderamente pensaba al respecto.

Entonces recordó que Seki continuaba borracha, por lo tanto, ni siquiera era probable que la femenina recordase su propio nombre y tal vez, no lo haría hasta las diez de la mañana.

Un suspiró de agotamiento fue lo que Takami soltó antes de hablar.

- ¿Por qué cada vez que estás en estado de ebriedad, preguntas cosas de ese estilo? No tiene caso que te diga lo que siento si lo olvidarás por completo en cuanto despiertes. – se quejó el rubio más alto, haciendo memoria de las incontables veces que la heroína le había hecho preguntas íntimas estando ebria y él las respondía tranquilamente, como si realmente hablara con alguien consciente de lo que decía –

Inclusive, más de una vez le reveló a la Akira alcoholizada lo enamorado que se hallaba de ella y el inmenso amor que le guardaba desde que tenía quince, pero como anteriormente lo había mencionado, al levantarse de su ciclo del sueño, Mind apenas recordaba cuál era su nombre completo y quiénes eran sus padres.

- No seas aburrido, Keigo. – le dijo la chica depositando un pequeño besito en su cuello –

Hawks se estremeció ante aquello, mas no pudo hacer nada más que estrujar fuertemente el cojín decorativo de su sillón en un tonto intento de apaciguar sus enormes ganas crecientes de besarla allí mismo, a pesar de eso, se contuvo tal cual como una persona civilizada lo haría.

- ¿Qué es lo que me hace feliz...? – repitió la simple interrogante para sí, agarrando confianza suficiente para lo que diría – Tú, tú me haces feliz, Akira. – habló el muchacho, intensificando su abrazo –

- No juegues con eso, Keigo, ¿de verdad lo hago? – el tono de su voz iba disminuyendo con cada vocablo que soltaba, ya tenía sueño, no obstante, anhelaba junto a todas sus fuerzas escucharlo –

- Cada segundo de mi vida desde que te conozco, Seki. – repitió aún más seguro que la anterior vez, pues era verdad y si tendría que repetírselo cada que se ella se lo exigiera, no existiría problema para él con volverlo a hacer –

Ambos sonrieron tiernamente, demostrando lo conformes que estaban con esa sencilla respuesta.

Akira se removió en su lugar, encontrando una posición más cómoda sobre los fornidos muslos de su mejor amigo y al hallarla, se dispuso a dormir a la vez que su chico repartía dulces caricias por su sonrojado rostro mientras que, su mano derecha se empeñaba en acariciar su sedoso cabello rubio.

Pasados unos diez minutos así, el número dos pudo percatarse que, la chica arriba de él yacía plácidamente dormida, sonrió bobamente al ver el fino hilo de saliva correr por la comisura de los labios rosas de la menor. No le quedo más que sujetarla por la parta superior de sus piernas, para seguidamente cagarla y llevarla a su habitación.

La dejó delicadamente sobre su colchón cubierto por los edredones negros con sabanas rojas, se deshizo de su traje formal y lo cambio por unos pantalones de lana sueltos, esta noche escogió dormir sin remera.

Se cubrió con las colchas al igual que lo hizo anteriormente con Akira, se acercó a ella y volvió a abrazarla como lo estaban hacia unos minutos atrás, disfrutando nuevamente de la calidez tan familiar que le causaba.

Se cubrió con las colchas al igual que lo hizo anteriormente con Akira, se acercó a ella y volvió a abrazarla como lo estaban hacia unos minutos atrás, disfrutando nuevamente de la calidez tan familiar que le causaba

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Oblígame a pensar sólo en ti || HawksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora