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Oblígame a pensar sólo en ti...
Dame esa versión que te niegas dársela a cualquiera, muéstrame las espinas que se ocultan en tu interior y aquel lado tan encantador que siempre te empeñas en esconder, no te guardes nada, porque n...
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- No lo veo justo, no me dejaste terminar porque comenzaste a volar. - la rubia se quejó mientras que Hawks la bajaba delicadamente de sus fuertes brazos - Fue algo muy desatento de tu parte. -
- Lamento mucho eso, pero si te permitía concluir con tus reproches, no hubieses aceptado mi chaqueta. - explicó él despojándose de su visor amarillo y sus guantes cafés, dejando estos mismos sobre el escritorio pequeño de cristal que el cuarto de Seki tenía cerca de la ventana - De hecho, podría considerarse un milagro que no recriminaras nada en el camino. -
- Tantas preguntas me dejaron exhausta, Hawks. - dobló cautelosamente la prenda del mayor que ella anteriormente vestía, siendo precavida de provocar el mínimo de arrugas posibles en el proceso - Tal vez por eso ya no me sobraron ganas para pelear contigo. -
Al principio, él se sorprendió por esa inesperada contestación, aunque al recordar lo que Akira había dicho en su entrevista, se le hizo imposible contener una melosa sonrisa ladeada.
- Tiene mucho sentido. - dijo quitándose sus botas, para posteriormente, acomodarlas a un costado de la entrada de la habitación ajena - Pasando de página, ¿haremos algo o ya dormiremos? -
- ¿De verdad lo preguntas? - su contrario asintió, ansioso por una respuesta - Sabes que siempre que te quedas a dormir hacemos algo, pero necesitamos ponernos cómodos. Traer puestos estos tacones está destrozándome los pies. -
Keigo tomó asiento en la esquina derecha del colchón matrimonial cubierto de suaves sábanas y edredones color salmón hechos de refrescante algodón, soltando un suspiro de placer puro en cuanto sintió la agradable superficie bajo de sí.
Mientras que su ojiámbar amigo se relajaba sobre su cama, la de profundos ojos negros se encaminó al baño, no sin antes dejar en las piernas de Hawks un conjunto de ropa holgada que exclusivamente había comprado para él debido a las inesperadas visitas nocturnas en su alcoba que Takami solía realizar casi a diario.
Ya dentro, deshizo su peinado delante del espejo con un poco de brusquedad, ya que al haber utilizado tanto fijador, el cepillo no se deslizaba fácilmente por su largo cabello rubio y eso era algo que le fastidiaba.
- Esto es una verdadera molestia. - comentó para sí misma, haciendo un esfuerzo en vano por intentar alcanzar el cierre de su vestido -
Al no estar cerrada la puerta del baño, Hawks pudo claramente escuchar la inconformidad de la más baja, por lo que también decidió entrar en él y posicionarse detrás de ella, logrando que Akira delirara deleitada gracias al frío tacto de los falanges de Keigo en sus pequeños hombros descubiertos.
- Hawks... - siseó la femenina, distinguiendo como su piel se erizaba ante el toque del mayor -
- Estamos solos, sabes mi verdadero nombre, ¿por qué no lo usas? - preguntó cerca de su oreja, logrando que su pesado respirar se estampara contra el blanco cuello de la chica -
