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Oblígame a pensar sólo en ti...
Dame esa versión que te niegas dársela a cualquiera, muéstrame las espinas que se ocultan en tu interior y aquel lado tan encantador que siempre te empeñas en esconder, no te guardes nada, porque n...
Su vuelo se detuvo frente a las enormes puertas de cristal, acomodó su abrigó y se adentró en el gigantesco edificio perteneciente a su mejor amiga.
Habían pasado menos de cuarenta y ocho horas desde que discutió con Akira, sin embargo, su alta dependencia hacia a ella, le impedía pasar más tiempo sin su calidez.
Caminó con suma confianza hacia el ascensor, pero el llamado de atención que recibió por parte de la chica de recepción le obligó a detenerse a regañadientes.
- Suzuki-chan, qué sorpresa. – saludó Keigo sonriéndole coquetamente a la pequeña mujer tras el escritorio –
- Hawks-san, buenas tardes. – hizo una reverencia con nerviosismo, pues tener encima esos orbes dorados no servía de mucho – Lamento informarle esto, pero Seki-san me pidió que no quería que nadie la molestase, sobre todo usted. – brevemente explicó, esperando que el héroe lo comprendiera –
- Oh, ¿enserio? –
- Sí, eso fue lo que nos encargó... – murmuró totalmente avergonzada, suponía que era normal, a fin de cuentas, era uno de los tantos efectos que Hawks provocaba en una gran variedad de personas –
- Bueno, estoy seguro que no le molestará si voy a alegrarla un poco, con permiso, Suzuki-chan. – agregó retomando su paso, ignorando completamente los gritos de advertencia provenientes la menor con una sonrisa prepotente grabada sobre sus labios –
Al llegar al piso deseado, recorrió a ritmo perezoso el largo y frío pasillo que llevaba donde Seki se hallaba, supuestamente, en total soledad.
Frenó sus pasos delante de la imponente puerta de caoba, tomó el pomo de esta misma, dispuesto a abrirla para poder disculparse con su amada y de paso, invitarle a comer a ese costoso restaurante al que Akira tanto le gustaba ir, pese a esto, dejó sus acciones de lado al escuchar desde adentro una sonora carcajada genuina huir de los labios de la rubia, una de esas carcajadas que sólo él podía provocarle.
"Hay alguien más" pensó y rápidamente se alejó, manteniéndose quieto para que lograra oír claramente la animada conversación que se desarrollaba ahí.
- Dios mío, Nalu, esto está delicioso. – chilló emocionada Mind, saboreando a fondo el exquisito sabor de la hamburguesa de McDonald's. Nunca antes había probado la comida rápida, quizá por ser su primera vez le parecía ser la cosa más deliciosa del universo –
