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Oblígame a pensar sólo en ti...
Dame esa versión que te niegas dársela a cualquiera, muéstrame las espinas que se ocultan en tu interior y aquel lado tan encantador que siempre te empeñas en esconder, no te guardes nada, porque n...
El edificio se hallaba en un sepulcral silencio, por primera vez en dos años, no se escuchaba ni un suspiro y eso, de cierta forma, provocaba la preocupación de los individuos que trabajaban ahí.
Por otro lado, en el despacho de la heroína de rubia cabellera, únicamente se podía percibir el pesado respirar de Akira junto la pacifica compañía de Nalu, a quien ya empezaba a intranquilizarle el discreto llanto de su jefa.
- Kira-san... - llamó su atención utilizando aquel tierno sobrenombre que ella felizmente le había concedido usar, pues le pareció sumamente lindo - ¿Se encuentra bien? ¿Necesita que pida algo para usted? –
- Muchas gracias, Nalu, pero estoy bien. – sin despegar la vista de su escritorio y con un débil hilo de voz, amablemente le agradeció al pelirrojo –
El chico no pareció convencido con esa insignificante respuesta, ya que, estaba claro que la ojinegra no se encontraba para nada bien, mas tenía claro que si insistía en saber cuál era su malestar, tal vez la incomodaría y sus salobres lágrimas aumentarían. A pesar de mantener esto en mente, no era capaz de dejar que esa bella mujer se ahogara en su taciturna tristeza.
Interiormente se concentraba en acertar con alguna idea que lo pudiese socorrerlo y después de entretenerse así por un rato, una idea dentro de sí, brilló.
- ¿Me permite hacerle una pregunta, Kira-san? – Nalu preguntó y una falsa sonrisa se pintó sobre los labios de Seki mientras asintió de abajo hacia arriba – Sé que esto quizá le resulte estúpido, pero ¿usted siempre quiso ser una heroína? –
Su interrogante la toma desprevenida, eso se ve en la enorme sorpresa que sus ojos plasman.
Él se quedó mirándole expectante, aguardando su respuesta, ella aprieta sus manos sobre sus rodillas y nerviosa, muerde su labio inferior. Sintiendo como miles de antiguos recuerdos atacan su mente, sus ónices fanales se reúnen con los de Hiroki y suelta una pequeña risa risueña.
Nunca antes nadie le había preguntado aquello, pero le alegra que alguien se haya interesado en ese detalle por primera vez en mucho tiempo.
- Escritora... - admitió Mind sonriendo – desde pequeña quise ser escritora. Confieso que admiraba demasiado el trabajo de los héroes, no más. De hecho, jamás quise volverme uno, mi padre literalmente me obligó, pero siendo honesta, no me quejo. –
