015.

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Hana veía con el entrecejo fruncido vió como su hija única se hallaba hablando por teléfono mientras que la voz se le entrecortaba y sus ojos se volvían vidriosos gracias a las saladas lágrimas que estaban al borde de correr por sus mejillas rosas...

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Hana veía con el entrecejo fruncido vió como su hija única se hallaba hablando por teléfono mientras que la voz se le entrecortaba y sus ojos se volvían vidriosos gracias a las saladas lágrimas que estaban al borde de correr por sus mejillas rosas debido a la frustración que le causaba estar lidiando con su terca pareja y sus desgastantes ataques de celos.

- ¿Es enserio, Akira? No soy idiota, ¿así me ves acaso? – se quejó con molestia Satoshi a través de la línea –

- Claro que no, amor, pero realmente necesitaba de ayuda en la oficina y Nalu amablemente aceptó. No es algo de lo que tengas que preocuparte, de verdad. – Seki se excusó entre torpes balbuceos a la vez que se quitaba con determinación las gotitas de agua que no paraban de brotar de sus oscuros luceros negros – Sabes lo mucho que me cuesta mantener el orden con eso de los eventos y asuntos importantes, él se encargará de ello, no más. –

La heroína nunca supo cómo actuar con situaciones que incluyesen altísimos niveles de estrés o que le hiciesen percibir sentimientos encontrados, por lo que la mayoría de las veces no encontraba más remedio que soltarse a llorar en fallidos intentos de encontrar soluciones a sus problemas, sin embargo, siempre terminaba en la oficina de su mejor amigo, rogándole que se apiadase de ella y la ayudase.

- Y ahí estás de nuevo, poniéndome pretextos estúpidos para excusarte, como siempre. – dijo aparentemente hastiado – No sé si tu memoria sea igual de lenta que tú para captar correctamente las cosas, pero si así es, no me molestara volver a repetirlo hasta que se grave por completo en tu cabeza.

Ella también ya estaba harta de tener que escucharle hablar sin parar.

¿Se le era tan complicado a Ishikawa mantener la boca cerrada y dejar de montar teatritos sobrados por cualquier cosa que le pareciera malo?

- Mira, corazón, espero que estés atenta a lo que estoy por decirte, porque créeme que es odioso tener que estarte recordártelo cada vez que te haces la boba y se te olvida cuál es tu lugar. – mantuvo silencio por insípidos segundos – Me es muy tedioso tener que estar soportando tus acercamientos a otros hombres, se supone que yo soy tu novio, sólo por eso te pediré que mantengas tu distancia de ellos, ¿entiendes?

- Claro, amor, lo tomaré en cuenta... – murmuró bajando la mirada y apretando con fuerza la quijada – ¿Podemos hablar después, por favor? –

Ella desde hacia mucho sabía que él no la amaba como a diario solía decirle, más que nada, la rubia se volvió un capricho del que el castaño jamás se cansaría, pero aún así, su agotamiento mental ante las constantes peleas verbales -otros días físicas- contra el número quince eran muchísimo más fuertes que su voluntad de terminar con él.

¿Por qué?

Sencillamente porque las personas se cansan y optan por soportar sus problemas que luchar contra ellos y buscar una solución que les permita sentir el exquisito sabor de la felicidad, pues como todo ser humano, se hartan de seguir realizando la misma aburrida rutina de siempre que se repite tal cual como un bucle sin fin.

- Por supuesto, ojalá recapacites y entiendas que esto es por tu bien, me equivoco, por el bien de nosotros. – eso fue lo último que el oji-verde agregó, después de aquel minúsculo discurso, colgó sin siquiera decir "adiós" –

Mind soltó un suspiro corto y bloqueó el aparato electrónico, no sin antes ponerlo en vibrador.

Sumida en un cortante silencio, se dedicó a observar los tacones finos que su progenitora traía, ya que luego de aquella discusión telefónica, perdió todo el valor con el que había arriba a la casa de Hana y al tratarse de una mujer tan correcta como lo era la más popular diseñadora de modas en Japón, Akira tenía más que entendido que se le imposibilitaría mantenerle la mirada, aunque por unos milisegundos fuera.

- ¿Acaso te eduqué así, Seki Akira? – repentinamente la cuestionó su joven madre – Me decepciona ver como dejas que un hombre te manipule con tanta facilidad. –

- Tal vez no lo creas, pero a mí también, mamá... – le informó a la contraria, todavía con la cabeza gacha –

- No puede ser – Hana no evitó golpear la palma de su anillada mano contra su frente –, estas permitiendo que Satoshi Ishikawa te diga que puedes y no hacer, ¿comprendes la gravedad de todo esto? –

No recibió ningún vocablo como respuesta por parte de su retoño, sólo una simple afirmación con un movimiento flojo de cabeza.

La rubia menor escuchó el sonido de las plataformas de los tacones de su madre resonando contra el piso de caoba hasta que se detuvo delante de ella.

Ahora sus ojos claramente apreciaban la falda entubada verde pastel que años atrás le compró, pasados unos segundos, Hana se puso en cuclillas y sujetó el rostro de su hija entre sus manos suaves.

- Muy bien, ya oíste a tu tonto noviecito, ahora es turno de que me escuches a mí, ¿okey? –

- S-Sí, mamá. –

- En los diecinueve años que llevas respirando, tu padre y yo jamás, pero jamás te hemos prohibido hacer algo, porque ambos estamos seguros que lo puedes hacer. Y ahora que eres una adulta casi por completo, no tiene por qué venir a tu vida un hombre como Ishikawa a prohibirte lo que tus padres te dejaron hacer con tanta libertad. – tomó un poco de aire y retomó su hablar sincero – Tú, Akira Seki, no eres una muñequita sin conciencia propia para que tu pareja te tenga que estar dando órdenes de lo que sí o no puedes decir y hacer. No quiero que vuelvas a permitir que Satoshi o cualquier otra persona no te vaya a dejar hacer las cosas que Dai y yo sí te dejamos hacer. –

La número cinco quedó sin palabras.

Nunca le habían hablado así, quizás y esa era la señal divina que requería para comenzar a hacer las cosas bien, pues, aunque le pesaba aceptarlo del todo, su madre nuevamente tenía razón.

- Gracias, Hana. – plenamente agradecida le dijo a la ex-esposa de su padre –

- No hay de qué, princesa. – besó la frente de su primogénita de forma cariñosa – Puedes recompensármelo invitando a Hawks a comer el próximo jueves. No he visto a ese jovencito desde que asistí a tu graduación. –

Al principio, Mind se sorprendió, mas la dulce sonrisa que se dibujó en sus carnosos labios le hizo saber a Hana que su hija se hallaba totalmente de acuerdo con su invitación.

- No te preocupes, claro que lo invitaré. – accedió sonriente – 

 – accedió sonriente – 

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Oblígame a pensar sólo en ti || HawksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora