Sex 2

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Emilio

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Emilio

—Mmmmh me gustaría una pizza familiar y y dos coca colas por favor—ordena por el teléfono Joaquin mientras mueve sus piernitas de arriba hacia abajo, su pecho pegado al colchón.

Me acercó a él y me posiciono arriba de su espalda para dejar castos besos en su blanco cuello.

—Se te ven tan bien esas bragas amor—digo bajando mis besos hacia su espalda y continuando hacia abajo llegando a sus dos Grandes glúteos.

—Emilio estoy ordenando—dice con una sonrisa mordiéndose el labio—¿Eh? A si si en 30 minutos más okey gracias—corta para tirar lejos el celular y darse la vuelta, enfrentándome—30 minutos es perfecto—

Pega sus labios a los míos rápidamente.

Los mueve en compás lentamente y toco cada parte de su lechosa piel, disfrutándolo. Sus besos bajan a mi cuello y siento pequeñas succiones en él, marcándome. Después baja sus chupones hasta llegar a mi pecho y besarlo repetidamente con cariño de intermedio.

Sus regordetas manos toman el inicio de mi buzo gris y me sonríe ladinamente para yo asentir exaltado con aquella imagen. Joaquin arrodillado frente a mi polla mordiéndose sus pequeños y rechonchos labios brillantes. Empieza metiendose mi rosado glande y gimo por el agradable tacto. Su lengua delinea mi largo y grueso falo, de apoco lo mete más profundo por su garganta.

Gimo más fuerte desordenando por completo sus cabellos mientras él sube y baja repetidamente en mi polla.

—Lo haces tan bien...—digo mediando mis caderas al compás con su boquita. Gemimos juntos y me termino corriendo en su boca por la gran mamada.—¿Como puedes ser tan perfecto en esto mmh?. Digo regulando mi respiración mientras el traga toda mi esencia sin algún defecto por el amargo sabor.

—Soy experto en mi oficio, he practicado muy bien por dos años—dice parándome para ganarse a ahorcadas en mi— más con un 20 centímetros—yo sonrío y mis manos acarician sus glúteos perfectos. Estuvimos así por media hora cuando el timbre sonó por nuestro pedido.

—iré yo—digo para sostener su pequeña cintura y dejarlo encima del colchón. Camino lentamente hacia la puerta olvidándome de mi fachada y abro totalmente normal. La risa del repartido me confunde.

—Que—digo tomando nuestro pedido en mis manos y pagando aquello.

—Estuvieron malos los 30 minutos—se retira con una sonrisa y yo sonrió cuando me veo en el espejo. Chupones morados y cabello desordenado con cara de recién tener la mejor mamada del mundo.

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