Coquet

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Joaquín

Me miro en el espejo por segunda vez y niego.

Estoy delgado, las costillas se notaban en demasía y no me gusta. Pero tampoco quiero comer podría engordar y mi madre podría regañarme.

Hoy tengo día libre, por lo que tendría que trabajar en la noche solamente. Podría ir a la biblioteca y leer un poco o podría dormir todo el día. Me encanta bailar pero no hay descansos y uno necesita refuerzos.

Me tiro a la cama quedando extasiado por la suavidad de este. Es cómoda y calentita. Es como si alguien me abrazara eternamente en unos brazos gigantes.

Como si Emilio me abrazara eternamente. Me doy la vuelta en la cama mirando el techo y respiro hondo.

Emilio.

Siete largos años que no supe nada de él. Y creo que el nada de mi. Espero que esté feliz con una familia, con alguien que lo ame como se merece. Que lo respete y no lo deje solo.

Espero que no me odie. Lo deje partir para que sea feliz y no esté con una persona tan horrenda como lo soy yo.

Una lágrima corre por mi mejilla y me paro para salir. Necesito aire fresco. El olor a cigarro me deja mareado.

Iré a la biblioteca para despejarme. Leer un libro de terror o de comedia para distraerme. Me pongo la chaqueta amarilla pastel y salgo preparado.

The sweet la mejor librería del mundo donde tiene de todo y donde me encanta encerrarme.

Me siento en una de las mesas que está en la ventana gigante y empiezo a leer la novela que tenía guardada.

El día pasó volando. Donde me leí las 607 páginas del libro. El celular empieza a soñar dejando escuchar al típica canción de iphone.

—¡donde mierda estás!—la voz de mi madre me hace pararme rápidamente y veo la hora.

Joder quedaba solo una hora para poder prepararme.