Capítulo 1 - Bajo el mismo infierno

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Capítulo 1 – Bajo el mismo infierno

"Aquí vamos de nuevo" susurraba bajo la fuerte lluvia que embestía sobre su cuerpo. La sangre que irrumpía sus prendas iba siendo limpiada por la gran cantidad de gotas que se escurrían a través de su figura hasta tocar el suelo. Apenas podía mantener sus ojos abiertos porque tanto el agotamiento físico como psicológico eran causantes de un posible desmayo. Aún pese a ello, se mantuvo firme a todo momento. No importaba cuantas veces cayera al suelo ni la sangre que derramaban sus víctimas, tampoco así, su propio bien estar porque al fin y al cabo no tenía nada que perder excepto su vida, aunque esta para él no tenía ni la más mínima importancia.

Mientras que las oscuras nubes cubrían cada rastro de luz posible, el hombre continuaba batallando pese al dolor que soportaban sus extremidades. No solo tenía cortes, si no también quemaduras producidas por él mismo al haber realizado "el gran incendio". "Por fin estamos muertos" se dijo a sí mismo. Sin embargo, no pudo contener una inmensa sonrisa de oreja a oreja la cual infundió pánico a los guardias que intentaban retenerlo. Los gritos de la multitud acariciaban sus oídos mientras que el olor a pólvora afinaba cada sentido de su cuerpo. Jamás había estado tan satisfecho y roto por dentro a la misma vez, realmente era un sentimiento único pero de alguna manera bastante gratificante. Sus dagas atravesaban cada arteria del corazón al instante, su amor a la destrucción era inmenso. Sin más preámbulo, corre hacia su oponente con su daga favorita en la mano y al estar lo suficientemente cerca del rival, lo queda mirando con un gesto que este jamás podrá olvidar. Un gesto que suplicaba perdón y afecto mientras que de sus ojos se desprendían lágrimas abundantes. Por desgracia, el guardia quedó vivo por culpa de la incertidumbre del hombre al momento de matarlo "¿Cómo podría estar llorando el criminal más temido y/o respetado de la ciudad?" pensó el pobre hombre lastimado una vez retirado de la batalla aprovechando el momento de escapar mientras que su cara mantenía el asombro. De alguna manera agradecía estar vivo pese a que su familia murió quemada como muchas otras por culpa de este criminal.

"¿Lágrimas? Que extraño... debí de haberlas olvidado" se disputaba el hombre a sí mismo. Hacía ya mucho tiempo que no las sentía recorrer por su mejilla; se sentían muy cálidas por momentos, pero a su suerte estas se mezclaron junto a la lluvia incapaz de apagar el fuego, pues el incendio era completamente devastador. "Lamento retirarme amigos míos, si tienen tiempo como para perderlo conmigo, mejor vayan a rescatar a las personas que se encuentran en esa dirección" dijo señalando con el dedo a cierto grupo que estaba siendo consumido por las llamas. Muchos guardias, pese a que lo intentaban, eran incapaces de acercarse pues el olor a la carne humana quemada les causaba una tremenda repulsión y de manera instantánea vomitaban sobre sus puestos. Sin preludios, el criminal escapa de una manera bastante disimulada, pues ya era un experto en el arte del escape. Pese a ello no pudo avanzar mucho por la cantidad de sangre perdida así que se detuvo entre medio del bosque oscuro que estaba alejado de la ciudad y se sentó a gusto bajo el manto de un gigantesco árbol.

Los gritos de los guardias desesperados se podían oír desde lo lejos, por mucho que él quisiera alejarse, su cuerpo no podría soportar mucho tiempo ya que estaba al borde de la muerte. Fue entonces cuando observó que a lo lejos se acercaba una silueta rápidamente pero no podía distinguir cuál era su sexo, ni como vestía y/o que portaba. Lo último que llegó a observar fue sus propios brazos que perdían sangre cada vez más rápido. En estos momentos el hombre no comprendió su avidez por querer estar vivo pese a que lo único que pretendía hace un momento era morir. Sí, el no luchaba pensando en ganar, el sólo quería que lo pusieran a descansar bajo su propia tumba y eso si es que se merecía una en este basto infierno. Cerrando los ojos con un gesto bastante cansado, su cuerpo cae de una inclinación a la derecha mientras que la lluvia golpeaba todo el bulto estropeado en el suelo empapándolo una vez más. Los 5 litros ½ de sangre que conservaba el criminal ya estaban casi al borde de ser expulsados de su recipiente. Ahí se quedó, inconsciente debido a los actos que cometió y de alguna manera representa a lo que hoy llamaríamos karma. Aunque su muerte sea una bendición para cualquier ser humano, jamás podría haber un intercambio equivalente entre su vida y todas las que arrebató. Tendría que seguir sufriendo y/o viviendo para pagar cada desastre que realizó; al fin y al cabo, así fue. Todo por culpa de la sombra que se acercó a él rápidamente para salvarlo en el oscuro bosque aún incluso cuando lo más probable sea que esta silueta lo haya salvado solo para torturarlo y/u ofrecer una recompensa por él.

Graves, el del gran incendio, seguía inconsciente. Gracias a los primeros auxilios de su salvador, la sangre ya no tenía oportunidad de derrocharse. El salvador custodiando de que nadie lo vea, se lo llevó en brazos hacia su cabaña aún más adentro del profundo y oscuro bosque procurando no llamar la atención y mucho menos hacer ruido. Le costaba caminar, pues la lluvia dificultaba su paso al crear charcos de barro en el camino, y pues, con el peso del criminal encima suyo, todo era el triple de difícil. Asustado, la silueta se detiene al oír pasos de guardias que estaban en busca del hombre que había incendiado una ciudad entera de una manera espectacular pero escalofriante. Fue entonces cuando estos observaron el bulto que la sombra carreaba notando así de inmediato que se trataba nada más y nada menos que del criminal. Por desgracia, su salvador tuvo que dejarlo acostado en el rocoso y sucio suelo mientras que el humo de la ciudad ya estaba tomando el control del bosque mientras que el viento se hacía cada vez más denso. "¿Por qué estás protegiendo al criminal?" Preguntaron los guardias muy extrañados. "¿Cómo es posible que protejas a esa mierda de persona cuando lo único que ha provocado son desgracias?". Furiosos, los guardias comenzaron a bombardear de preguntas a la sombra que cada vez era menos visible debido a las capas de humo. Estos se detuvieron al darse cuenta de que el oxígeno iba disminuyendo y es que se estaba volviendo muy complicado respirar. Por otra parte, la silueta no parecía tener problema alguno, pues había prevenido este hecho con una máscara. "No me hagan matarlos. O guardan el secreto o de lo contrario morirán" le dijo a los guardias de una manera intimidante. Para los guardias fue una extrema falta de respeto y atacaron sin dudar instantáneamente. Desafortunadamente en unos segundos, sus cabezas fueron retiradas de sus organismos de una manera bastante sutil pero cruel. La navaja había cortado la garganta lo suficientemente profundo como para dejar el hueso al descubierto. Sin escrúpulos, la sombra arrancó con toda normalidad los músculos restantes junto a los huesos de sus cabezas. Aunque no lo pareciera, no era necesario aplicar tanta fuerza, pues la navaja había dejado sus cuellos bastantes flojos. El cuerpo de los guardias y sus respectivas cabezas fueron ocultadas por la silueta bajo un gran arbusto. Era casi improbable que alguien los encontrara debido a la cantidad de hojas que el arbusto presentaba y por supuesto también porque el olor a humo dificultaría su encuentro.

Tomando el bulto de vuelta, este caminó entre las sombras hasta llegar al lugar que tenía planeado. Sin más advertencia, sacó de su bolsillo izquierdo sus llaves y con delicadeza abrió la puerta con la mano izquierda ya que con la otra sostenía a Graves.

El lugar era completamente privado, alejado de la ciudad y por suerte, el humo todavía no reinaba sobre la cabaña. Debía agradecer que nadie jamás se atrevería a adentrarse en lo profundo del bosque por lo oscuro que es. Eso le dio una ventaja bastante considerable para poder llevar al criminal a sus aposentos. Acomodó a Graves en el sofá por un momento y de inmediato se sacó su calzado pues llevaba dos horas caminando a través de la intensa lluvia. "Al menos sólo tuve que lidear con dos guardias. Y yo que especulé que iba a pelear contra unos 50" pensaba mientras suspiraba. Gracias a como se le presentaron las cosas, se le hizo muy fácil completar lo que tenía planeado. Incluso estaba muy preparado para enfrentar a quien sea ya que al fin y al cabo se trataba de ir a rescatar a uno de los peores criminales que podían existir.

Se cambió su ropa empapada, comió lo suficiente como para recuperar energías y cogió una ropa cómoda para dormir hasta que bruscamente recordó: "¡Graves!". Entonces procedió a desvestirlo para quitar su ropa inundada y sucia debido a el barro. Sin embargo, algo retumbó en su corazón al ver el pecho del criminal. Este presentaba un sinfín de cicatrices y marcas, las cuales lo dejó un poco asombrado por la impactante vista. Mucho peor fue ver su espalda. Esta presentaba marcas de latigazos bastante recientes autoras del mismo criminal. La silueta jamás había pensado que Graves pudiese hacerse tanto daño a sí mismo. Al ver esas heridas semi abiertas intentó limpiarlas y curarlas lo más rápido posible incluso cuando su mente se distraía imaginando el por qué lo habría hecho. No fue necesario retirarle sus pantalones pues ya había curado sus heridas inferiores al momento de salvarlo. Fue entonces cuando gustosamente su salvador procedió a amarrarlo sin camisa a la silla porque Graves, a decir verdad, era su presa y tenía muchos tétricos planes para hacer con él como si fuese su juguete. Con una preocupada pero macabra sonrisa, la silueta se va a dormir plácidamente por haber cumplido con su cometido y por haber encontrado lo que estaba buscando, es decir: amor y odio.

Demasiado triste para morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora