Demasiado triste para morir

Capítulo 3 - Dulce agonía

¡E-espera, creo que si hago esto... Listo! Ya está – Le dice a Graves con un tono de ganador –

¿Cómo has podido hacer eso? – le pregunta completamente intrigado, pues Twisted había encendido un papel con las manos –

Bueno pues, con una fuerte fricción y un poco de fosfato eres capaz de generar una gran cantidad de calor sobre el papel haciendo que este se queme – mostrándole el procedimiento requerido para esto –

Es realmente impresionante – responde Graves con una cara de asombro, pues para él era como si hubiese un mago frente a sus ojos. Sin opción, decidió cortar la parte trasera del puro con los dientes incluso corriendo el riesgo. Por suerte la estructura del cigarro se mantuvo igual. Pudo haberlo intentado con sus dagas, pero estas estaban ya muy sucias de sangre y poseían un filo muy gastado –

Pon el puro antes que el papel se queme por completo, ¡rápido! – se acerca con el papel quemándose en su mano hacia la punta del puro que Graves sostenía con sus gruesos labios y de vez en cuando con sus dientes–

Por poco me quemo y quedo en vergüenza – piensa Twisted mientras observa su mano para presenciar la mini quemadura que se había producido –

Twisted solo podía apreciar el momento y el silencio que abundaba en la habitación tanto como el humo. La cara del criminal expresaba mucho más que tranquilidad y satisfacción. Para él era un éxtasis y no solo por el sabor del puro y por el hecho de fumar, si no, por los recuerdos que a Graves le producía. Llegó un punto en el cual hasta Twisted quería formar parte de esa tranquila comodidad que su posible víctima concebía. Eso sí, no a través del cigarro, aunque este si lo estaba afectando un poco pues no permitía el ingreso libre de oxígeno a su cerebro... mucho menos después del incendio.

Vaya, es fuerte. ¿Fumas un puro o un tren? – le dice a Graves tosiendo mientras ríe, aunque este no recibe una respuesta, solo unos ojos que le decían "siéntate a mi lado" -

Bueno, no sé si realmente te estoy agradecido. Solo sé que quiero pagártelo, así que si necesitas matar a alguien aquí estoy – le dice Graves completamente serio a su salvador mientras fumaba tomándose sus respectivas pausas y disfrutando cada tiro del cigarro. Graves jugaba con el humo para apreciar la mayor cantidad posible de detalles. El forajido estaba un poco descolocado ya que nunca ha usado las palabras adecuadas en ocasiones amables –

No te preocupes, al fin y al cabo, no necesito matar a nadie de momento. Tampoco es como si necesitase tu ayuda para eso, estarás tranquilo por un tiempo – Dice Twisted mientras hace un gesto con las manos que expresan tranquilidad -– Graves, una pregunta... – le dice con un tono algo débil, pues no quería interrumpir mucho su momento y él también quería tener un poco de tiempo para pensar – ¿Por qué tienes esas cicatrices y heridas en tu pecho? – Dice mientras apuntaba con la punta de sus dedos a una zona delicada de Graves. Este rápidamente lo mira de manera desafiante a los ojos mientras que el humo tapaba su cara.

Graves se quedó en silencio durante unos segundos y responde con un tono frío tras pasar por una catarsis de recuerdos – ¿No crees que preguntar sobre el pasado de alguien luego de haberlo conocido hace muy poco no es amigable? – vuelve a regañarlo mientras sus ojos desvían su mirada hacia el puro – Mis heridas no son parte tuya, déjame tranquilo. – Pese a la incomodidad, Graves retoma la conversación con fuerzas intentando darla por terminada –

Básicamente si son en parte mía, ya que yo sané algunas. Aparte son relativamente recientes, reconozco el color y el olor de la sangre al igual que tu sistema tegumentario así que tampoco es como si estuviésemos hablando de un pasado tan lejano. Además, he sido bastante amable contigo – Con un tono de seriedad explicaba Twisted sin titubear a través de su experiencia mientras que Graves lo escuchaba atentamente - ¿No crees que tus heridas son irónicas precisamente por seguir aquí? ¿Vivo? – preguntó aún tras saber que podría molestarlo -