Capítulo 12 - Reversos inversos en versos

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Capítulo 12 – Reversos inversos en versos

Graves en el cuarto de su madre – Flashback

¿Cómo me hago amigos de ellos? – preguntó Graves a su madre mientras que con sus mantas blancas la cubría para que esta descansara después de la operación –

¿No has hablado con ellos nunca? – preguntó la madre de Graves con dificultad mientras que con su mano derecha acariciaba la pequeña cabeza de él –

No, sólo los veo jugar desde mi habitación, pero nunca me he atrevido a acercarme – respondió Graves mientras que algo triste bajaba la cabeza disfrutando el cariño de su madre –

¿Qué te gustaría decirles? – agregó la madre mientras se acomodaba y apoyaba su cabeza sobre una dura almohada –

No estoy seguro... - respondió Graves un poco avergonzado – solo quiero estar con ellos... también hay una chica que se ve muy simpática – agregó Graves rápidamente mientras que le daba la espalda a su madre para que no se haga malas ideas –

¿Y por qué no te acercas? – preguntó la madre cogiéndole la mano a Graves para que este se dé la vuelta y así nuevamente observar sus tiernos ojos –

Es que se ven tranquilos y no sé si les agrade... después de todo muchos me conocen y pueden decir cosas de mi – suspiró Graves mientras que acariciando la mano de su madre se sentaba sobre la cama junto a ella –

Lo mejor sería preguntarles, ¿no crees? – agregó la madre de Graves mientras que subía sus manos para acariciar las mejillas de Graves entregándole así su amor materno –

¿Pero cómo les pregunto sin que me tenga que acercar? Normalmente cuando hago amigos, ellos vienen hacia mí, yo no sé acercarme... además, siempre es coincidencia cuando conozco a la gente - preguntó Graves sin la esperanza de obtener una buena respuesta mientras que con su mano derecha acariciaba los largos cabellos de su madre –

¿Sabes? ¡tengo una respuesta! – respondió la madre mientras que con una sonrisa tocía del dolor. Tras un rato tras ver los brillosos ojos contentos de Graves, esta pudo entregarle la réplica – Una carta

¿Una carta? – respondió Graves algo quejumbroso mientras que se decepcionaba –

Sí, una carta. Cuando no puedes decir lo que realmente pretendes decir, puedes escribir una carta. En esta no sueles cometer errores si la revisas una y otra vez y puedes explicarte sin verte confrontado de inmediato – explicó la madre mientras que le sonría al pequeño para que este no se desanimase – ¡De hecho, yo misma te he hecho cartas! – comentó para así animarle –

Supongo que podría intentarlo... - comentó Graves agradecido mientras que abrazaba y disfrutaba de su madre. Incluso cuando todo dentro de la planta era caótico, para Graves estar con su madre era reconfortante, pues le hacía olvidar su situación –

Pero no es necesario que me escribas cartas – agregó Graves tras soltarse de los brazos de su madre – tú siempre puedes decirme lo que sea –

La madre con una sonrisa no pudo hacer más que sentirse completamente plena por dentro mientras que disfrutaba su compañía, pero al ver de reojo el reloj que colgaba sobre su pared informándole que Graves tenía que irse, se vio forzada a cambiar el ritmo de la conversación – Graves, ahora tienes que irte, te están esperando –

Oh, ¡es cierto! – contestó Graves tras ver el reloj levantándose para así abandonar la habitación –

Graves se dirigía hacia la salida del cuarto para así posteriormente dirigirse hacia los doctores, pero fue entonces cuando una última duda le surgió en su mente obligándole a encontrar una respuesta. Como Graves solo tenía a su madre de mentora, no tuvo más remedio que darse la vuelta para dirigirle la mirada nuevamente para formular incluso pese el apuro:

Demasiado triste para morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora