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Intentaba con todas sus fuerzas no parecer asustada o con ganas de salir corriendo de su oficina, ese hombre frente suyo infundía un miedo terrible, quizá era su seriedad y la frialdad de sus ojos o quizá solo eran cosas suyas, Hilda le rogaba a todo dios que conocía que no preguntase nada con respecto a su salida hace un momento porque entonces tendría que mentir y era una de las cosas que odiaba, se mordió el labio y desvió la mirada escuchando cada palabra que Lacroix le decía sin prestar atención, solo esperaba a que se fuera y que todo volviese a la tranquilidad.

—Hilda — la llamo, la pobre mujer dio un salto del susto — ¿Cómo esta Camus? — pregunto, la chica se aguantó las ganas de soltarle una bofetada ¿Por qué no se dignaba en ir a verlo con sus propios ojos?... ¡ah! Es verdad... era una deshonra.

—Bien — casi sin ganas salió aquella respuesta, se quiso golpear por su actitud.

— ¿Progresa o sigue empeñado en decir que ama a ese hombre? — ahí estaba de nuevo esa maldita pregunta.

—Señor Lacroix — lo llamó — no quiero que piense que soy grosera — dijo antes de armarse de valor — pero lo que hace es un error, Camus está en perfectas condiciones y el hecho de que ame a ese muchacho no lo hace indigno de su apellido o de su familia, los medicamentos o el hecho de estar aquí no tienen efecto en ese corazón que ama — hizo una pausa viendo como la expresión de Mystoria cambiaba a una llena de enojo — pero si usted no lo comprende, entonces sería bueno que dejara de preguntarme si progresa o no.

—Si no quieres ayudar a mi hijo, — su tono era de enojo y aquella mujer pelirroja solo se mantenía ahí, callada sin decir nada — entonces iré con la jefa de tu departamento, ella seguro que ayudará.

—Creo que no me está entendiendo — lo detuvo del brazo antes de que saliera de su oficina — su hijo no necesita ninguna cura porque no está ni enfermo ni loco. — Mystoria le miró con enojo y arrebató su brazo del agarre de Hilda.

—Ya veremos si Seraphina dice lo mismo.

Vio a los señores Lacroix irse de su oficina, tenía que hacer algo antes de que esa mujer metiera sus narices en su asunto, Hilda era la responsable del supuesto tratamiento de Camus Lacroix y no iba a dejar que esa ingrata hiciera con su paciente lo que le diera la gana, despues de todo, no puedes curar algo que no lo necesita porque no lo está; se sentó en la silla de su escritorio y lanzó al aire un suspiro pesado. 

~●~

Si viéramos al Camus que era antes de conocer a Milo, seguro y no lo reconoceríamos en este instante, ya no era el chico encerrado en su habitación viendo las horas pasar por su ventana, ahora era el chico libre que veía los atardeceres tumbado en el pasto del parque entrelazando sus manos con aquel hombre que despues de casi medio año, ama como a nadie en su vida porque ambos son tan distintos que se complementan a la perfección, son polos opuestos atraídos porque las leyes así lo dicen ¿no?, son lo que el otro necesita para ser feliz y quizá es la única verdad.

Ahora ignoraba todo a su alrededor, ignoraba que afuera de las cuatro paredes de su habitación estuviese su padre, su medio hermano y su madre, ignoraba que las cortinas de su cuarto estuviesen abiertas de par en par al igual que la puerta del balcón, pasaba desapercibido que hubiese arreglado ya su cama, no le importaba que la música que escuchaba en ese instante estuviese a todo volumen y que la voz del artista se mezclara con la suya, ni siquiera advertía que la puerta estaba entreabierta; amaba esa canción y ahora se encontraba sobre su cama con el cepillo que usaba para peinar su largo cabello como micrófono para cantar a todo lo que le dieran los pulmones las hermosas estrofas de "Eviter Les Roses" y sentir en su piel como las notas de la melodía lo hacían moverse como nunca. 

Subía las manos, cerraba los ojos y exigía a su garganta no quedarse sin aire, su cabello rojo danzaba con el movimiento de su cabeza a la par del publico invisible que enloquecía ante tanta elegancia y libertad que desprendía ese delicado francés, cuya sonrisa no se iba ni un poco, las suaves almohadas de la cabecera habían sido lanzadas contra la pared más cercana y él juraba tocar el cielo con las manos, juraba tocar las estrellas que más de una vez vio fuera de su casa, juraba tocar el paraíso con la punta de los dedos aunque solo estuviese tocando el techo de su habitación, bajo de la cama donde estaba saltando para convertir el frio suelo en su pista y ahí entre aquella canción, su alma por fin se sentía libre: de las ataduras de su realidad.

"Sans fleurs, sans fards, Sans que la fin nous sépare, Mourir d'un amour qui ose, Éviter les roses, éviter les roses" (sin flores, sin maquillaje, sin que el final nos separe, morir por un amor que se atreve a evitar las rosas, evitar las rosas). La ultima estrofa de aquella balada y la puerta que yacía entreabierta fue abierta de golpe dejando ver al serio Camus Lacroix despeinado y con falta de aire en los pulmones sonriendo como un idiota enamorado y riéndose de su tan bella "actuación", mientras que ahí en el marco de la puerta, la sorpresa en el rostro de ese chico decía todo, no reconocía a su medio hermano y en algún momento pensó que estaría envenenado o quizá drogado o algo por el estilo.

— ¡Pap...! — antes de que pudiese acabar el llamado Camus le tapó la boca y lo arrastro al interior de una desordenada habitación.

—Ni se te ocurra ir de soplón, tú no has visto nada, ¿entendido? — alzó el micrófono que volvió a ser cepillo ante la cara de susto del otro — ¡¿entendido?! — volvió a decir.

—Sí, entendido — dijo y el alma les volvió al cuerpo a ambos.

Vio como Camus se arreglaba y arreglaba el desastre que había dejado en la habitación con los ojitos llenos de ilusión, despues de todo, su medio hermano no era más que un niño de unos escasos diez años que había perdido a su madre en una trágica escena que parecería salida de una película de terror: un cruel asesinato con un solo propósito: venganza, nadie dijo nada cuando Mystoria Lacroix entro por la puerta principal con el pequeño de su mano y quizá había sido lo mejor.

— ¿te iras de nuevo, Cam? — pregunto inocente. 

— Sí, y te agradecería que no me llamarás así — se encaminó a la salida de su habitación y antes de perderse en el pasillo, volvió su mirada — y no le digas nada a padre, ¿entendido, Krest? — solo pudo ver como asentía. 

🦂❄
Aaaah este se alargó un poco y llegué temprano.

Se vienen los problemas y ustedes dirán, ¿Más?, pero ya saben que me encanta el drama y la tragedia, así que, mejor vayan haciendo planes de tortura... digo, preparando las municiones por cualquier giro inesperado de los acontecimientos.

Otra cosa, les agradecería mucho que pusieran atención no solo en el ambiente que hay cuando mis niños están juntos, si no también en la música que escucha y toca Camus y también en las cosas que pinta y por si fuese poco en las cosillas que más adelante mostraré de Milo, hay mensajitos ahí.

Por cierto si quieren la canción completa se las dejo aquí abajito, tal vez les guste tanto como a mi.

Dan R

Sweet TragedyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora