Al otro día ni siquiera se había levantado de la cama cuando Seraphina entró a su habitación con el "desayuno" en una charola de plata, el francés la miró poner aquello en la mesa y sentarse como si estuviese en su casa en una de las sillas de aquella habitación, cruzando una de sus piernas, Camus se vio obligado a sentarse a la orilla de la cama y verla con indignación, ¿Dónde carajo estaba Hilda?, quizá y eso era el principio de una larga semana, de un largo mes y posiblemente de un largo año.
— Camus — escuchó la voz de aquella mujer — ¿Qué te trajo hasta aquí?
— Mi padre — respondió frio levantándose y viendo el intento de desayuno que había en la charola, una taza de té y un par de tostadas francesa, soltó un suspiro, comenzaba a extrañar a Hilda.
— ¿Razón? — preguntó, aunque ya sabía, eso no quería decir que se conformaría solo con la versión de Mystoria.
— Desafiar reglas — volvió a responder cortante, la mirada que le dio Seraphina le dijo que no era suficiente, pero no le importó.
— entonces ¿eres un rebelde con o sin causa? — le miró con indignación.
— Quizá ambas — se encogió de hombros y mordió una de las tostadas francesas — y no fue mi culpa, nadie obliga a nadie a amar.
— Eso es cierto — dijo Seraphina viendo cómo se metía la segunda tostada a la boca de un solo bocado — pero nunca pensaste en tus padres ¿o sí?, a todo esto, dime ¿Quién es la afortunada? — Lacroix giró su vista hacia ella y le fulminó, ahí estaba, esa mirada, la mujer quiso reírse de su rostro de molestia pero se aguantó.
— Afortunado — recalco el joven, quizá ahí estaba la clave de aquella "locura" de la que hablaban sus progenitores— pero no tengo nada que decir —dijo y como si ello le molestara, regresó a la cama y se cubrió hasta la cabeza con la sabana.
Seraphina soltó un suspiro, se levantó de su lugar, tomó aquella charola y se dispuso a irse, no sin antes acercarse al ovillo pelirrojo en la cama y susurrarle con burla un muy fuera del lugar "no te preocupes, ayudare a curarte de ese amor" y se fue, dejando a un Camus con ganas de romper todo lo que estuviera a su paso y enojado hasta más no poder, ¿Cómo se atrevía a decir eso?, solo suspiró y cerró los ojos para poder calmarse y quizá para dormir de nuevo y olvidarse de esa conversación.
~●~
— ¿QUÉ HACE SURT AQUÍ? — preguntó indignado a su madre.
— Vino a verte — respondió Shijima, el francés cerró los ojos, se puso la mano en el puente de la nariz y soltó un suspiro.
Lacroix había llegado de "su compra misteriosa" y se encontró a su madre junto a Surt, Simone, su hermana y la madre de ambos, se sentó soltando maldiciones por lo bajo viendo como el otro muchacho se aguantaba la risa; hace tiempo que no le veía y esperaba no hacerlo pero al parecer el universo tenía algo en su contra que se vio obligado a estar ahí lo que restaba del día, con el rostro serió y queriendo que la tierra se lo tragase y lo escupiera al otro lado del mundo... o en la casa de Milo.
Aquella noche se encerró en su habitación para no ser molestado hasta la mañana siguiente pues en primera, no se podía quedar ahí todo el día o toda la semana o el tiempo que Surt estuviese ahí; bueno, en realidad si podía pero no es como que quisiera estar ahí, en otro momento si lo hubiera hecho pero ahora, la necesidad de salir de casa era quizá parte fundamental de su día desde los últimos seis meses, y como si su mente hubiese invocado a la mala suerte, Surt lo alcanzó en la cocina.
—Camus — lo llamó — ¿Cómo has estado?, hace tiempo que no nos vemos.
—Bien, hasta que llegaste — lo último lo susurró con la intención de no ser escuchado.
—No seas malo, llevo casi un año sin verte, ¿podemos hablar? — pregunto siguiendo al francés que había tomado su desayuno y se dirigía a su habitación para comer ahí, leer tranquilo y cuando llegase la tarde escabullirse de nuevo e irse.
—No — le respondió cortante.
—Vamos, Camus, solo será un rato — volvió a insistir.
— ¡He dicho que no! — le gritó y le cerró la puerta en la cara.
— ¡huy, que genio! — dijo y se retiró encontrándose al pequeño Krest en las escaleras, como ya era su costumbre, saboreando el ultimo croissant de la dote que su hermano le había dado.
El castaño ni siquiera se dignó en mirarlo, en primera porque su pequeña mentecita de 10 años le decía que aquel chico estaba ahí para desordenar la "zona de confort" de su hermano y ello no le agradaba puesto que el mal humor del pelirrojo estaba regresando; en segunda porque su sola presencia le había obligado a mudarse de habitación, pasó de estar completamente solo en su "guarida" a ser huésped en el cuarto de papá y mamá y en tercera, porque si Surt seguía de metiche en su casa, no podría tener oportunidad para preguntarle a su hermano quien era aquel muchacho rubio que dibujó alguna vez con tanto detalle que lo hacía ver como uno de esos héroes de los mitos.
Soltó un suspiro pesado, sintiendo como Surt se sentaba a su lado, desvió la mirada rodando sus pequeños ojitos azules pensando en levantarse e ir a encerrarse con Camus solo para no tener que ver la cara de su tan inoportuno visitante pero pareciera que las piernas no le respondieron, se resignó a quedarse ahí, posiblemente a escuchar las locuras de ese hombre que escuchó, venia de una provincia rusa.
— Hola — dijo Surt
— Hola — contestó — ¿no tienes otra cosa que hacer? — preguntó el pequeño sorprendiendo al mayor, vaya que esa frialdad era de familia.
— No — respondió y se encogió de hombros
—Pues has algo — dijo, esta vez sí se levantó y fue directo a la puerta que conducía a la habitación del francés.
Surt negó viendo al chiquillo irse, se quedó sentado en las escaleras viendo como las pequeñas piernas de Krest ascendían y se detenían frente a aquel madero que casi golpea su nariz, se quedó observando como el pequeño miraba para todos lados comprobando que ninguno de sus 'padres' o sus 'invitados' estuviesen cerca, una vez se deshizo de sospechas innecesarias, tocó la puerta con una combinación extraña que parecía código morse mal empleado.
—Cam — llamó a su hermano — ¿me dejas pasar? — un par de segundos de no escuchar nada del otro lado de la puerta decidió justificarse — Cam, vamos, déjame entrar, no quiero estar aquí afuera escuchando la frustración de Surt porque no le hablas — escuchó como la puerta se abría y despues de haber entrado, se cerró a sus espaldas con todo y el cerrojo.
🦂❄
Esto se va a prender.Krest es un amor, amo a este niño.
Tengo ganas de darle con la silla a Seraphina y también a Surt, pero por respeto a la silla, no lo voy a hacer.
Y no importa que ya lo haya dicho, Feliz cumpleaños, lxvextar.
Dan R
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Sweet Tragedy
FanfictionUn encuentro casual, un amor prohibido y una dulce tragedia que envuelve a los protagonistas. Los personajes son propiedad de sus respectivos autores y editores. Fan fic Yaoi. Dan R