Estaba viendo el blanco techo de su habitación como si fuera la cosa más interesante del mundo, como si en aquella pintura encontrase las respuestas a sus preguntas o al menos algo que le dijera que pronto saldría de ahí para no volver jamás, hace un par de días que Krest y su madre había vuelto a verlo y despedirse con un beso en la frente y prometer volver el siguiente fin de semana, el castaño, como aquella vez, le había llevado un croissant, solo pudo aceptarlo con una sonrisa. Pero ahora estaba de nuevo aburriéndose como una santa ostra y rogando que Hilda o Seraphina entraran por la puerta ya fuese para conversar o para sacarlo de sus casillas.
Tal vez, el universo se compadeció de él y de la cara de muerto que tenía y que había adquirido gracias a los días de cruel insomnio, la mujer de cabellos plateados y sonrisa amable entró a la habitación con el desayuno y lo dejó sobre la mesa, espero pacientemente a que el muchacho se levantase y se sentase a su lado para comenzar a comer o al menos probar la comida, cuando esto pasó, Hilda lo miró con una sonrisa, de esas que te reconfortan hasta el alma.
— Camus — el nombrado alzó la mirada — Alguien vendrá a verte hoy.
Aquellas palabras le hicieron abrir los ojos de par en par, la duda atacaba su mente en el preciso instante en el que escuchó la voz de Hilda apagarse y disolverse con el silencio de su habitación, despues solo le miró son el único objetivo de adivinar quién sería su visita, una rápida mirada de aquella joven fue lo único que necesitó para darse cuenta de la identidad de aquella llegada pero no entendía la razón, quizá no había necesidad de pesar en ello más de lo debido, quizá solo era cuestión de tiempo.
Y hablando de tiempo, no muy lejos de ahí, pasando la calle que conducía al parque, caminaba ansioso un muchacho, un muchacho acompañado de sus amorosos padres hacía un destino que pronto lo separaría de su amor, de su eterno amor, de aquel que alguna vez juró amarlo por siempre y es que, no estaba dispuesto a irse sin verlo, sin prometerle que regresaría por él, que en un futuro no tan distante, llegaría de nuevo a sus brazos y ya nunca más lo soltaría y no le importaría enfrentarse a Mystoria o al mismo universo.
Unos cuantos minutos más, el edificio se alza ante ellos como la culminación de algo que nunca pudo ser más que la dulce tragedia de un amor que parecía tan puro y magnifico pero que se tornó oscuro y trágico por culpa de los celos innecesarios de un muchacho que se ha dado cuenta de su error demasiado tarde. Ha entrado y ahora está en la puerta blanca que lo separa de aquel cuyo recuerdo se anidó en su mente, está acompañado de sus padres y de una joven de cabellera plateada que no es Hilda.
La puerta se abre, los ojos azules de Milo se abren de par en par y no espera una invitación, corre como si de ello dependiese su vida y ante la sonrisa de Camus, se funden como uno solo en un abrazo necesitado, en un abrazo que les trae paz a ambos, en un gesto de amor que conmueve a más de uno en aquella habitación, pero su acto es ajeno al mundo que pareciese que se detiene, se paraliza para admirar como lo pausado continua solo por unos escasos minutos, observando como dos amantes se reencuentran en un espectáculo que destila olor a inocencia y amor.
— Camus, mi Camus, ¿Cómo has estado? — las sonrisas no se desvanecen, el brillo en los ojos parece aumentar.
— Sintiendo que muero sin ti — responde y solo queda observar como sus labios se unen.
Milo bajo la mirada, perdiéndola en un punto sin término en aquella habitación, Lacroix lo notó al igual que todos ahí, Deggie solo observaba la escena con un tinte de desolación en sus ojos violetas mientras sentía la manos de su esposo rodear su cintura, ambas mujeres de cabellera plateada se mantenían en silencio, una de ellas, a sabiendas del motivo de aquella visita, entristeció y la otra simplemente intentaba comprender que estaba pasando ahí.
— ¿Qué sucede, Milo? — preguntó acunando el rostro apagado de su amado en sus frías y blancas manos.
— Me iré a Grecia, con mis padres — le miró confundido y estupefacto por aquella noticia, pero no dijo nada y Milo tampoco, el rubio ocultó su rostro en el cuello del pelirrojo mientras este le acariciaba la cabellera alborotada.
— Está bien, comprendo — dijo por fin en un susurro, los demás habían salido hace apenas un par de minutos con la intención de brindarles un poco de privacidad — solo ... — se detuvo un poco antes de hacer su petición — no te olvides de mí.
— ¿De qué hablas, Cam? — se separó un poco solo para ver aquellos ojos que tanto amaba, esos ojos tan rojos como una manzana madura — volveré por ti, te lo prometo.
No respondió con palabras, solo un apasionado beso selló aquella promesa, aquella que duraría una eternidad o lo que durara hasta que ellos estuviesen juntos de nuevo, y es que era lo que más deseaban, quizá las circunstancias nunca fueron las correctas pero qué más da, las coincidencias suelen convertirse en tragedias y las tragedias en las más hermosas coincidencias, pero es quizá ese punto el que no comprendemos y el que quizá Camus Lacroix y Milo Antares querían entender pero nunca supieron cómo.
Las cosas nunca estuvieron bien, entre ellos estuvieron excelente pero más allá de ellos, de su amor, de su dulce tragedia, había algo que nunca podría estar bien, tal vez por eso necesitaban más tiempo o quizá no, pero ahora Milo parte a la tierra natal de su padre y despues... despues quien sabe, pero ahora sabe que deja a su amado pelirrojo triste y desolado con una promesa que ha de cumplir, la soledad de su habitación vuelve a ensancharse en su alma. Milo se ha ido y ahora solo le queda esperar.
El avión ha despegado y su rumbo está marcado, aterrizará en la tan hermosa Grecia y no volverá, al igual que los pasajeros que lo han abordado, al igual que aquello que nunca pudo ser algo de la aceptación de todos, pero eso ya o importa, seguramente los Lacroix estarán contentos con la noticia o tal vez habrá caos, pero eso no importa, lo que importa es que ahora, el avión ha llegado a su destino y por si fuera poco, Hilda y Seraphina, allá en la tan linda Francia se han dado cuenta que la habitación de Camus Lacroix yace vacía...
Fin
🦂❄
Mis creaturas bellas, hemos llegado al final de esta historia, espero que la hayan disfrutado tanto como yo.nos leemos en los extras que tengo preparados para ustedes y luego, en el próximo fic.
Dan R
ESTÁS LEYENDO
Sweet Tragedy
FanfictionUn encuentro casual, un amor prohibido y una dulce tragedia que envuelve a los protagonistas. Los personajes son propiedad de sus respectivos autores y editores. Fan fic Yaoi. Dan R