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Hacía todo lo posible por no demostrar lo nervioso que estaba, los ojos violetas de Deggie le veían con cariño mientras Kardia no dejaba de inspeccionarle al mismo tiempo que Milo sostenía su mano derecha, estaba en la puerta de aquella casa debatiéndose entre quedarse callado o hablar, entre apretar más la mano de aquel rubio o salir corriendo directo a casa y despues a su habitación para encerrarse un mes entero, al parecer opto por las primeras opciones. Una mueca apareció en su rostro, una tenue sonrisa en sus labios y entonces, iba a ser hora de la verdad, aunque todos sabemos que Camus Lacroix no tenía nada que temer ahí.

— ¿Por qué no pasan, muchachos? — La única mujer entre ellos hizo un ademán para que los recién llegados pasaran directo al comedor.

Las luces amarillas chocaban con la loza blanca y hacían resplandecer los cubiertos de plata correctamente acomodados a los lados de aquellos platos, en cada uno de los extremos de la mesa, sin llegar a la orilla, yacían crepitantes y parpadeantes dos tríos de velas, blancas como la nieve misma y al centro de la mesa, un hermoso ramo de lirios blancos, Lacroix bajo la mirada, esa casa era tan cálida que su pecho estaba sintiendo cosas que jamás sintió. Las suaves notas de la melodía que lleva por título "love story" solo le da al ambiente, la dirección que necesita.

A pocos minutos de su llegada, Lacroix y el único hijo de aquella familia han tomado asiento en aquella mesa, ambos juntos, uno al lado del otro mientras el señor Antares encabeza de lado derecho la mesa y la señora Le-roux la encabeza de lado izquierdo, frente a ellos yace el espléndido plato de Kritharaki* que las expertas manos del único griego de la familia* han preparado para su excelso invitado y es acompañado por una copa de exquisito vino blanco que aún burbujea en el recipiente, el primer bocado y luego el segundo, un quinto y un décimo bajan por la garganta del pelirrojo.

— Camus — la aterciopelada voz de la fémina le hizo dirigir su mirada hacia ella — ha pasado tiempo desde la primera vez que nos vimos — Deggie tenía razón, había pasado al menos medio año — dime ¿Cómo has estado?

— Han pasado muchas cosas, señora — respondió desviando la mirada un poco — sin embargo, creo que todo está bien.

— Llámame Deggie, eso de señora no me gusta mucho — asintió ante la petición.

— Tantas cosas como para poner a mi hijo a pensar en ti todo el día— Hablo Kardia y a sus palabras se agregó una risa burlona que hizo sonrojar hasta las orejas al pelirrojo, rodar los ojos a la francesa y negar con la cabeza a Milo.

Los tres notaron el nerviosismo de Lacroix, un nerviosismo que lo hizo dejar de comer, bajar las manos de la mesa y desviar la mirada fijándola en un punto muerto del suelo de loseta color hueso, tratando, sin éxito, de disimular que aquel inoportuno comentario había hecho estragos en su mente, recordándole que había perdido todo rastro de compostura al amar a Milo y que quizá le pasaba lo mismo que a su rubio, pero eso... eso no era lo importante.

— No te preocupes, Camie — Milo decidió hablar — mi padre siempre ha sido así, muy...

— Inoportuno — Deggie completó aquella frase dándole una mirada de complicidad a su hijo y una acusadora a su esposo. El pelirrojo volvió su mirada al frente.

— ¿Tus padres lo saben? — ahí estaba otra vez el impertinente señor Antares, Camus negó con la cabeza y su mirada se entristeció, sabía que nada bueno pasaría cuando Mystoria y la siempre cayada y enigmática Shijima se enteraran.

— ¡Kardia! — le llamó la mujer — no importa que ese viejo cascarrabias de Mystoria lo sepa, lo que importa es que ellos sean tan felices como yo lo soy contigo, aunque a veces me den ganas de aventarte a la cabeza toda mi biblioteca. — Los dos menores soltaron una risita, Le-roux tenía razón, si el señor Lacroix lo sabía o no, eso era irrelevante.

— ¡¿Conoce a mi padre?! — impresionado era poco.

— Si — respondió Deggie — y no te ofendas, querido, pero tu padre es mala hierba, por su culpa mi abuelo desheredo a mi madre y de paso a mí. — soltó un suspiro para relajarse — a pesar de ser solo tres años mayor que yo, parece ser como un viejo aburrido que solo sabe pensar en su bienestar.

Era cierto, cuando se enamoró de Kardia, Mystoria la llamo, entre otras cosas, "indigna", "traidora" y hasta "deshonra", ella no se quedó atrás y lo trato de "infame", "inmaduro" y hasta de "infeliz", despues de ello, ni ella ni él se volvieron a ver y ¡oh! Sorpresas de la vida, ahora el hijo de ese hombre estaba en su casa cenando pero pese a todo, Camus era completamente diferente a Lacroix y eso le agrado bastante y si su hijo era feliz con él, ¿Quién era ella para prohibírselo?

Camus estaba absorto en sus pensamientos, recordaba a su padre hablando de una mujer caprichosa que traiciono a su familia por el amor de un extranjero que no traería nada bueno a Montpellier ni a los habitantes de una casta cuyo apellido jamás se pronunció. Kardia se limitaba a mirar a su hermosa esposa quien le devolvía la mirada con un brillo que solo el griego podía interpretar, por su parte, Milo solo se dedicó a comer. No hubo más palabras, al menos no en el tiempo en el que los platos se vaciaron de aquella magnifica comida.

— ¿Qué opinas, Camie? Mi padre cocina bien, ¿no es así? — preguntó para romper el hielo.

—Sí, estuvo magnifico, gracias señ...

—Kardia, solo Kardia — interrumpió el mayor y le sonrío con un toque de malicia tan característica de él, solo asintió en respuesta, el pelirrojo se levantó en cuanto vio a Deggie hacerlo para ayudarla, al menos, a llevar los platos a donde quiera que fuera.

—No te molestes, Camus — le dijo pero él se negó, no le quedó más remedio que aceptar la ayuda del joven.

Aquella noche regresó solo a casa despues de despedirse con un lindo beso de Milo, una sonrisa para Kardia y un abrazo cálido por parte de Deggie, regresó a casa con el estómago lleno y con el corazón desbordante de alegría, regresó a casa sin percatarse que aquella noche no sería la única que pasaría junto a esa hermosa y bella familia, regresó a casa con algo más que solo una experiencia amena y que sin duda, quería para toda la vida aunque sonara apresurado, sin fundamento, loco y hasta irracional.

~●~

Despertó, con los molestos rayos del sol chocando con su rostro, en ese momento se arrepintió totalmente de haber movido su cama de lugar, pero ya era tarde, quizá en la noche la devolvería a su lugar, soltó un suspiro algo pesado, eran casi las 8 de la mañana y en algún momento Hilda atravesaría la puerta con su desayuno, así que se sentó a esperarla, sin embargo, en lugar de aquella mujer, atravesó la puerta nada más y nada menos que Seraphina.

—Buenos días, Camus — saludó, el chico solo pudo rodar los ojos, un día más con su molesta presencia. 


❄🦂
Kritharaki es un tipo específico de pasta griega que se parece casi al arroz de grano largo. Generalmente se sirve en salsa de tomate o con pollo o nueces, nuez moscada y guisantes

*Kardia es el único griego en esta historia, Milo nació en Francia por lo tanto es francés. 

Mystoria haciéndole la vida imposible a Deggie cae mal. 

Y hablando del rey de roma que sus narices asoma, tenemos dos opciones para el siguiente capitulo: la historia de Deggie y Kardia con el metiche de Mys o sigo el hilo de la historia, si eligen la segunda, les aviso que vayan preparando municiones, queda en sus manos, creaturas bellas. 

Dan R 

Sweet TragedyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora