Capítulo Doce: "Padre e hijo Jeon"

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En su visita al pueblo, Jungkook a menudo se veía a sí mismo viviendo allí de nuevo en una agradable casa de campo con rosas trepando por las paredes hasta el techo de paja, un par de niños jugando al aire libre en una casa de árbol que construiría para ellos, y un precioso hombre en la cocina preparando comidas saludables para todos.

Tía Lisa caería a visitar a los niños y, probablemente, llevárselos clandestinamente para ponerles piercing y tatuajes. Serían una familia ideal, muy similar en la que había crecido. A pesar de la obsesión de su madre, acerca de lo que los vecinos pensaran y la incapacidad de su padre para darle un abrazo apropiado, siempre había sabido que tuvo suerte. El problema era que quería que Jimin fuera el hombre que estuviera a su lado.

«Será mejor que vaya a un contratista para construir la casa del árbol. Si lo hiciera yo, se caería la primera vez que pusieran sus pequeños pies adentro».

—Estoy tan contenta de que llegaras a casa hoy. Es una maravillosa sorpresa, Jungkook. —Su madre sostenía una bandeja gigante cargada de cosas para el té que colocó con cuidado sobre la redonda mesa de mimbre.

—Sí, encantador. —El Doctor Jeon tomó una galleta de mantequilla y la metió entera en la boca.

En el momento en que Kook había caminado por la puerta principal, Annika había corrido a la cocina para empezar a hornear. Ahora estaban sentados en el pequeño invernadero disfrutando del fruto de su trabajo. El Doctor Jeon se comió la galleta y tomó otra.

—Querido, por favor espera hasta que sirva el té.

—Sí, lo siento, querida. —Intentó verse castigado—. ¿Te preocupa algo, hijo? —El Doctor Jeon no miraba a Jungkook, sino a la galleta en su mano. La percepción de su padre era algo que Jungkook había apreciado siempre. Le ahorraba un montón de tiempo en el que no estaba seguro de cómo proceder. No podía entender cómo su padre sabía que algo lo preocupaba, pero siempre parecía saberlo.

—Sí. Es Jimin —dijo en voz baja—. Y mi trabajo.

Annika les entregó a cada uno una taza de té y un plato pequeño con una servilleta de encaje doblada.

—Gracias, mamá. —Kook sonrió cuando la tomó. Colocó la servilleta sobre las rodillas a pesar de que nunca usaba una en casa, pero a su mamá le gustaba que lo hiciera correctamente. Ella acercó el plato de galletas de mantequilla.

—¿Quieren que los deje hablar a solas?

Las galletas normalmente eran muy tentadoras, sólo que en este momento Jungkook no tenía ningún interés. La primera cosa que le sucedía cuando estaba molesto era perder su apetito. Lisa siempre se quejaba de que ella comía el doble cuando estaba molesta.

—Todo depende de ti, mamá. No tengo nada que ocultar a ninguno de ustedes, ahora saben que soy gay. —Eso no era del todo cierto. Él preferiría que no supieran sobre lo del establo y Utopía, por no hablar del parque del templo y anterior.

—No deberías haberlo escondido, Jungkook. Tu madre y yo estamos muy orgullosos de ti. —Nunca le habían dicho que lo amaban, no eran así, pero sabía que lo hacían. Iba a asegurarse de decírselo a sus hijos todos los días. En la siguiente media hora, les contó una historia de amor y armas biológicas y, porque lo había planeado de antemano, logró pasar a través de la mentira acerca de cómo conoció a Jimin sin que sus mejillas se sonrojaran y creciera el sentimiento de culpa que surgía en él. Lisa siempre había dicho que no podía decir una mentira aunque le apuntaran un arma a la cabeza.

—Entonces, ¿él solo se te acercó en la calle, y entablaste una amistad? —El Doctor Jeon se sirvió otra taza de té de la nueva tetera que Annika había preparado mientras Jungkook hablaba—. Y ahora sabes que todo fue planeado.

𝐋𝐨𝐯𝐞 𝐓𝐞𝐫𝐫𝐨𝐫𝐢𝐬𝐭 || 𝐊𝐎𝐎𝐊𝐌𝐈𝐍 || Donde viven las historias. Descúbrelo ahora