Capítulo Dos: "Los Gemelos"

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Jimin salió del departamento de Jeon Jungkook en Busanjin-Gu justo antes de las seis de la mañana, mientras que el hombre aún seguía dormido. El aire era fresco y agradable mientras caminaba para tomar el metro y luego un autobús a casa, pero aun así estaba húmedo, con la promesa de un día caluroso por delante. Su año académico había terminado en mayo, pero había tomado clases de refuerzo durante el verano sólo porque amaba estudiar danza y pi tar. Odiaba estar en casa.

La casa estaba en silencio cuando abrió la puerta y entró al amplio vestíbulo con sus pisos de madera pulidos. Después de pasar los primeros catorce años de su vida viviendo en bases militares por toda Asia y Europa, Jimin se había sorprendido cuando su padre había comprado la gran casa Allí en Busan hace cuatro años. Park Jiwoon había estado en las Fuerzas Especiales y había luchado en Corea contra Japón antes de retirarse a los cuarenta y ocho años, pero cómo había extendido su pensión para estrenar una casa de este tamaño, Jimin no tenía ni idea. El bastardo estaba algo raro. Él siempre lo estaba.

— ¡Jiminnie!

— ¡Mierda! —Lo único que quería era ver a los gemelos, luego escabullirse a su habitación y meterse a la cama a dormir unas pocas horas. Cualquier cosa para no tener que decirle a su padre que no había podido conseguir lo que quería.

— ¿Eres tú?

A la izquierda del vestíbulo, una entrada con puertas dobles arqueadas conducían a una amplia sala muy bien amueblada. El espectáculo que vieron sus ojos cuando entró era el mismo que veía todas las mañanas que iba a la universidad o a su trabajo de medio tiempo en la cafetería. Su madre estaba tendida en el sofá, más borracha que una cuba. En la alfombra junto a ella, varias botellas de soju vacías. Jimin apagó la enorme televisión fija a la pared antes de apagar las luces y abrir las cortinas.

Su madre emitió un grito de dolor. —Deja las cortinas cerradas. Odio la luz del día. — Entonces su voz se suavizó. Él juraba que tenía un trastorno de personalidad múltiple. A veces era como vivir con la chica de El Exorcista—Mochi, ven con mamá. —Ella le tendió los brazos.

Jimin se quedó dónde estaba, a unos cinco metros de distancia. Incluso después de un baño y un largo sueño, su madre todavía olía a alcohol. Su sistema estaba inundado de alcohol. Si se quedara una semana sin alcohol, ella aun estaría borracha, pero no podía pasar sin beber ni veinticuatro horas. —Te he pedido que me llames Minnie o Jimin.

—Tu nombre no es así. Eso es sólo un estúpido apodo que te diste tú mismo.

—Yo no me lo di. Mi abuelo me decía Minnie cuando era pequeño, ¿recuerdas?

—Está muerto —dijo cruelmente. Cuando estaba borracha, decía cosas que después lamentaba. Haciendo caso omiso de la observación, Jimin dijo: — ¿Te vas a la cama?

—Creo que voy a quedarme aquí y ver un poco más la tele. —Buscó el control remoto, que estaba en el suelo entre las botellas vacías, pero rápidamente se dio por vencida. Como de costumbre, ella apenas podía moverse.

— ¿Sabes lo que papá va a hacer si te ve desmayada en la sala?

Una ola de temor se apoderó de su rostro. Jimin se acercó al sofá y extendió una mano. —Vamos. Te voy a ayudar. Vamos a ver si podemos llegar arriba sin que él te vea.

Gratitud reemplazó la aprensión, ella le permitió que la ayudara a ponerse de pie. Minnie pasó el brazo alrededor de su cintura mientras ella se apoyaba pesadamente sobre él.

Los vapores de todo el alcohol que había consumido le revolvían el estómago. Le tomó diez minutos completos en llevar a su mamá arriba a su dormitorio, donde ella cayó sobre la cama. Jimin le sacó las zapatillas. Ella ya estaba en camisón de seda y bata a juego. Casi nunca llevaba otra cosa en estos días. No había necesidad de vestirse cuando nunca salía.

𝐋𝐨𝐯𝐞 𝐓𝐞𝐫𝐫𝐨𝐫𝐢𝐬𝐭 || 𝐊𝐎𝐎𝐊𝐌𝐈𝐍 || Donde viven las historias. Descúbrelo ahora