Pícnic

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Nos encontrábamos a un lado del río. Bajo un árbol, sentados sobre una manta y con una canasta que Bill llenó de comida.

—Veía que las parejas hacían esto y me gustó la idea. Espero te guste también— dice tímido y me parece tierno

—Me encantó— lo beso

—Cuando se ponga el sol haremos una fogata, te la debo— me derretía de amor por su gesto y volví a besarlo— Marie, no sigas— dice separándose de mis besos— No hemos venido a eso, al menos aún no

Abrió la canasta y vi dos sándwiches con sus respectivas sodas, además de algunos snacks, pero me llamó la atención algo envuelto en aluminio.

—¿Qué es eso?— señalo la envoltura

—Mi comida especial

—¿Es carne humana?— abro mis ojos sorprendida

—Sí, un pequeño pedazo de muslo— miro con el celo fruncido a la envoltura sin creerlo— Si te sientes incómoda no lo comeré

—Hazlo, me da curiosidad verlo

—Bien, pero primero comeremos los sándwiches— asiento

—Puedes tomar tu verdadera forma. Nadie viene aquí los lunes

—¿Segura?

—Sí, no te preocupes— dicho esto, Bill desapareció y Pennywise se presentó ante mí—¿Mejor?

—Mucho mejor— sonríe cómodo y empezamos a comer

Pasamos la tarde entre risas, besos e incluso Pennywise aceptó tomarse selfies graciosos conmigo.
Me sorprendía conocer su lado amable y romántico. Era tan inocente en ciertos aspectos y me encantaba ser yo quien le expliqué todo por primera vez. Podia ser tan excitante que siempre me dejaba con ganas de más y tan romántico que me sentía la mujer más querida del mundo.

Luego de comer los sándwiches, él procedió a comer, mejor dicho, a devorar el pedazo de muslo mientras yo observaba con detalle cada movimiento resultándome asombroso ver como mordía, jalaba y tragaba la carne.

Al caer el sol prendimos la fogata y me abrazó acercándome a su cuerpo para ver como el fuego quemaba la leña.

—¿Qué se hace ahora?— me pregunta como un niño ilusionado del siguiente paso

—Se suele cantar, contar historias de terror o comer malvaviscos

—¿Te cuento una historia de terror?— pregunta hacieneo su característica sonrisa terrorífica

—Mejor no— tener a Pennywise contándome historias de terror en medio del bosque no era algo que me apetecía—Mejor cantemos algo, ¿te parece?

—No conozco canciones de fogata

—Puede ser de cualquier tipo, por ejemplo...— me acomodo en sus brazos para comenzar a cantar

—Buena canción, creo que va con la situación— comenta cuando termino de cantar, o más bien, termino mi intento de cantar

—Lo sé— digo y besa mi cabeza y la hago para atrás apoyándome en su pecho—Desearía quedarme así siempre

—Podemos hacerlo

—¿Cómo?

—No, olvídalo

—Dime— me siento frente a él

—Hay una forma, pero no quiero hacerla

—¿Es mala?— le pregunto y suspira

—Podría compartirte mi inmortalidad, pero tendrías que alimentarte del miedo de los demás y no quiero que tengas mi horrible necesidad

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