Placer

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—¿Bien?— digo, dándolo paso para hablar

Toma aire, como si me fuera a dar la peor noticia de mi vida.

—Esto no es fácil para mí

—Bill... me estás asustando

—Tranquila— toma mis manos y habla— Desde el beso que nos dimos no puedo sacarte de mi cabeza

—¿En serio?— asintió— Me pasa lo mismo

—Aunque no lo creas, pero es la primera vez que siento esto— veo sinceridad en sus ojos

Me acerqué hasta volver a besarlo y me dejé llevar por sus labios tan bien definidos y su dulce contacto que llenaban mi estómago de mariposas.
Bill sujetó mi cabeza atrayéndome más a él y sonreí a medio beso por su acción, mientras con mis manos sujetaba las suyas, impidiendo que me suelte.

—No me cansaré jamas de besarte— comento después de varios minutos que nos mantuvimos en la misma posición

—Eres especial— acaricia mi mejilla

—Bill, no quiero arruinar el momento, pero, ¿esto significa que ya somos algo?

—Seremos lo que tú quieras

—¿Novia y novio?— pregunto dudosa y aún con miedo a su rechazo

—Sí, Marie. No quiero alejarme de ti, ni siquiera en tus sueños— recordé mi pesadilla, pero la ignoré

—Ni yo. Tienes algo que me gustó desde que te ví

—Tus ojos fueron lo que me gustó de ti— dice mirándome fijamente

Pasamos el resto de la tarde conversando de diferentes temas y además ordenamos hamburguesas.
Me sorprendí que Bill no había probado una hamburguesa jamás. Se veía muy tierno comiendola que insistí en tomarle una foto.

—¿Cuál es tu pizza favorita?— le pregunto mientras tiraba la bolsa de comida en la basura

—¿Mi qué?

—¿Nunca haz comido pizza?— negó— Eso no te lo perdono— se encogió de hombros— ¿A caso eres de otro planeta?— bromeé, pero no le dió ni puta gracia

Ok, eso fue raro.

—Ven— abre sus brazos para que me sentará junto con él en el sofá y fui contenta

—¿Por qué no has comido pizza o hamburguesa antes?

—Prefiero mi comida un poco más cruda— termino medio o quizás rojo inglés, fue lo que me vino a la mente— Incluso podría comerte ahora mismo

—Hazlo— no sé bien por qué dije eso, simplemente salió de mis labios

—¿Segura?— Bill hablaba en serio

—Sí— mi boca y mi cerebro se desconectaron

—Muy bien— sonríe de una manera diferente, era pervertida y siniestra

Nos levantamos del sofá, tomó mi mano y me llevó a la habitación.

—¿Segura que quieres hacer esto?— me pregunta

—Segura, ¿tú?— digo sin miedo, aunque sé que es demasiado pronto para hacerlo, pero ese chico me encanta y desde que lo ví me pregunté como sería tenerlo

—Claro que quiero. El problema es que no me dolerá a mí

Iba a responderle, pero ya lo tenía atacando mis labios. Seguí con el juego de lenguas que cada vez se ponía más intenso.
Bill retiró mi blusa y yo su camisa.
Me recostó en la cama, colocándose encima, emití un pequeño gemido al sentir su piel contra la mía.
Retiró mi short y su pantalón.

Empezó a besar mi cuello mientras sus manos exploraban mi cuerpo.
De un movimiento me coloqué encima y comencé a mover mis caderas circularmente, noté que su miembro iba despertándose haciendo que Bill gima tan deliciosamente que me hizo mojar aún más mis bragas.
Alcé mi vista y ví que sus ojos verdes ahora estaban mezclados con rojo, no sé por qué me excitó eso y besé con locura sus labios y su cuello mientras seguía con mis movimientos.

—¿Sabes rezar?— me pregunta de repente y lo miro confundida

—¿Qué? Sí, sí— digo volviendo a besarlo

—Entonces arrodíllate

—Dios, Bill— gemí por lo que dijo y me arrodillé en la cama

Se colocó frente a mí y le quité su última prenda, la cual parecía que iba a romperse por la presión de lo que guardaba. No esperaba a que fuera tan grande, mordí mis labios inconscientemente, me hice una coleta y comencé.

Primero lo tomé entre mis manos para masturbarlo, luego di pequeños besos, continúe con lamidas de arriba hacia abajo y finalmente lo metí hasta donde alcanzaba.
Adentro y afuera, adentro y afuera, adentro y afuera. Repetía los movimientos mientras Bill reemplazo los gemidos por gruñidos sensuales.

—Es mi turno— detuvo mis movimientos y me acomodó arriba de su delicioso cuerpo

Quitó mi ropa interior de un tirón y mordió su labio al verme desnuda. Sus ojos ahora lucían más rojos que antes.

Abrió mis piernas y las puso en sus hombros, me sonrió maliciosamente y metió su lengua en mi clítoris. Gemí fuerte al sentir esa larga y flexible lengua haciendo maravillas.
Mi cuerpo estaba ardiendo de placer y no me contuve con mis gemidos. Bill al ver esto metió dos dedos y los movió rápidamente. Yo estaba gritando de placer mientras jalaba su cabello.

—Ya hazlo— supliqué— ¡Bill!

Entró duro y fuerte que estoy segura que hasta los vecinos escucharon mi grito. Se movía muy duro y me encantaba aunque mañana me dolería todo.
Lo abracé con mis piernas para darle mayor acceso y también moví mis caderas a su ritmo para sentirlo mejor en mi apretada y mojada entrada.
Bajó sus labios hasta mi pezón derecho y comenzó a jugar con su lengua como si se tratara de un caramelo.

—Ay— gemí de dolor y sentí algo liquido en mi pezón, era un poco de sangre. Bill lo había mordido duro

—Yo me ocupo de eso— murmura excitado

Succionó la sangre e incluso sentí que hasta salió más, pero no me importaba porque me encataba esa nueva sensación de placer.
Se movió más rápido y el doble de duro, que por primera vez sentí que era posible que no sólo la cama se rompa en dos.

Sentí su cálido líquido en mí e incluso chorreando por mis piernas porque era demasiado que me excité tanto y mi orgasmo llegó.

—Di... Dios— digo con la poca respiración que me quedaba

—¿Estás bien?— me pregunta aún sin salir de mí

—Demasiado bien— tomo su bello rostro para acercarlo al mío y besar sus labios

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