La cena

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Me hubiera gustado decir que la semana transcurrió normalmente,  pero no fue así. Tuve pesadillas todas las noches y era la misma historia siempre, Bill siendo torturado, atacado o asesinado por ese maldito payaso mientras yo miraba son poder hacer nada.
Lo peor es cuando le cuento a mi novio sobre las pesadillas porque defiende los actos de Pennywise con la excusa de que esa es su naturaleza y que debo ser fuerte.
No le contesto nada porque no quiero peleas, aunque me duele que se ponga del lado de un payaso asesino y no del mío.

—Marie, ya llegó tu novio— escucho a mi madre y bajo rápido. No sin antes mirarme por última vez en el espejo y revisar que mi maquillaje, cabello y ropa

—Hola, Bill— le doy un beso corto

—Te ves bien— me sonríe y lo invito a entrar

—Tu te ves mejor— digo casi babeando

Se veía tan perfecto en su traje negro y cabello peinado perfectamente a un lado, por primera vez lo veía arreglado decentemente. Me daban ganas de quitarle ese traje y hacerlo ahora mismo.

—Hola— dice mi padre saludándo a mi novio e interrumpiendo mis pensamientos

—Buenas noches, señor

—Un gusto conocerte— dice mi madre

—¿Qué tal?— saluda Miguel saliendo de la cocina con una botella de vino

—Vamos a la mesa. Ya está todo listo— explica mi padre— Y bien, Bill ¿A qué te dedicas?

—Trabajo en una carnicería— responde. No sabía eso y es que todo ha sucedido tan rápido que no le he preguntado casi nada de su vida, a diferencia de él que sabe todo de la mía

—No me lo hubiera imaginado. Debes ser un hombre de carácter fuerte— dice mi padre y Bill asiente

—¿Qué hay de tu familia?— pregunta mi madre poniendo un poco de ensalada en su plato

—Murieron en un accidente— acaricié su espalda para reconfortarlo. Al menos si sabía eso

—Lo lamento. No fue mi intención

—No sé preocupe, señora— dice mi novio y bebe su vino—¿Qué es esto?— me pregunta en un susurro

—Vino

—Tiene un ligero sabor a sangre— lo miré extrañanada— Quiero decir, está delicioso— bebe un poco más, pero sigo viéndolo extrañada por su comentario

—¿Cuántos años tienes?— pregunta mi padre mientras cortaba su filete

—Oh... 27— responde Bill pero dudoso

—¡Cielos! Eres once años mayor que nuestra hija— era verdad y ni siquiera lo sabía

No puedo creer que no sé algo tan básico.

—Más vale que te comportes con ella— continua diciendo mi padre adquiriendo un semblante serio

—No se preocupe, señor. Ni en sus sueños me alejo— dice Bill y me incomoda la manera en como lo dijo, tan misteriosa y extraña

—Me imagino que ya han tenido intimidad

—¡Mamá!— digo avergonzaba mientras Miguel disimula su risa— Eso es... privado

—No me molesta que ya tengan relaciones sexuales, pero por favor cuídense

—Creo que ya son lo suficientemente maduros como para saber eso— comenta mi padre mientras yo muero más de la vergüenza

—Estoy seguro que mi hermanita fue quien corrompió a Bill

—¡Miguel!

—Sí, ella fue la culpable— dice Bill uniéndose a mi hermano mientras reían. Me rendí y sume a la risa

El resto de la cena la pasamos entre risas y anécdotas de mis padres.
Nunca los había visto pasarla tan bien con alguno de mis novios y me gustaba la relación que estaban formando con Bill.

—¿Por qué no te quedas esta noche, Bill? Está lloviendo a cántaros— propone mi madre luego de cenar

—Mi esposa tiene razón. Quédate, no hay problema

—¿Quieres que me quede?— me pregunta Bill

—Claro

—¿Necesitan preservativos?

—¡Mamá, ya!

—Creo que sería buena idea hacerle caso a tu madre, Marie— dice mi novio

—Gracias, Bill. Tengo unos en mi mueble, los dejaré en tu habitación, Marie— dice mi madre mientras yo negaba con mi cara toda sonrojada y Bill me abrazó riendo 

—Tus padres son agradables y divertidos— comenta mi novio sentándose en mi cama— Pensé que no me caerían bien

—¿Por?

—La mayoría de la gente no me agrada

—¿Entonces yo soy especial?— me arrodillo frente a él

—Sí— le sonrío y desabrocho su cinturón junto con su cremallera

La erección de Bill comenzaba a crecer y la froté por encima de su ropa interior, soltó un gemido.
Retiré su bóxer para liberar a su gran amigo. Cuando lo vi erecto y grueso mordí mi labio y comencé a lamer la punta. Lo metía en mi boca y lo sacaba rápidamente mientras Bill tomaba de mi cabello para aumentar mis movimientos. Después de seguir con mis movimientos, Bill me dijo que me aparte, pero no quise hacerlo y succioné todo.

—¿Por qué no sé casi nada de ti?– le pregunto una vez que estábamos acostados bajo las sabanas

—¿Qué quieres saber?

—Todo, así como tu sabes todo de mi

—Debe haber algo en específico que quieras saber— no necesité pensar dos veces para responder

—¿Por qué defiendes a Pennywise cuando te cuento que me aterroriza con pesadillas?— siento su incomodidad y su cuerpo tensarse

Mierda. Quizás lo fue buena idea preguntarle.

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