Capítulo 5

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Louis y yo pasábamos el día haciendo cosas no turísticas, como él lo llamaba. Me llevó a lugares que sólo los lugareños conocían y me llevó a comer a uno de sus cafés favoritos, donde la mujer que estaba detrás del mostrador lo llamó por su nombre. Parecía como si hubiera sido sacada de una fotografiada de un folleto para el Caribe, con su piel rica y oscura, su pelo rizado y tupido retirado de su cara, sus labios llenos, y su ropa colorida. Me miró como si no supiera si debía sonreírme o no. En vez de eso, le preguntó a Louis.

—¿Cómo está Liam? —Louis deslizó su brazo alrededor de mi cintura y me acercó.

—Liam está genial, ¿verdad, Harry? —Me miró y se rio—. Estuvo genial anoche. Estuvo genial esta mañana...

Miré a la mujer y pude sentir mis mejillas ardiendo de vergüenza. Pero ella solo negó con la cabeza y se rio.

—Por cierto, soy Dee. —Dijo ella, sonriéndome entonces. Me aclaré la garganta, tragándome la vergüenza.

—Harold Styles.

—Chicos, tomen una mesa. Estaré allí en nada para tomar su pedido —Dijo.

Nos sentamos y Dee nos siguió. Louis nos pidió el almuerzo y conversó un poco con Dee. Había oído por ahí que Hartley había vuelto, tratando de ponerle las manos encima a todo y a cualquier cosa. Cuando Dee nos dejó para servir a alguien más, le pregunté a Louis quién era Hartley.

—Un promotor. —Respondió. Dee debió oir nuestra conversación porque desde el otro lado de la cafetería, agregó chillando.

—Lo que él es, es bueno para nada. —Louis asintió.

—Solía ser un político local. Trató de impedir que los Cayos se "fueran al Infierno" en los novena. —Dijo Louis con una triste sonrisa—. Hizo toda una campaña para echar a la comunidad gay a la calle.

—Pero perdió, ¿verdad? —Louis asintió.

—Sí, perdió. Así que, desde entonces, ha estado comprando bienes raíces, en particular hoteles y clubes gay. Está tratando de deshacerse de nosotros de una forma u otra.

—Parece que debería mudarse a mi ciudad natal. — Louis soltó una carcajada y asintió. Luego me miró seriamente.

—¿Era realmente tan malo en casa? —Respiré profundamente y luego exhalé lentamente.

—Bueno, ciertamente no hay hoteles gay o clubes gay de donde yo vengo. —Louis agitó la cabeza.

—Espera... ¿Qué? ¿Estás diciendo que nunca has estado en un club gay? — Me mordí el labio inferior y negué con la cabeza.

Resoplé. ¿Un club gay? ¿En mi ciudad natal? Difícilmente.

—Ah, no. —Una lenta sonrisa se extendió por su cara. —Bueno, sé lo que haremos esta noche.

Cuando terminamos de comer, Louis inclinó la cabeza y me miró.

—¿Es la primera vez que sales con un tipo en público? —Terminé mi refresco y asentí.

—Sin contar pasar el rato con los chicos, sí, supongo que lo es. —Louis sacudió la cabeza con incredulidad.

—Así que cuando salgamos de aquí, si te tomo de la mano, ¿también será la primera vez? —Tomarme de la mano? ¿En público? —Uhm... —Louis sacudió la cabeza de nuevo, se puso de pie mientras tiraba un billete de veinte sobre la mesa, y luego extendió la mano. Cuando lo miré fijamente, completamente inseguro, sonrió como siempre. —Vamos, Harry.—Me instó. —Después de lo que hemos hecho en tu cama, lo menos que puedes hacer es tomar mi mano. —Solté una carcajada. Pero entonces tomé su mano en la mía, y por primera vez en mi vida, salí a la calle, sosteniendo la mano de un hombre. No sé lo que esperaba. Algo. Comentarios de extraños, miradas horrorizadas, incluso abusos verbales. Pero nadie miró dos veces. A nadie le importaba. Louis me apretó la mano, así que lo miré. Él me sonrió, y yo sonreí de oreja a oreja. Fue un paso monumental en mi vida. Un acto tan simple, que muchas parejas dieron por sentado, pero el gesto básico de tomar la mano de alguien para que todo el mundo lo viera fue un hito épico para mí. 64 Louis se rio y sacudió la cabeza. —Eres tan adorable. — Luego me apretó la mano otra vez—. Si crees que esto es especial, espera hasta esta noche.

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