— ¡Alexander! — Se oyó exclamar a un niño que pasaba entre la gente del pueblo. Tenía al menos seis años, pero parecía feliz de ver a su amigo después de unos cuantos días. El nombre de aquel pequeño era Aaron Burr, parte del linaje Wood, con una vida feliz junto a sus padres y su hermana.
Un recuerdo transcurría en forma tan real... aquel césped de un color verde brillante que hacía un distinguido sonido cada vez que lo pisaba, la ligera brisa fresca que daba en su rostro y el sol presente sobre él, justo cómo cada día en el que se encontraba al otro niño.— ¡Aaron! ¡Viniste! — El pequeño mitad Schuyler le sonrió animadamente, comenzando a correr en su dirección por aquellos prados tan bellos que quedaban cerca del reino. Aquellos prados eran mantenidos por los Woods, que se encargaban de brindar los cuidados suficientes a los campos de flores. Era increíble ver cómo los dos reinos habían unido fuerzas para conseguir aquellas cosas tan impresionantes.— Sí... — El rostro del pequeño aprendiz se vió algo desanimado al recordar cómo había llegado hasta allí. Sus padres normalmente le pedían que no salga mucho a ese tipo de zonas tan abiertas con sus amigos, o que no se vaya demasiado lejos, pero lo cierto era que estando allí con ellos era el único lugar en donde realmente se sentía seguro.Cómo ya era de saberse, todo podía parecer de color de rosas, ya que para los linajes el hecho de estar unidos significaba un bien mayor. Esto los convertía en un perfecto ejemplo del trabajo en equipo. Era un ejemplo del avance que se podía conseguir, hasta habían encontrado nuevos métodos de construcción, lucha o agricultura combinando las cualidades de ambos, beneficiandolos exponencialmente. A pesar de esto, habían unas cuantas cosas que aún tenían por mejorar. Un ejemplo de esto era cierta desconfianza que se les tenía a los Woods ¿Porqué? Muchos creían que su magia provenía de seres más oscuros del más allá y que sus rituales eran peligrosos. Era visible el hecho de que los Woods eran, por su fuerza física, más débiles que los Schuylers y era por eso mismo que muchas veces, cuando tenían que elegir a líderes, en su mayoría eran todos Schuylers. En las escuelas, que en su mayoría eran mixtas, los niños, cómo por ejemplo Aaron, solían sufrir de bullying por esto mismo, porque supuestamente no sabían cómo defenderse... Los poderes de un Wood no aparecen sino hasta los seis o siete años, pero la fuerza de un Schuyler siempre está ahí presente. Aaron era parte de una familia de prestigio, es por esto que sus poderes se habían mostrado a una muy temprana edad, permitiéndole hacer cosas cómo mover una flor o una sola hoja. Al ser apenas un aprendiz, este aún no podía hacer algunas cosas cómo generar fuego o agua, ni tampoco mover una piedra.— Oh... — Fue lo único que Alexander pudo decir en respuesta. Él tenía unos cinco años. En ese punto su madre aún se encontraba con vida y su niñez era felíz, incluso a pesar de ser tan solo mitad Schuyler y bastante débil. Hamilton no estaba esperando que Burr llegase primero, es más, su mirada ahora buscaba a Laurens, por lo que se había quedado unos minutos esperando que viniera, pero en su lugar ahora ya estaba Aaron, al cual también de igual forma le tenía un gran aprecio. Alexander se levantó de aquel lugar y le hizo señas al otro niño para que también se levantase. Le extendió una de sus manos para ayudarle, a lo cual el otro la tomó de manera un poco tímida. Aaron toda su vida había sido así de reservado sin ningún tipo de falta, siempre le costaba abrirse con los demás. Los dos niños caminaron por aquel campo de flores de todos los colores y formas imaginables, al menos hasta que Alexander se sorprendió al ver unas flores muy bonitas en el suelo. Le habían cautivado mucho, así que las arrancó y fue hacia donde estaba Aaron.— ¡Roonie! ¡Mira! ¡Son muy lindas!— Exclamó Hamilton sonriente y se sorprendió al darse cuenta de una idea que había llegado a su mente de forma inmediata. Aquel niño menor comenzó a enredar a aquellas flores entre sí, haciendo una especie de corona con estas. Aaron le miró con curiosidad. Al tenerla terminada, se la enseñó al otro, con una sonrisita de ilusión y se acercó a él para colocarla en su cabeza. — ¡Se ven muy bonitas! — Rió un poco y se le quedó mirando por unos segundos más sin ninguna clase de incomodidad al respecto. Al ser un niño, parecía carecer de vergüenza con esa clase de cosas. — ¿No serás tú el que las hace ver más bonitas a ellas? ¡Yo también quiero una!— Terminó por decir de manera animada y se sentó ahí junto al contrario.Aaron se había quedado pensando en lo que dijo el menor, él era tan agradable... era sumamente interesante el hecho de saber que no era cómo un Schuyler del todo, no cómo los que habían en su escuela que solo parecían estar ahí para molestarlo, él era diferente. Su mirada no era tan agresiva y su tacto en su cabello podía ser tan suave que el pequeño Aaron podría quedarse días con el calor de la mano de Alex sobre su cabeza. Burr, al final decidió tomar unas cuantas flores de colores cálidos que le habían gustado mucho y pensó que se verían muy bien sobre la cabeza de Alex, pero fue entonces que se le ocurrió una idea. Se acercó al más joven, arrodillándose detrás de este e intentando hacer que con su magia, que tanto le costaba usar, pudiese levantar algunas cuantas flores e irlas poniendo sobre la cabeza de Alex.— ¡Wow!— Hamilton observó de manera maravillada cómo era que las hojas y flores comenzaban a tornarse con un brillo algo rojizo y flotaban hasta llegar a la corona de flores que Aaron le estaba haciendo sobre su cabeza. — ¡De seguro se verá increíble! Has practicado mucho ¿Verdad, Aaron?— Una sonrisa se asomó mientras hacía un ademán con su mano. — Umm... Sí, pero todavía tengo mucho para aprender ¡Mi padre dijo que hoy me iba a enseñar más cosas! — Aaron sonrió un poco, le gustaba todo esto de aprender magia, pero a veces si lo pensaba mucho comenzaba a hacerse preguntas... ¿De qué le iba a servir aprender de aquella magia si luego los beneficiados porque ganaban las guerras eran los Schuylers? Los que al final llevaban todo el reconocimiento. Bajó su mirada, no sin antes dar una pequeña caricia a la cabeza de Alex con algo de anhelo, de verdad lo quería mucho porque él nunca lo juzgó por lo que era. — Puedo... Puedo mostrarte un poco más... ¡Solo si tu quieres! Sé que quizás no es mucho... — Al pequeño alquimista siempre le gustaba esa sensación de dejar impresionada a la gente, pero en especial a Alexander. Le agradaba sentir esa sensación de asombrar al menor, le hacía pensar que al menos lo que él estaba haciendo era algo especial para alguien. El pequeño brillo en sus ojos era algo que hacía al corazón del pequeño Aaron latir rápidamente.— ¡Sí! ¡Sí quiero!— Hamilton se levantó de aquel lugar, mirándole con emoción, pero antes de que pudiese hacer algo, unos gritos se escucharon a lo lejos en el verde campo.— ¡Alex! ¡Aaron! ¡Hola! — Se trataba de Laurens, el cual en aquel momento tenía unos seis años de edad. Venía con sus ropas, simples pero limpias y con una espada de madera. — ¡No tienen idea! ¡Derroté a dos guardias en el castillo! — Exclamó muy emocionado, se sentía bastante orgulloso y feliz de poder contar aquello, especialmente a Alex, ya que siempre intentaba ayudarle con sus entrenamientos y esto era muy importante para él.— ¡Eso es genial! ¡Yo quiero ir! — Alexander dijo mientras se acercaba ahora al que tenía el cabello rizado y ojos verdes. Tomó de la mano a Burr para que le acompañase, pero él se mantuvo en su lugar y se la soltó. Se sintió un poco mal de repente... en aquel momento no supo porqué pero hizo una pequeña mueca de disgusto.— ¿No quieres venir? — Alex parecía estar confundido ante la respuesta negativa de Aaron a acompañarlos y le miró un poco triste.— ... No, vayan sin mí... ¡Mañana podemos volver a vernos! ... — Burr les sonrió un poco, desviando su mirada. Alexander siempre parecía estar maravillado cuando las cosas trataban sobre la guerra o cosas que involucrasen la lucha. Muchas veces esto le llegaba a dar bastante envidia a Aaron del pequeño guerrero que siempre se llevaba la atención del menor.El brillo rojo en sus manos desapareció lentamente y su mirada un tanto decepcionada fue al frente. Laurens se volteó un poco y le dio una mirada un tanto burlona, cómo si de nuevo cayesen sobre él las palabras de "Débil, justo cómo un Wood". La situación entre aquellos dos niños siempre había sido bastante extraña, a veces podían tratarse cómo los mejores amigos del mundo sin ningún problema, pero a veces Laurens actuaba de manera muy fría con él. Le gustaba pensar que quizás era así con él porque así son los niños, hacen cualquier cosa. Todo esto sabiendo que quizás Laurens también sentía lo mismo que él al estar con Alexander.— ¿Por qué no te quitas eso? Si quieres luchar no puedes tener nada en su cabeza más que un casco o puedes distraerte. — Aclaró Laurens al pequeño Alexander, acercando una mano a su cabeza para poder quitársela. Aún así, Alexander se negó.— Pero está bonita ¡Realmente me gusta! ¡No tienes idea de lo que hizo Aaron para poder ponérmela! ¡Usó su magia y pudo ponerlas a todas sobre mi cabeza!—— No sé porqué te impresiona tanto, yo puedo tomar mi espada y con eso derrotar a los demás niños de mi edad en un combate. No creo que Aaron haga mucho levantando solo hojas... — Soltó un suspiro mientras continuaban caminando, alejándose de la zona en dirección al castillo. — Pero me da pena saber que muchos de mis amigos le tratan mal... Nadie merece que le hagan tanto daño solo por ser cómo es... yo nunca podría hacerle nada, y si veo a alguien haciéndole algo, no dudaré en defenderlo... también es mi amigo. — Las palabras eran ciertas, aunque le tuviera un poco de celos por todas aquellas cosas que él no podía hacer, la verdad era que lo quería bastante.Alexander asintió un poco ante lo último dicho por el mayor de los dos y le tomó de su mano en cuanto entraron a aquel enorme castillo. Rápidamente, los niños fueron llamados por unos cuantos adultos que estaban bastante enloquecidos, parecían estar preocupados. Aquello le pareció raro a Laurens, pero antes de que pudieran preguntar algo, los llevaron a una zona segura en el castillo sin explicaciones al respecto.Aaron se retiró de aquel lugar también, manteniendo su mirada un poco baja. Tenía ganas de llorar, pero había algo que lo evitaba. Su nariz se arrugaba, pero recordar la sonrisa del otro niño, solo hizo que aquel pensamiento negativo se desvaneciera. Era verdad, aquel niño sentía algo más que cariño por el otro, y fue así que con un aura feliz fue hasta la zona del pueblo en la que se encontraban los demás Woods.El pequeño fue hasta la que era su casa, encontrándose dentro de ella a su hermana mayor, que estaba de manera tranquila doblando su ropa y organizándo esta en un mueble. Ella tenía unos cuatro años más que Aaron.— ¡Hermanito! — Exclamó Sally de manera alegre extendiendo los brazos hacia el menor de los dos, se le notaba bastante feliz.— ¡Hermana!— El pequeño sonrió y corrió a abrazar a su hermana, que lucía un precioso vestido de campesina con telas color morado, indicando que era clara parte de los Woods.— ¿Cómo has estado? — La mayor separó el abrazo entre ambos y observó aquel adorno sobre la cabeza de si hermano. — Que linda corona de flores tienes ¿La hiciste tú solo?—— No, me la hizo Alex. — Le respondió con una sonrisa calmada y amable, tambaleandose se adelante a atrás en sus pies muy alegre.— ¿Alex? Oh, ese niño es muy agradable, siempre te la pasas hablándome de él. — La mayor dejo unas cuantas caricias sobre la cabeza de su hermanito menor y se dirigió a la zona de la casa en la que estaba la supuesta cocina. Iba a preparar algo para poder comer ya que tenía hambre. — Es bueno saber que tienes tan buenos amigos ¡Me alegro mucho por ti! — Le exclamó. Los Woods vivían con mucha tranquilidad, ambos linajes compartían cultivos y se ayudaban entre sí para poder generar más, no había nada más pacífico que aquello, la seguridad.— ¡Sí! ... Les voy a pedir a mamá y papá si puedo verlos mañana también. — Burr fue en una dirección a buscar uno de sus libros que solía leer en su tiempo libre. Era uno acerca del estudio de técnicas sobre la pelea y el manejo de las armas correctamente. Nunca le había interesado ese tipo de cosas, pero quizás podría aprender algo interesante para mañana mostrarles a Alex y Laurens.— ¿Mamá y papá? Sí, no te preocupes por ellos. — Reclamó la joven con bastante tranquilidad comenzando a cortar un par de verduras que habían por ahí, a la joven le gustaba mucho la cocina y todo lo que tenga que ver con la agricultura o el crecimiento de plantas. — No están, pero me dijeron que en un rato regresarán. — Soltó un suspiro, pero al elevar un poco su mirada hacia la ventana, una cara de preocupación se le dibujó.— ¡CUIDADO! ¡Cúbranse!— Gritó un señor desde afuera, la gente salía despavorida y completamente fuera de lugar. Todos los Woods estaban muy preocupados y la niña no supo el porqué. Se quedó completamente paralizada.De pronto, escuchó cómo la puerta de la casa se abrió. Un grito desgarrador fue lo último que pudo escuchar o saber de su adorado hermano menor. Eran Schuylers que estaban invadiendo el lugar para hacer que se vayan de sus tierras. La jovencita no comprendió nada, pero instintivamente solo se preocupó por el bienestar del menor. Unos sujetos aparecieron, todos en armaduras y con armas puntiagudas y filosas en sus manos, que parecía que podían cortar absolutamente cualquier cosa con solo rozarlo. El miedo le ganó, pero comenzó a forcejear cuando aquellos caballeros la tomaron a la fuerza, llevándola afuera con los demás Woods.— ¿Aaron? ¡Aaron!— Gritaba con desespero la pequeña. — ¿¡Dónde estás!?— Preguntó con lágrimas en su cara, angustiada por cualquier cosa que le haya podido pasar al menor... — ¡Déjenme!¡Tengo que encontrar a mi hermano!— Aquella niña continuó con el forcejeo. — ¡SUÉLTENME!— Gritó y afortunadamente, por sus delgados brazos, pudo zafarse del fuerte agarre en el que la tenían. La joven se fue de su hogar, perdiéndose entre la multitud de Woods que estaban corriendo. Muchos de estos estaban muertos en el suelo, seguramente por haberse resistido a irse de sus hogares... es entonces que supo todo. Miró alrededor. La gente que estaba en el grupo junto a sus padres, los cuales le habían entregado el orbe que absorbía magia al rey aquel día, no estaba por ningún lado... tampoco veía a sus padres. — ¡Aaron! — La niña corrió y corrió hasta que todos los Woods que quedaban llegaron a las costas, donde grandes embarcaciones esperaban. Tenía la esperanza de volver a encontrar a su hermano, pero se sintió débil al no lograrlo. Sin embargo, unos Woods adultos, comenzaron a decirle que se subiese a uno de los barcos. Antes de subirse, allí se encontró con su padre, al cual abrazó de manera muy fuerte, esperando a que no se separaran nunca.— ¿¡Sally!? ... Debes irte, los barcos son seguros, irán al este a buscar nuevas tierras. — Aseguró su padre mirándola y acariciando su mejilla. — ... Espera ¿Dónde está tu hermano?— Preguntó el Wood mirando hacia los lados de su hija.— ¡Se lo llevaron! ¡No sé donde está! ... — Exclamó con preocupación. — ... ¿Y mamá?...— El ambiente tomó tensión por unos momentos, más del que incluso ya había.— ... Vamos, tienes que irte... no quiero que te ocurra nada malo... el tiempo corre.— La mirada de su padre se oscureció ante la pregunta y le tomó del brazo con fuerza arrastrando a la menor hasta uno de los barcos. — Sally, cuida tu brújula ¿Sí? Te guiará siempre por un buen camino, anda. — Le pidió con la mirada. Aquellas eran las últimas personas que quedaban por subir, ahora a él solo le quedaba resistir.La joven subió al barco despidiéndose de su padre. Se quedó con duda con lo sucedido con su madre temió por el hecho de no volver a ver a nadie más en su familia... pero así eran las cosas y por mucho que deseara que todo siguiera bien para siempre, no sería así...Al alejarse el barco de Sally lo suficiente cómo para no ver la orilla, los Schuylers terminaron llegando... una masacre más se hizo para los que no habían abandonado el territorio a tiempo...El barco de Sally fue el último de los barcos en zarpar y en ninguna parte de encontraba su adorado hermano. Es entonces que sacó la brújula de uno de los bolsillos en su vestido y la observó, mirando al pleno horizonte, rogando porque en el camino todo vaya lo mejor posible...--------------------------------------------------Después de lo ocurrido en la casa de Aaron, el pequeño había sido sacado hacia afuera a empujones, este estaba completamente asustado y no sabía ni siquiera a dónde se dirigía. Estaba nervioso y lo único que traía encima era su libro de batalla, que se le había caído en el lodo hace un par de minutos por los mismos empujones que casi le tiraban a él. Así había sido que este también llegó hasta los barcos y se subió en uno prontamente. El pequeño Aaron volteó a mirar nuevamente al castillo. Estaba asustado, y en su momento no pudo comprender nada de lo que había ocurrido. Estaba en completo shock y su llanto seguía presente en un puchero, recordando a sus dos amigos que probablemente no volvería a ver y preocupado por lo que sea que le haya pasado a su querida hermana... preocupado por sus padres...El niño se sentó en el borde del barco, pasando sus piernas entre los lugares de las barandas de madera y sosteniéndose de estas. La brisa de un aire nuevo le invadió y un dolor en su pecho se le juntó por tanta preocupación que llevaba encima. Sus únicos amigos, su familia... todo se le había ido en un instante... ahora lo único que observaba era la calma del mar debajo de sus pies...— Alexander...— Elevó su mirada hasta las pacíficas nubes en el cielo
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HAMILTON MEDIEVAL AU
FantasySumérgete en la aventura de una historia ubicada en el medievo donde la fantasía se veía escasa por un pasado de guerras. Nuestro protagonista Alexander Hamilton deberá pasar por varias pruebas para saber si él es el elegido que todos esperan de él...