El escape

143 23 9
                                    


La puerta se había cerrado minutos antes frente a la cara de aquel capitán, quiso mantenerse allí unos segundos más e intentar escuchar de qué era de lo que hablaban, pero el hecho de que unos guardias estaban haciendo vigilancia justo en aquel momento y observarían su actitud cómo una bastante extraña, este simplemente se resignó a seguir esperando a ver algo por allí. Su postura volvió a ser una firme, volteando para comenzar a caminar en otra dirección.

Su mirada se movía de aquí a allá con algo de preocupación ya que la situación era terrible. En especial su susto llegaba ya que no se encontraba en la que era su tierra natal y todas las malas noticias venían de aquel sitio. Su hogar, "Frhancek". Bajó su mirada, ya que sintió que debería estar en otro lugar en aquel momento, no podía abandonar a los suyos y esperaba recibir alguna noticia de que habían ganado, pero el tiempo era oro en momentos tan preocupantes cómo lo era ese y él con su deber de capitán debía hacer algo rápido; tomar una decisión, reunir alguna pista y quizás así podría encontrar alguna solución factible.

Comenzó a caminar en dirección al campo de entrenamiento de nuevo, tenían que seguir entrenando a sus soldados lo mejor posible y prepararlos para cualquier cosa que pueda llegar a ocurrir. De un momento a otro, sus pasos se detuvieron, justo cuando estaba saliendo del castillo. Vinieron tres de sus hombres, se les notaba serios, justo cómo debían de permanecer ante Lafayette por el obvio respeto a alguien de mayor rango.

— Señor, los guardias y yo encontramos a un elfo silvano entre los límites de nuestras tierras. — La postura de estos tres guardias era firme y ordenada, manteniéndose los tres de manera impecable.

— ¿Elfo silvano? ¿Tienen idea de lo que hacía aquí? — Preguntó Lafayette bastante curioso acerca de este tema. Los elfos silvanos vivían en una zona realmente lejana, lo más probable era que haya llegado allí con un caballo o algún tipo de animal que le ayudase con eso.

— El elfo se niega a hablar, señor. — La repuesta de estos fue contundente. — Lo llevamos a las mazmorras, creemos que estaba espiándonos desde hace un par de días. Su caballo será sacrificado por mandatario real. —

Un silencio se generó en la habitación llenando el lugar por completo durante un par de segundos, este fue el tiempo suficiente para hacer al capitán pensar un poco mejor su siguiente movimiento. Aquel elfo podría brindarle algo se información acerca de todo lo que estaba sucediendo, sin duda le haría hablar.

— Está bien, yo iré con él... y si aún así no se digna a hablar, tendré que hacerlo por las malas. Pueden retirarse y no olviden de informarle acerca de esto a Washington, él también necesita enterarse, podríamos estar siendo invadidos por elfos y no nos enteraríamos solo por dejar esto pasar. — El de mayor altura se retiró del lugar cambiando de dirección hacia las mazmorras.

Él nunca había considerado a ninguna clase de criatura inofensiva, ya que creía firmemente que cualquier clase de especie podría ser corrompida, tal y cómo le contaban en historias cuando era un simple niño. Su padre llegó a ser amigo de un elfo silvano hace mucho tiempo. Estos, solían rodear el océano e ir por las costas brindando paz hasta llegar a las que eran sus tierras rodeadas de montañas, pero estos eran tiempos oscuros y de tensión.

Oh Frhancek, el lugar más bello que habría visto jamás, los cielos eran azules, la brisa era suave y encantadora, aunque a pesar de ser un poco helada, realmente la naturaleza abundaba en sus tierras. El agua más cristalina de los límites conocidos. Su tierra natal era lo más bello que podría haber visto nunca. El reino Schuyler estaba bien, pero siempre iba a extrañar a la parte de su familia que había dejado atrás para convertirse en el guerrero que ahora es, y sin embargo ahora estaban sufriendo bajo ataque. Se encontraba con la impotencia de no poder llegar a interferir en el medio por las órdenes del rey.

HAMILTON MEDIEVAL AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora