CAPÍTULO 18

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Podrías haberme salvado

Katia

Me mataste

Nos abandonaste

Katia

Fue todo por tu culpa

Salto de la cama gritando y sudando, me arrincono en la esquina de la cama todo lo que puedo haciéndome un ovillo, tratando de que mis miedos y pesadillas no se apoderen de mi, de que la gente a la que he matado y he dejado atrás no me atormente más durante las noches. Pero por mucho que quiera no pasará.

Entra Justin corriendo a abrazarme, ya han pasado tres días desde que volví a casa y las pesadillas van de mal en peor. Se mete en la cama conmigo y me abraza contra su pecho, como las cuatro noches anteriores, escuchando sus latidos, caigo en los brazos de Morfeo.

La luz me desvela poco rato después, debió de ser muy tarde cuando me desperté porque Justin está en su habitación prestando atención a las clases de la universidad. Bajo a la cocina y hago café, le subo una taza a él y la otra me la bebo yo en mi habitación mientras me visto.

Toby entra en la habitación y se despereza, me acerco y le acaricio, juego un rato con él, ha crecido mucho, ya no es un bebé, finalmente le pongo la correa para dar un paseo. Ni mi padre ni mi hermano saben que en el fondo del armario tengo una pistola de 9 mm y una navaja, la otra la llevo siempre encima, pues no me fío de nadie a estas alturas.

Bajo las escaleras me hago un sándwich y lo meto en mi mochila con una botella de agua, cojo las llaves y salgo de casa, antes de terminar de bajar el porche abre la puerta mi hermano corriendo en pijama.

—¿A dónde crees que vas?— me dice recuperando el aire.

—A pasear a Toby, ¿A dónde iba a ir sino? No me dejáis ir a clase, ni a comprar, ni si quiera coger la moto— le digo replicándole.

—A ver Kat, ¿Eres consciente de que te secuestraron, casi te mataron del hambre, te dieron explosivos, y estoy seguro que armas también, de que te obligaron a hacer cosas horribles y por no comentar de que llegaste a casa, con una moto que no es tuya a saber como, porque no nos quieres hablar del tema, magullada y con heridas por todo el cuerpo?—me pregunta sarcástico.

—¿Crees que no lo sé? ¡Soy perfectamente consciente de ello, yo pasé por todo eso y aún así me liberaron, conseguí llegar a casa y me gustaría hacer vida normal! ¡Ya se cuidarme solita!— le grito dandole la espalda y saliendo a la calle.

Me pongo mis auriculares y pongo música a todo volumen. Quiero ir a hablar con mamá, aun que no esté físicamente, espiritualmente estará siempre, yo lo sé. Y sé que si se lo dijese a Justin o a papá se preocuparían, pero no tengo ánimos para nada más.

Le compro una rosa roja preciosa y me siento delante de su lápida en la que pone "Elisabeth Houston" la cuento todo lo que me ocurre y pasa por la cabeza, saco mi sándwich y me lo como, Toby está tumbado al lado mía tranquilamente, no es un perro problemático y puede estar en todos lados sin ningún inconveniente.

Llevo aproximadamente dos horas aquí sentada, el sol me da en la cara, no hay nadie más en el cementerio, es el único sitio donde encuentro paz sin pedirla, las personas piensan que el cementerio no es lugar donde una niña deba estar, pero aquí me refugio en mis pensamientos sin nadie que pueda opinar respecto a ellos.

Oigo varios pasos detrás mía y por instinto me giro rápidamente. Con la mano en mi tobillo palpando la navaja con la que nunca pienso salir de casa. Sarah me abraza por detrás preocupada, Arthur detrás de ella y Christian nos rodea a todos en un abrazo grupal. Tras unos segundos así se separan y se sientan a mi lado.

—Sabíamos que si no estabas en casa estarías aquí— dice Chris.

Le miro y asiento lentamente, hacía mucho que no les veía, aún así se que me querían dar espacio, pues trataron de llamarme varias veces y no estaba bien para cogerles las llamadas.

Sarah se limpia las lágrimas, Arthur se limpia los mocos con la manga y Chris me mira preocupado.

Arthur saca de su mochila dos bolsas de patatas, una de doritos y una de gusanitos, nos pasa a cada uno nuestro favorito, la mía la de patatas como Sarah, Chis la de doritos y él se queda la de los gusanitos. Comemos en silencio hasta que deciden romper el hielo hablando de las clases y del nuevo novio de Sarah, espera...

—¿¡QUÉ!? ¿Novio?—la pregunto con los ojos muy abiertos, ella pasa a un tono rojo tomate y me evita la mirada acariciando a Toby.

—¡Eso es genial tía! ¿Quién es?— le pregunto a los chicos recobrando un poco el ánimo.

—El rubio de la fiesta en la que nos liamos a guantazos con un grandullón—me dice Chris.

Pienso unos segundos hasta que lo recuerdo.

—¿Y que tal? ¿Te trata bien? ¿Tengo que dejarle claro quién manda?—la pregunto seria.

Ella abre muchos los ojos y me contesta a todas las preguntas calmada, llevan saliendo dos semanas y según los chicos es muy gracioso. Estuvimos hablando durante otra hora más y luego me acompañaron a casa

•••

Abro la puerta y mis amigos pasan detrás mía, como si fuera su casa, pues prácticamente lo es.

—¡Justin! ¿Dónde están los refrescos?— le grito desde la cocina.

Él baja y abre un armario mostrándome donde estaban mientras saluda a los chicos.

—Vamos a ver una película ¿Te apuntas?—le pregunto.

—Pensaba salir un rato, así me despejo de las clases ¿Te parece bien o quieres que me quede? Volvería sobre las once— me dice.

Miro a los chicos que discuten sobre la película y le sonrío, asiento, él me devuelve la sonrisa y sube a su habitación. Minutos después estamos todos en el sofá viendo la saga de Crepúsculo y mi hermano sale de casa muy perfumado y vestido formalmente. Deduzco que ha quedado con una chica. Y me alegro por él.

•••

—¿Pedimos pizza?— les pregunto a mis amigos.

Ellos asienten y llaman, yo subo arriba a por mi altavoz para poner música y hablar un rato mientras la traen.

—¿Y cuando conoceré al tal Carlos?— le digo mirando a Sarah cuyas mejillas se encienden.

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KATIA   *(Horas De La Eternidad #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora