CAPÍTULO 29

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Llevamos como una hora en el coche, no sé a donde me lleva, tampoco me importa. Solo quiero alejarme de todos y no existir para nadie.

Aparca en un garaje y andamos hasta una habitación de la enorme casa, siendo esta su dormitorio. Yo miro al suelo y ando despacio, sin ganas. Me descubre la cama y me indica que me tumbe. Me tapa y sale de la habitación dejándome sola.

Me siento vacía, ni mis anteriores novios me hicieron sentir así de mal. Simplemente no así de tocada. Siento como si hubiera perdido el tiempo con la única persona que pensaba que me duraría para siempre. Que me he echo falsas ilusiones, que porque un tío me trate bien no me tengo que pillar de él y joder... no me reprimo, las lágrimas brotan de mis ojos dejándome deshidratada.

Mirando a la nada, tapada con las sábanas hasta las orejas y maldiciéndome por torturarme con todo esto. ¿Qué he echo yo para merecer toda esta mierda? No lo entiendo, nunca le he deseado el mal a nadie, nunca he sido grosera con ninguna persona, soy la niña que cuando anda por la calle saluda a las personas de la tercera edad por verles disfrutar de sus últimos años de vida.

Ahora mismo no me encuentro estable emocionalmente, siento que todos los pilares que he conseguido reconstruir desde la muerte de mi madre se derrumban. Que se me está cayendo el mundo encima, que yo sola no puedo, simplemente no. Ya no espero nada de nadie, porque es la mejor manera de no llevarse disgustos.

No consigo dormir. Doy vueltas por la cama tratando de alejar los pensamientos y recuerdos de esta noche que no veo posible olvidar en un futuro. Oigo como la puerta se abre y me hago la dormida, sé que es él, y sigo sin entender porque me ayuda con todo el daño emocional que también me ha echo.

Anda sobre la moqueta de madera y me deja lo que por el ruido identifico como un vaso de agua. Se sienta en el filo de la cama y noto sus ojos en mi. Hace ademán de apartarme el pelo de la cara pero se para en el aire y la retira, mirándome profundamente. Se queda así unos minutos.

—Siento todo el daño que te he echo Kat ...— dice en un murmuro inaudible —... Pero por mucho que te cueste creerlo, no dejaré nunca que te hagan daño—

Siento la necesidad de que vea que estoy despierta pero no quiero joder el momento más sentimental que he presenciado de Axel White. Solo con su presencia me siento más segura y eso me ayuda a dormirme.

•••

Podrías haberme salvado

Katia

Me mataste

Nos abandonaste

Doy un salto, ya he aprendido a controlar los impulsos de gritar. Huelo a sudor, a cerveza, a Mike, a crema solar y a las sábanas de Axel. Exceptuando el último, la combinación de olores me dan ganas de vomitar. Me levanto y me tropiezo antes de dar el segundo paso.

—Joder— digo incorporándome y viendo con lo que me ha echo tropezar.

Era Axel, había dormido en el suelo a lado mía, con una almohada y una manta. Desde el suelo le veo, con suerte no le he despertado, se ve demasiado lindo. Tiene los tatuajes del brazo izquierdo al descubierto, son un perro y unas rosas muy bien dibujadas, sin quererlo siquiera reconozco al perro, es de las primeras fotos que tuve de Axel, cuando Sarah me pasó su perfil para contemplar a "tremendo dios griego". Y en parte tenía mucha razón.

Me levanto silenciosamente, cojo el vaso de agua y me lo bebo mientras le veo dormir.

—Por mucho que me mires la belleza no se pega princesa, aunque a ti no te hace falta — me dice.

Noto como el agua se me va y me atraganto, esto me pasa mucho en los momentos más embarazosos. Me mira preocupado hasta que dejo de toser.

—Perdón, no quería despertarte— me disculpo.

—No pasa nada, tampoco he dormido mucho, tenías muchas pesadillas— me explica mientras se incorpora con solo los bóxers puestos. Yo aparto la vista y me miro los pies avergonzada. Estoy con mi bikini y mi camiseta de ayer.

—Ten, dúchate aquí si quieres, luego te llevaré a tu casa— me lanza una camiseta suya y unos pantalones de chándal negros que seguro me quedan como unos anchos normales.

Se sienta en su escritorio y empieza a hacer papeleo. Yo entro al baño y me lavo el cuerpo y el pelo, sintiéndome sucia por lo de ayer. Cuando me miro al espejo simplemente no me reconozco, parezco... débil. Me peino y salgo; Axel ya está vestido. Meto mis cosas en una bolsa y bajamos al garaje.

—¿Moto o coche?— me pregunta.

Yo le miro interrogante hasta que soy consciente de que me pregunta en que quiero ir.

—Moto, si no te importa— le digo.

Axel me sonríe, saca de su bolsillo dos juegos de llaves y deja unas en una mesita. Me da un casco negro mate y él se pone otro igual. Sube a su Ducati negra y me siento detrás de él. Le rodeo con los brazos y arranca, sube la velocidad y yo me cojo a él sintiéndome segura a su lado, y ahora siendo consciente de que nada malo me pasará si estoy con él.

•••

Tras unos 30-45 minutos llegamos a mi casa, me bajo y le devuelvo el casco.

—Gracias— le digo mirando al suelo

Él me coge de la barbilla, me levanta la cara y dice:

—Las veces que haga falta princesa—

Se me escapa una sonrisa bobalicona y entro en casa. Justin me abraza un poco triste, supongo que se ha enterado de lo de ayer, y por las marcas de sus nudillos creo que se ha desahogado. Papá baja las escaleras y nos abraza a los dos.

Después de unos minutos abrazados, subo a mi habitación y me tumbo en la cama procesando todo lo que me ha pasado en las últimas 24h: fui a la playa con mis amigos, conocí gente nueva, me reencontré con Axel, bailamos casi toda la noche, bebimos y nos reímos, me lié con Mike, discutí con él, casi me pega de no haber sido por Axel, este me llevo a lo que creo que es su casa, lloré, respetó el espacio que necesitaba y durmió en el suelo solo por mi, me prestó su ropa y me ha traído a casa. Y todo sin que se lo pidiera.

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KATIA   *(Horas De La Eternidad #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora