3.

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Estaba sentada en una clase sobre la historia teatral obviamente no podía poner del todo atención porque en mi cabeza estaba la última pelea con Santiago que terminó con la relación definitivamente, él tenía demasiado poder sobre mí pero era porque yo me sentía completamente enamorada, entonces tenía claro que si mañana dejaba de estar enojado podíamos resolver nuestros problemas ¿Quizás exageré yo? pensaba mientras miraba mi cuerno vacío en apuntes.

—¿Y a ti qué te parece Mariana? —preguntó el profesor.

—Yo pienso que... —me quedé en silencio por unos segundos y Eugenia me dio un codazo— Pienso que no estaba poniendo atención, lo siento.

—Espero que eso que no te deja poner atención sea algo bueno —agregó con una sonrisa, era tan buena onda pero lamentablemente no estaba en lo correcto, Eugenia se acercó a mí y fingió olerme.

—no, huele a estiércol —respondió bajo, solo yo pude escucharla— Basta.

Cuando terminó la clase salimos juntas para buscar algo de comida mientras esperábamos a Cande que estaba en otra clase, Eugenia estaba escribiendo en su celular con una sonrisa de mala, seguro tenía una de esas citas extrañas que veía por dos días y luego bloqueada.

—¿Piensas hacer eso por mucho tiempo? —pregunté apuntando el celular.

—¿Hablar con mi mamá? —giró el celular— Está haciendo panoramas con mi papá y me manda fotos todo el tiempo, desde que se deshicieron de mí se la pasan como novios, son las mejores personas del mundo —agregó con una sonrisa— Hablando de buenas personas ¿Vas a seguir pensando en ese campesino? ¡Por favor! Me parece que ha sido suficiente, la última vez te gritó y yo estaba ahí.

—Estaba enojado —dije tomándome la cabeza— Yo le dije cosas horribles y lo hice enojar, no lo sé.

—Odio intensamente que no quieras abrir los ojos —dijo comiendo su ensalada— Tiene diez años más que tu, estas comenzando la universidad y te está haciendo problemas ahora ¿Que harás cuando tengas tu carrera terminada y quiera ponerte limitaciones? Por favor, es un viejo del campo aburrido además... puedes conseguir algo mucho mejor que ese hediondo a estiércol. Ya mostró su verdadera cara —en ese momento se unió Cande.

—¿Hablamos de Moco? —preguntó abriendo su comida— Pensé que con el apellido era suficiente —soltaron una carcajada juntas— Ya fue, superalo.

—No es tan fácil —dije molesta— Para ustedes que nunca se han enamorado lo es, pero Santiago y yo... ¡Tenemos una historia! Es mi amor y entiendo perfecto que como amigas no lo quieran porque me vieron mal por el, créanme que si fuera una persona que me hace daño estaría lejos suyo, pero...

—Amiga, es tu vida —me interrumpió Eugenia con una sonrisa— Si tu piensas que está bien volver a eso, entonces anda y caete, de todas formas nosotras estaremos acá para levantarte

—Gracias —dije riendo y pegué mi cabeza a la mesa.

—Estoy con Euge —dijo Cande y me acarició la espalda— Odio verte triste, eres una persona muy feliz para eso, pero supongo que este es nuestro lugar.

—¿Qué pasa hoy que todo el mundo está como loco? —dije mirando a un grupo que corría.

—Juegan fútbol americano los de la universidad —dijo Euge— En el estadio que está cerca, te acuerdas que pasamos por ahí la otra vez —asentí rápidamente— Escuché que van bien y eso tiene a todo el mundo emocionado porque no ganan nada estatal hace años, ninguno de nuestra carrera juega ahí, no?

—no lo creo —dijo Cande riendo, entonces nos tentamos las tres inmediatamente— ¿Ya prepararon el monólogo? —mierda, hasta me olvidé de eso. 

Siempre he estado aquíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora