Capítulo 35. Parte I

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{JENNIE} 

El personal del servicio me miraban con una sonrisa, como si quisieran complacer cada una de mis suplicas con tan solo escucharlas salir de mi boca, lo cual hasta cierto punto era incómodo. 

 Observé a la multitud que gritaba a todo pulmón, como agitaban sus cuerpos al ritmo de la canción y más de una pareja se besaba de manera eufórica por el alcohol que recorría sus venas y probablemente alguna que otra sustancia de la cual éramos responsables. Solté un suspiro y acaricie la orilla de mi copa con la yema de mis dedos, perdida entre mis pensamientos. 

 –No imaginé encontrarte precisamente aquí.–No podía ignorar ni evitar reconocer esa voz aunque quisiera. Tragué saliva ante la incomodidad de voltear y encontrarme con su expresión tan asquerosa sobre su rostro. 

 –Sinceramente nunca imaginé volver a encontrar.–Traté de mantener una actitud relajada y segura como la última vez que lo miré y literalmente lo amenace con el poder que tenía en mis manos. 

 –Bueno, yo sé cada movimiento sobre ti.–Mencionó con una amplia sonrisa sobre sus labios.–Sé donde estás.–Hizo una pausa y tomó mi barbilla para que lo mirará directamente de frente.–Y con quien. 

 –Estás demente.–Escupí sin siquiera mirarlo como él quería, traté de levantarme para esperar a las chicas en el pasillo pero tomó mi muñeca con fuerza. 

 –¿Yo?–Su risa invadió mis oídos.–¿Quién es la patética que no puede superar sus traumas?–Intenté golpear su rostro con la mano que quedaba libre pero la detuvo de la misma manera.–Sé más de lo que te imaginas y tú sabes menos de lo que piensas.

 –¿Cómo qué? ¿Cómo que tu padre es el maldito que asesinó a mi familia?–Lo miré directamente a los ojos para que intentará negarlo pero no lo hizo, se relamió los labios antes de sonreír una vez más.

–Descubriste el misterio.–La crueldad con la que estaba hablando hizo que un nudo se formará en mi garganta pero claramente no quería demostrarlo.–Nosotros no somos los malos como tú crees, de hecho estamos del mismo lado.–No entendía un carajo de lo que estaban diciendo, parecía disfrutar con mi confusión y el dolor que estaba cargando en ese momento.–Mi familia y tú trabajamos para la misma organización y no, no estoy hablando de los Manoban. 

 –¿De que hablas?–No entendía nada de sus desvaríos, seguramente estaba jugando con mi mente pero de alguna manera algo me decía que estaba hablando con la verdad. 

 –Al igual que tú, somos infiltrados.—Parecía un juego para él, lo estaba diciendo como si no se significará nada importante. Traté de abrir mi boca para decir algo pero me vi interrumpida por Seok.–Ahora que sabes la verdad, es más sencillo romperte esa burbuja tan estúpida en la que vives. Mi padre y sus hombres tenían la misión de arrestar a tus padres, a darles más de cuarenta años en prisión pero se resistieron a terminar el resto de sus días acabados y en un lugar de máxima seguridad. 

 –Para.–Ordené con las lágrimas corriendo por mis mejillas pero aquello parecía una mayor motivación para que continuará hablando. 

 –Tuvo que hacer lo necesario para defenderse y precisamente fue acabar con ellos.–Soltó un suspiro al bajar su mirada y negar suavemente.–Claramente con su muerte quedó un lugar vacío en la organización y lo tomó el señor Park, un sujeto un tanto inexperto pero amigo de toda la vida de Marco. No se iba arriesgar y dividió el poder de tus padres en cuatro, del cual nos tocó la parte sur del país. 

–Eres igual de mierda que todos, no eres distinto por ser un policía disfrazado de mafioso.–Apretó mis muñecas con fuerzas y me sacudió levemente como manifestación del coraje que sentía. 

 –¿Y qué hay de ti? ¿Qué hay de la pequeña niña inocente que los Manoban dejaron entrar a su casa con otras intenciones? ¿Eres distinta por ser un lobo disfrazado de oveja? Tú estás ahí para investigarlos más de cerca y cumplir con la misión, no eres distinta a mi. 

 –No pienso delatarlos, no pienso condenar a las únicas personas que nunca me mintieron.–Soltó una carcajada al escucharme y me soltó para pasar sus manos por su cabello en repetidas ocasiones. 

 –¿Lo estas haciendo por amor? ¿Estás condenando tu vida por un sentimiento tan común y ordinario como ese? Te creía más inteligente y sensata, Kim. 

 –Quizás estoy condenando mi vida pero lo haría una y otra vez, haría cualquier cosa por Lisa. No sabes una mierda sobre ella y sobre mi.–En ese momento ambos estábamos alzándonos la voz mutuamente, con resentimiento y coraje. 

 –De verdad eres ingenua al pensar que su cuento de hadas va a durar para siempre. Abre los ojos, Kim. Es una criminal y ella va a terminar en donde tus padres debían de terminar, ella va a pagar por los pecados de su padre y por los de tu familia. 

 –Eres un hijo de puta.–Sentía como la sangre llegaba a su punto de ebullición, como quería dejarlo en el suelo y descargar mi enojo en cada uno de los músculos de su cuerpo aunque me doblará en tamaño.–¡Eres un hijo de puta! 

–Quizás lo soy, pero yo siempre he sido así y no tengo porque ser hipócrita como tú. Dices amar a Lisa pero la arrastraste a lo más oscuro del abismo, probablemente tú termines pagando tu condena en California y ella en New York. Para cuando tú salgas posiblemente ella se olvide de ti o simplemente no soporte tanta presión, el vivir entre las mismas paredes con una hora de sol. 

 Sus palabras me estaban torturando, me había arrancando hasta el último pelo de paciencia que quedaba en mi persona. Con la adrenalina a tope fue lo empujé lo suficiente para que tropezará con uno de los sillones del lugar y su rostro se estrellará contra la barra. 

Colocó su mano sobre su nariz y la ensució con la sangre proveniente de esa cavidad, río irónicamente y se aproximó hasta mi para tomarme de las muñecas y apegarme a su anatomía con fuerza. 

 –Te juro que voy a hacer lo imposible por refundirte más de quince años, que tu juventud se apague en ese jodido lugar. 

 Con la misma intensidad que tenía su agarré me empujó como lo hice con él y yo terminé en el sofá que estaba anteriormente, llamando la atención de las personas que estaban en el piso de abajo. 

Comenzaron los murmuros, todos veían con incredulidad y curiosidad la escena. Seok subía y bajaba su pecho mirándome con rabia, yo lo miraba con la vista nublada por las lágrimas. Ahí empezaba la peor noche de toda mi asquerosa vida.

Ghostin (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora