Capítulo 10. Parte II.

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{LISA} 

No entendía como Jennie sin ningún tipo de experiencia aparente en el asunto de las carreras podía haber hecho que me tragara mis palabras y literalmente que comiera el polvo. 

Podía negarme fácilmente a cumplir con su apuesta, pero no era el tipo de persona que dejaba botada su palabra o esa era la excusa que estaba poniéndole a mi cabeza para no admitir que la manera de no verse intimidada por mi y responderme justo como me merecía hacía que la tolerará aunque sea un poco. 

Hacía bastante tiempo no tomaba la laptop para investigar algo, mucho menos algo relacionado con que se podía hacer en Seúl por la noche. Ella tenía la creencia de que yo por vivir en la ciudad tenía idea de que lugares frecuentar o que se hacía para divertirse cuando literalmente desconocía por completo Seúl exceptuando de la ruta que tomábamos para llegar al puerto o los lugares donde teníamos negocios. 

 –¡He llegado alegrarte el día!–Dijo fuertemente Rosé para sacarme de mis pensamientos, dejando rápidamente la computadora de lado. Sabía que Jennie me había vencido y eso le había bastado para burlarse de mi por casi dos horas seguidas por lo que trate de ocultarle la apuesta.–Dios, ¿qué estabas viendo? Eres una sucia, Manoban. 

 –No es lo que tú crees.–Intenté de sonar serena para evitar despertar la curiosidad de mi amiga pero era inútil. Sus cejas se elevaron para cuestionarme fuertemente y en menos de lo que pensé ya tenía la laptop en sus manos, un error grave no ponerle contraseña.

 –Mh, ¿lugares que visitar en Seúl? ¿Ahora te harás la divertida?–Sabía que quería reírse pero no lo hacía debido a mi mirada fulminante sobre ella. No se rendiría hasta conseguir las respuestas a su incógnita así que solté un suspiro ante mi resignación. 

 –Perdí una apuesta con Jennie, ¿bien?–Esperaba que estallará en carcajadas pero en lugar de eso, sonrió.–¿Qué? ¿No te vas a burlar otras dos horas? 

–No, porque no estás viendo lo que está pasando frente de tus ojos.—Me devolvió la laptop a la par que se sentaba en el borde de la cama. Odiaba cuando se le despertaba el sentido maternal conmigo y quería charlar de esa manera.–La estás tolerando, de otra manera ni siquiera hubieras considerado cumplir con tu apuesta. 

 —No me gusta incumplir con mi palabra.–En ese momento las palabras de ella hacían mucho sentido en mi cabeza por lo que traté de convencerme a mi misma de esa manera ante su mirada que intentaba juzgarme.

–Está bien, quizá la estoy tolerando.–Parecía que le había dado la mejor noticia a Rosé por lo grande de su sonrisa.–Quiero decir, ella estará aquí un buen tiempo y tampoco tengo que amargarme la existencia cada que tengo que compartir con ella que básicamente es más tiempo del que me gustaría. 

 –No es tan malo, además sabe jugar el sarcasmo bastante bien.–Advirtió mi compañera tomando su celular para buscar algunas cosas. 

 –Por fin, alguien que sabe como usarlo y no se queda tiesa cada que se lo digo.–Una risa se escapó de mis labios al fastidiarla pero ni siquiera se inmutó por estar en sus pensamientos.

 –¡Bingo!–Casi pegó un salto de mi cama y al incorporarse acerco la pantalla de su teléfono a menos de tres centímetros de mi cara.–Conoces una ciudad por lo gastronómico más que por otra cosa así que tienen que visitar todos estos lugares. 

 –Sí, pero te estás olvidando de un pequeño detalle.–Aparte el aparato de mi rostro y me eche en la cama con la vista hacia el techo.–Odio a la maldita gente. 

 –Perdiste una apuesta, tienes que aguantarte.–Y no podía replicarle nada, ella tenía razón. Llevé mis manos hasta mi cara para frotarla con ellas. 

 –¿Y si solo la llevo a un bar, un restaurante y después le compró un montón de esa comida callejera y la llevó a ver el amanecer hasta el puerto?–Tenía que poner un poco de mi esencia y no solamente copiar lo que un sitio web me decía, no era mi estilo. 

 –Pusiste a trabajar el cerebro.—Esta vez ella estaba hablando como yo lo hacía y verdaderamente cuando no estás acostumbrado era molesto, ahí sentí compasión por las personas que tenían que soportarme. 

 —Pasar tanto tiempo conmigo ya te está afectando.–Un suave golpe se depositó en su brazo provocando que las dos soltáramos una suave risa. –

Y entonces, ¿vas a decirle o prefieres que sea la paloma mensajera?–De verdad estaba disfrutando el verme crear relaciones interpersonales con otras personas, le hacía tanta gracia que ni siquiera se molestaba por tener que llevar recados de aquí para allá. –Tomaré tu palabra solamente porque quiero sentir que estás bajo mis órdenes.—Y ahí estaba siendo yo, sacando diversión a mi manera. Siendo sincera no me sentía molesta por tener que salir un rato de esas cuatro paredes, llevaba tanto tiempo sumergida entre mi amargura y todo el asunto del negocio que una bocanada de aire me ayudaría a seguir soportando el hecho de estar atrapada en algo que nunca había querido para mi. Jennie había simpatizado conmigo de la manera más inesperada, al llevarme la contraria siempre, me gustaba su carácter y la manera de lidiar con las personas difíciles ya que yo era la prueba viviente que podía hacerlo bien, podía hacer un buen equipo con nosotros.

Ghostin (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora