17 huellitas.

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Las horas parecen transcurrir más despacio en mi habitación. Las agujas de los minutos esperando pacientemente por las agujas de los segundos, haciendo relevo y a su vez, persiguiéndose. Poco a poco se impulsan ambas, esperando pacientemente llegar a cada número. Las horas se esperan, hora por hora.

Esperan pacientemente.

Cae una gota pequeña que resbala por mi mejilla. A decir verdad, he olvidado cuándo comencé a llorar. De intervalos se va el picor en mi nariz, distrayendome con cualquier cosa minúscula, pero así como se va, vuelve. Triplicado.

Y el ciclo se repite.

Odio llorar, al menos de este modo, pero desde ese sábado no puedo dejar de hacerlo.

Observo la cama vacía al fondo de mi habitación. Todo está intacto como la última vez, y es entonces cuando pienso que quizás él estuviera riéndose del modo en que lloro: como un niño. Aunque el niño fuera él. Imaginar eso es incluso más doloroso, por lo que con el mentón arriba, mis cejas se fruncen junto con mi llanto.

Trato de pensar en algo que me tranquilice, pero estoy sólo allí, y no hay nada. Solamente mi imaginación, que sueña con los brazos de mi hermano menor abrazándome con fuerza, pidiéndome entre bromas que no llore. Me siento débil, incluso si sólo lo estoy imaginando, porque no quiero molestar a mis amigos (que irónicamente, son familia de Yeonwoo a excepción de Yuqi), no quiero molestar a mamá que bastante trabajo tiene; pero tampoco tengo de dónde apoyarme. Las personas que amo, las he perdido.

A mi hermano, a papá, a Yeontan, y ahora, de algún modo, a Yeonwoo.

¿Estaré maldito, o algo parecido? O quizás, mis antepasados fueron personas demasiado crueles contra el mundo. Quizás en esta vida se me facilitaron más las cosas, pero en respuesta a mis otras vidas, me han quitado lo más valioso. ¿Debo aprender a vivir con eso?

Si es así, ¿Cómo?

Hoy me ha tocado quedarme sólo en casa. Beneficio de ser alumno de último año: no era necesaria la asistencia para los trabajos de limpieza, orden y esas cosas. Mamá no está, el trabajo la necesitaba con urgencias, por lo que yo quedé con el cuidado de la casa, y hasta ahora lo he hecho muy bien.

"Claro, si no has hecho nada."— río sin una pizca de ganas. Es cierto, no he hecho nada, y como por arte de magia el sonido vibrante del timbre me llama la atención.

No espero visitas, no le dije a nadie que viniera, y mucho menos un lunes en donde me siento tan mierda. No he hablado con nadie tampoco, quizás un breve, pero muy breve intercambio de palabras con Yoongi y Yuqi. Nadie más.

Me importa una mierda si me encuentran de este modo. Estoy sólo en mi casa, y quiero hundirme en mi cama con paz y tranquilidad, como un adolescente común en este siglo. Solo que... Mi plan no podrá darse, ya que siguen tocando, y me veo en el deber de abrir. Por eso coloco rápido mis medias y camino con parsimonia hasta la puerta, abriéndola sin más.

Lo primero que veo son los ojos de mi mejor amigo. Su rostro está serio, rápidamente inspeccionandome a mí, y a todo. De brazos cruzados, con su camisa de rayas roja, el pantalón negro de agujeros y sus típicas converse. Las lágrimas se detienen.

ㅡYoongi.

ㅡ Déjame entrar, Tae.ㅡ Ignorando él mismo sus palabras, entra a mi casa sin decir nada, sin lucir mínimamente alterado. Cierro la puerta.

𝑷𝑬𝑹𝑹𝑰𝑻𝑶 𝑷𝑬𝑹𝑫𝑰𝑫𝑶 ᴥ︎︎︎ 𝐕𝐌𝐈𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora