ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 𝟺

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«TN»

Me desperté, ya era casi de noche, había dormido casi todo el día.

Me pare de mi cama y al voltear me encontré con una carta en mi mesita de noche, la agarre y ví el nombre de Rengoku.

La abrí y empecé a leer, solo decía que se tenía que ir porque lo necesitaban, también, me escribió palabras de motivación para seguir mi entrenamiento y que no podía esperar para verme como una cazadora de demonios.

Al terminar de leer la carta lágrimas bajaron de mis ojos a mi barbilla para seguido caer en el suelo. Me seque las lágrimas y mostré una sonrisa de motivación.

Me prepare para seguir con mi entrenamiento, hoy sería la última vez que voy saltando de un árbol a otro, después de que acabe está noche, ahora sí tendría que tratar de tener el aliento de la llama, Rengoku ya me había explicado como se hacía asi que no tendría problema y también me dejó varias katanas para practicar.

Salí de la casa después de alistarme y volvía a hacer lo mismo, después de acabar aquello, me fui a dormir otra vez ya que regrese de nuevo cansada pero ya no era como otras veces.

Al despertarme me puse a hacer lo que me dijo el maestro Rengoku para poder manejar el aliento de la llama.

Me quedé entrenando lo que restaba del día y toda la noche pero no salía nada.

Después de 2 meses tratando de poder tener el aliento de la llama no salió nada. Me estaba por rendir pero recordé que Rengoku me estaba esperando como cazadora por lo que me volví a motivar y seguí.

Después de medio mes salió algo pero no era nada parecido a una llama.

Me encuentro entrenando, estoy tratando de sacar el aliento de la llama pero en vez de salir fuego o alguna llama, salió un zorro, no dos, cinco, siete, ocho, díez, 12 zorros de color blanco.

Estos zorros se acercaron a mi y si miraba un poco de cerca se podía ver qué una tipo aura celeste casi transparente los rodeaba.

Me emocioné tanto que empecé a brincar, había creado un aliento, pero ahí me acordé del maestro Rengoku, ¿Qué iba a pensar si le digo que no pude obtener el aliento de la llama?, y si me empezaba a odiar.

-¿Y si se decepciona de mi?, ¿Y si me dice que me odia?- hablaba conmigo misma- no Rengoku no es así, nunca me va a odiar solo porque no pude tener el aliento de la llama- seguí divagando conmigo misma-.

«»

Los pequeños zorritos solo la veían, se estaban empezando a irritar de tanto que hablaba, uno de los pequeños zorritos se acercó a ella y puso su patita en la mano derecha de la chica

Cómo la chica estaba incada no tuvo problemas, la chica levanto un poco su cabeza para verlo.

-No te preocupes, no creo que sea mala persona como para sentirse desepcionada de ti- hablo, su voz sonaba tranquila y suave.

-Tienes razón, el maestro Rengoku no es de esas personas- dijo viendolo.

Ahí cayó en cuenta, un zorro le había hablado y ella le entendió a la perfección, la chica puso una cara de susto y se alejó del zorro.

-¿Cómo puedes hablar?.

-Siempre he podido hablar, otra cosa es que nos entiendas- dijo tranquilo.

-¿Entonces me estoy volviendo loca?- pregunto asustada.

-Claro que no, creo que nos puedes entender por tu aliento- dijo otro zorro pero ese tenía una raya negra en su esponjosa cola.

-Tienes razón puede ser por eso.

Después de hablar sobre su aliento los zorros se fueron, ¿A dónde?, nunca lo sabremos.

T/N se fue a descansar ya que crear una sola postura era muy cansado, aún así sabía que tendría que crear más y estaba determinada para eso.

(Al día siguiente)

Se desperto y se levanto, desayuno algo y salio de la casa para crear más posturas.

Después de intentarlo llegó la noche y regrese a la casa, triste porque no había podido crear ninguna nueva postura, pero borro esa tristeza de su cara para darle paso a una sonrisa.

Sabía que no sería nada fácil y tendría que esforzarse mucho para crear nuevas posturas.

Kimetsu no yaiba y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora