Capítulo 12

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—Supongo que esto confirma que soy Lady Serena—dijo, esforzándose mucho para recuperar la compostura y volviéndose para hacer frente a Andrew y Rei en el solar—. ¿Pero cómo es posible que tenga una gemela que por todos es considerada una bruja? Mi familia nunca mencionó tal cosa.

—¿Qué le dijeron? — pregunto Andrew.

—Que mi madre murió en el parto y mi padre nunca se volvió a casar. Hasta donde sé, yo era su única heredera y dejó toda su fortuna únicamente a mí.

—Rei se acercó y le tocó el brazo. —Debe sentarse, Lady Serena. Está perdiendo el color.

Se dio cuenta de repente que la habitación daba vueltas. Temió ponerse enferma.

Andrew fue a traer una bebida del aparador, mientras Rei la llevaba a una silla.

—Permítame disculparme con usted —dijo la anfitriona—. Nunca me perdonaré por cómo la traté antes, me equivoqué, no le creí.

—Fue un mal entendido, eso es todo.

Serena se sentó, pero declinó la bebida que Andrew le ofreció al mismo tiempo, todos los sonidos de la sala desaparecieron, como si hubiera sumergido su cabeza debajo del agua.

Una cosa era saber que ella no era una bruja desquiciada, aunque se había preparado los últimos cinco días para aceptar ese destino. Y otra muy distinta era saber que tenía una hermana. Una hermana que, evidentemente, se separó de ella al nacer y resulto ser una mística.

Si eso fuera verdad, nadie en Drumloch parecía saber de ella. O si lo hacían, mantenían el secreto bien guardado.

—Han preparado una habitación —dijo Rei—. La llevaré ahí ahora.

—Pero tengo que decidir cómo proceder —sostuvo Serena.

Por encima de todo, seguía existiendo la razón de donde había estado los últimos cinco años y por qué no podía recordar nada de eso.

¿Y el por qué de su extraño comportamiento en el círculo de piedra? ¿Tenía los mismos dones que su hermana, y si era así, los había tenido toda su vida?

Rei puso una mano sobre su hombro.

—Podemos decidir más tarde. Por el momento, deja que le enseñe tu recámara. Debe estar terriblemente angustiada, Lady Serena. Espero que se tome un tiempo para descansar y asimilar la noticia.

Serena finalmente estuvo de acuerdo, y Andrew les acompaño hasta la puerta.

—Cenará esta noche con nosotros —dijo—, y discutiremos que debe hacerse. Tenga la seguridad, Lady Serena, que como jefe de los MacDonald de Kinloch estoy a su servicio. No le pasará nada.

—Gracias —aseguró ella, que ya no la consideraba su enemiga. Era algo de lo que, al menos, podía estar agradecida.

Salió con Rei del solar y se dirigió hacia las escaleras de la torre.

—¿Cenara Darien con nosotros también? —preguntó Serena comenzando a descender la espiral.

Ella lo imaginaba, en este momento, preparándose para salir de Kinloch otra vez, para continuar su búsqueda de la mujer que lo había maldecido.

Nunca volvería a verlo.

—No puedo decirlo —respondió Rei—. Andrew no está contento con él. Aparte del hecho de que él lo hirió con una espada hace un año, se marchó sin decir palabra, y acaba de cometer un crimen por traerte aquí.

—¿Cómo es eso?

—Usted es la heredera de una gran fortuna, Lady Serena, y estoy segura de que su familia castigará su desaparición de Drumloch. A sus ojos, la secuestraron, lo que implica también a mi marido. Supongo que habrá alguna discusión entre los dos en poco tiempo.

Seducida por élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora