El primer día de viaje pasó rápido, los momentos se entretejían en un impresionante tapiz de paisajes cambiantes, que para Serena eran tan hermosos y conmovedores, como cualquier gran ópera, o una obra de arte que no tenía precio.
Temprano por la mañana, cuando la bruma fría de la montaña estaba baja, cubriendo de rocío el pasto de los prados, habían atravesado al trote el puente del castillo, para después galopar por el campo hacia el este, e introducirse cuidadosamente en el bosque, donde las hojas otoñales se desprendían de las copas de los árboles y flotaban, cayendo lentamente alrededor de ellos.
El miembro del clan más joven y el más cercano en edad a Serena, se había adelantado para explorar la ruta, había vuelto después de una hora para discutir las mejores opciones con Darien, que cabalgaba a varias yardas delante de Serena.
Los otros tres escoceses iban atrás de ella, y aunque no tenía con quién hablar, no se podía quejar de aburrimiento, por lo menos no todavía, pues el viaje en sí mismo era suficiente desafío y distracción como para mantenerle la mente ocupada.
En la tarde se vieron forzados a cruzar un río con una fuerte corriente, y Serena tuvo que persuadir a Theodore para que bajara por la pendiente llena de barro y resbaladiza, que llevaba hasta el agua. Se deslizaron y patinaron al fondo, y se hundieron en las aguas gélidas, salpicando una gran cantidad. Serena soltó un grito ahogado, pero Theodore se mantuvo firme sobre las rocas del fondo, mientras el agua fría se arremolinaba alrededor de ellos y penetraba sus faldas hasta la parte alta de sus muslos. Al menos, el sonido de la corriente ahogaba los lamentos de pánico de Theo.
Cuando llegaron a la otra orilla y la subieron galopando, le pasó la mano por el cuello rojizo
para calmarlo.
—Bien hecho. —Su corazón latía aceleradamente y se sintió aliviada de haber cruzado.
Entonces levantó la vista y se encontró con Darien observándola intensamente.
—¿Estás bien? —le preguntó, esperándola en un bosquecillo de enebros.
—Estamos bien —puso a Theodore en un galope suave, y pasando a Darien, quedó a la cabeza.
Pronto éste la alcanzó y trotaron juntos.
—¿Sabes por dónde debemos ir?
—No tengo la menor idea. Pero tengo confianza que tirarás mi rienda, si os llevo por el camino equivocado.
Él miró atrás para observar a los otros, que no se veían, aunque Serena podía oírlos gritar
mientras cruzaban el río.
—No debiéramos ir juntos. Nos estarán observando, y pronto podrían sospechar algo. Verán lo que es obvio y sabrán que me he tomado ciertas libertades contigo, a las que no tengo ningún derecho. Tenemos que cuidar tu reputación desde ahora en adelante.
Súbitamente a Serena se le vino abajo el humor ante esta súbita inclinación por el decoro.
—Anoche te dije que mi reputación ya está arruinada. No me importa lo que piensen.
—Pero no tengo ningún derecho a tu afecto. No puede pasar nada entre nosotros, y tú lo sabes.
Inesperadamente su mal humor se inflamó, pues había estado esperando tanto para estar con él. Había esperado flirtear en secreto durante el viaje, tal vez salir y escaparse para estar solos. Había soñado con ser besada a la luz de la luna, como la había besado anoche, en el establo. Apenas había pensado en otra cosa desde que la había dejado en el salón del banquete, pero ahora sus palabras le hacían daño. Quería gritarle, pero logró mantener la voz calmada.
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Seducida por él
FanficDarien Chiba ha conquistador a tantos hombres en el campo de batalla y a tantas mujeres en la alcoba, que es prácticamente invencible. Pero un desafortunado encuentro con una seductora bruja le ha maldecido para siempre. Ahora, cualquier mujer a la...