Capítulo 14

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Blue Waters Manor, al sur de Edimburgo

Ese mismo día

Esa tarde, Beryl estaba terminando de ordeñar cuando la puerta del establo se abrió de repente de par en par arrastrando las pajas sueltas por el suelo. Los cerdos gruñeron y los pollos de fuera cloquearon y batieron sus alas.

Con el corazón galopando, se incorporó y chocó con la vasija de leche.

—¿Quién anda ahí? ―preguntó mirando a todas partes—. ¡Sé que hay alguien!

Era la misma presencia que había sentido toda su vida, incluso siendo niña, cuando estaba sola y asustada en la cama. El espíritu nunca la había dañado, así que Beryl había aprendido a perder el miedo. Pero durante los pasados seis meses, el espíritu la visitaba con más frecuencia y lo sentía agitado.

Flotó a su alrededor y en rápidos círculos, levantando briznas de hierba seca del suelo.

—¡Háblame espíritu! ―dijo Beryl—. ¿Por qué me persigues?

—No soy un espíritu.

Beryl se inclinó sorprendida, nunca antes le había hablado. Giró en círculos mirando las vigas.

—¿Qué eres entonces?

Volveré a por ti.

Otra ráfaga de viento sacudió la puerta del establo casi sacándola de sus bisagras, luego el aire se calmó, así como los animales que se quedaron en silencio.

Un segundo después, la vaca inclinó la cabeza lanzando un estridente ¡Muuu!

Un pánico como nunca había sentido antes llenó su corazón. Cogió el cubo de la leche y corrió fuera, cerrando la puerta y bajando la barra. Corrió por el huerto hasta la casa y entró por la puerta de atrás. Dejó el cubo en la mesa y se dirigió por el pasillo hasta las escaleras.

Nicolas estaba sentado ante su escritorio, trabajando con sus papeles. Hoy vestía su kilt, lo que no era habitual. Su oscuro cabello estaba retirado hacia atrás y sujeto con una cinta de cuero.

—¡Beryl! ―exclamó.

Ella se detuvo a los pies de la escalera.

—Parece que has visto un fantasma.

—No era un fantasma ―replicó ella—. No sé qué era.

Nicolas entrecerró los ojos mostrando curiosidad mientras se levantaba e iba hacia ella.

—¿Has tenido una visión?

—No estoy segura.

La agarró del brazo y la hizo girar para mirarla.

—Bueno, pues mejor que lo sea. Escocia necesita un rey y tengo que saber cuándo actuar y en quién confiar. Me prometiste otra visión y si esta oportunidad pasa, nunca habrá otra.

—¿Por qué es tan importante para ti?

Las mejillas de Nicolas se encendieron con pasión.

—No podemos permitir que los ingleses continúen sometiéndonos. Si ellos siguen así, nos empujarán hacia el norte hasta que desaparezcamos en el mar. No entiendes nada, ¿verdad?

Ella tiró de su brazo para liberarse.

—No me digas lo que entiendo y lo que no. Sé lo que se siente al ser desterrado. Toda mi vida he estado marcada como bruja y ahora, tú me rechazas. Tú, que ni siquiera quieres que nos vean juntos en público.

Seducida por élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora