Capítulo 15

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Serena bailaba un reel en el Gran Hall, y milagrosamente, recordaba todos los pasos de forma natural. A pesar de no poder recordar nada de su vida, de alguna manera sabía cómo bailar, como cabalgar y podía recitar sus oraciones a la perfección.

Sus mejillas estaban enrojecidas de calor cuando el baile terminó, y se abanicó con la mano. Aún estaba riendo cuando giró y vio a Darien en la otra punta de la sala, bajo un arco, mirándola con intensidad apasionada.

Se miraban a los ojos lo que mandó un ramalazo de excitación a su vientre. A la luz de las velas, él apoyó un musculoso hombro en la pared de piedra, y con su robusta forma y su poderosa apostura, destilaba una masculinidad que no superaba ningún otro hombre de la sala.

Sus nítidas y cinceladas facciones, sus ojos penetrantes y oscuros, solo contribuían a incrementar su atractivo. Ningún otro Highlander era rival para tan extraordinaria belleza.

La animada música le había levantado el ánimo y se encontraba inmersa en un torrente de cálidas emociones. Era demasiado. Sobrepasaba su corazón y su mente. Se vio obligada a retirar la mirada de su imponente imagen y dirigirse a la mesa en busca de algo para comer.

Tomó una manzana brillante y roja y le dio un mordisco a la fresca fruta, diciéndose a sí misma que sus atenciones hacia Darien no eran bienvenidas. Él lo había dejado suficientemente claro cuando yacía en su cama esa tarde. No quería que le tocara y a pesar de eso, no le había quitado ojo desde que había terminado el baile. Suponía que incluso desde antes.

Le miró sobre el hombro de nuevo. Aún la miraba y un estremecimiento caliente y pulsátil la recorrió.

¿Lo sabría él? ¿Podría ver la manera en que ella reaccionaba a él? ¿Podría sentir su deseo?

En ese instante, él se apartó del arco y empezó a caminar abriéndose paso con sus hombros. En ningún momento retiró su mirada de ella.

Mientras llegaba, Serena se sintió atrapada en su red erótica, preguntándose si las otras mujeres de la sala lo sentían también. ¿O era ella la única que podía sentirlo?

No importaba. No es que fuera a apartar la mirada de él para comprobarlo.

La alcanzó y le tendió la mano.

—Pasea conmigo.

Esa profunda voz envió un estremecimiento a Serena y puso su mano en la de él, que la acompañó mientras cruzaban la atestada y festiva sala.

—¿A dónde vamos? ―preguntó, a pesar de que le daba igual. Le seguiría a cualquier parte.

—No muy lejos.

La llevó más allá del pasillo abovedado hacia una puerta doble que crujió en sus enormes bisagras cuando la abrió.

Fuera, en el patio, la noche estaba iluminada por una luna casi llena que llenaba de sombras el suelo. El aire se sentía helado en las mejillas.

—Puedo ver mi aliento ―dijo, deteniéndose para echar la cabeza hacia atrás y cerrar los ojos.

Él todavía sostenía su mano, y cuando abrió los ojos, la estaba mirando con interés.

—Hay algo en ti ―dijo él―, que me hace sentir... diferente.

—¿Qué quieres decir?

Sus ojos negros la estudiaban.

—No sé cómo describirlo, excepto que esta noche, me siento otra vez joven. Algunas veces haces que me olvide de ciertas cosas que siempre han pesado como una losa en mi vida.

Seducida por élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora