Caminábamos por las calles de Seúl, cruzandonos con miles de personas a nuestro alrededor.
SeoYoung prometió encargarse de encontrar una chica ideal para mi en menos de una semana, cosa que yo pensé al menos imposible, pero, conociéndola, pensé que solo talvez podría lograrlo.
— físicamente, no. — Murmure. — sería lindo que fuera buena conmigo, talvez.
Seguimos caminando calle por calle, entramos a algunos restaurantes y heladerías, pero la mayoría de chicas que habían o tenían pareja, o eran mayores de edad.
No quería ser el tercero o el hijo de alguna chica.
SeoYoung se veía frustrada, algunas veces bufiendo y cruzando sus cejas.
Rápidamente me miró de reojo, instantáneamente una sonrisa se posó en sus labios, una linda y adorable sonrisa, sus ojos nuevamente comenzaron a brillar, era lindo verla en ese estado.
— hace unos días hable con el.
Me atore con mi propia saliva, ¿cuando había dejado de ser tímida? Siempre era yo quien hablaba primero o hablaba por ella, SeoYoung estaba tan grande.
— y, ¿que tal? — le mire, viendo como la sonrisa seguía intacta en su rostro.
— es muy amable y divertido, hemos estado hablando estos últimos días. — sonrió.
— me alegro mucho por ti. — sonreí.
Debía de acostumbrarme a que SeoYoung estuviera enamorada, era extraño ver sus sonrisas idiotas al verle hablar sobre el tal serim.
Tomé su meñique junto al mío ganando que me volviese a ver.
— ¿Tomemos un café, bien? — pregunté.
Asintió a mi pregunta y caminamos a la cafetería más cercana, que estaba unas calles tras de nosotros.
En el camino seguí pensando si es que en algún momento daría mi primer beso, una curiosidad gigante me daba de solo pensar en eso, talvez, jamás le guste a alguien.
No debería pensar en eso, ¡hay millones de personas, de seguro hay alguien que sienta algo por mi!
Le abrí la puerta a mi acompañante, sintiendo el sonidillo de la campana sobre nosotros, el olor a café y vainilla hizo que me derritiera sobre mis piernas y quisiera recostarme pronto en uno de los asientos.
— ¿sabes que vas a pedir? —me pregunto tomando el menú entre sus manos.
— pide tu por mi. — susurre, recostando mi cabeza.
Los minutos habían pasado y ya teníamos las tazas frente nosotros, el olor que ambos desprendían me hacían querer quedarme todo el día junto a ella en esta cafetería, pidiendo café tras café.
— ¡auch! esta caliente. — murmuró tocando su lengua.
— iré a buscar agua fría. — dije.
Sonrió levemente intentando calmar su dolor, rápidamente me levante y camine hasta la barra donde atendían.
— ¿¡Hola!? — eleve la voz intentando llamar la atención.
La barra estaba vacía, las máquinas estaban apagadas y no había nadie en la fila, ¿estarían en descanso?
Pegue un pequeño salto al sentir el fuerte ruido de la puerta abrirse tras el mostrador, una muchacha de espaldas salía de allí acomodando su gorra en su cabello.
— lamento la demora, ¿qué se le ofrece? — dijo, pasando un mechón de cabello tras su oreja.
Hiba a responderle, pero me distraje en su rostro, era la mujer más hermosa que pude haber visto. Tenía su cabello color castaño, su piel era pálida y tenía sus mejillas algo rellenas, sus labios eran delgados y color rosa, era sumamente bella.
— oh... —titubee mirando hacia otros lados. — ¿me da unas servilletas?
La joven asintió con una pequeña sonrisa y volteó hasta encontrar con su mano las servilletas, tomó entre sus dedos algunas y me las alcanzo.
— muchas gracias. — murmure como pude.
Corrí rápidamente hasta la mesa nuevamente y le entregué las servilletas, sin poder dejar de mirar a la castaña desde mi lugar.
— ¿Pará qué traes servilletas? — soltó seo tomandolas entre sus dedos.
— eso me pediste. —respondí.
— ¡Pedí agua, Taeyoung! — elevó su voz. — ¡nisiquiera las pedí!
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