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𝕷a ceremonia había terminado, y yo había limpiado mi cara de cualquier rastro de lágrimas, aunque el calor en mi rostro indicaba que mis mejillas estaban de un irremediable color rojo.
Lo que Rigel me había dicho podría ser cierto, pero como hombre mi deber era ser fuerte, no mostrar tanta debilidad... Y era algo agotador, pero había que hacerlo.
Así que cuando salí del invernadero dejé a Rigel atrás sin mediar palabra y me dirigí a la salida, al menos no estaba obligado a hablar con nadie más que mis amigos cercanos, aunque antes de poder llegar a ellos me encontré con Leana, la prometida de Richard, vestida de negro y con un pañuelo acallando por poco sus sollozos. Sus suaves y humedecidos ojos avellana me miraron con una tristeza que me estrujó el corazón: Ella era la más cercana a entender todo mi dolor.
—Querido Ashton, sé que podría considerarse descortés que me atreva a acercarme a ti ahora, pero... —contuvo un sollozo y desvió la mirada—Necesitaba hablar con alguien que comprendiera lo que siento, y quiero también asegurarte que no estás solo en tu duelo. Tu hermano, mi amado Richard, es alguien a quién nunca podría olvidar, y espero que él y toda vuestra familia pueda descansar sin dolor ni sufrimiento en el cielo, donde pertenecen.
—Gracias, señorita Acker... Y le aseguro que no es molesta su presencia, todo lo contrario, yo también la considero una segura entendedora de mi sufrimiento, de hecho...—rebusqué en mi bolsillo hasta que lo encontré y se lo mostré: Había pedido a Bastien que me consiguiera el más delicado relicario de plata para dejar en él un rizo del cabello de Richard y así dárselo a su amada—Creo que esto le pertenece a usted.
Ella soltó un gemido ahogado y me miró con asombro para luego mirar al relicario, se le cayó el pañuelo, rompió en llanto y lo recibió con ambas manos con la delicadeza que una dama como ella debía de tener. Hubiera sido muy feliz de ver los que pudieron ser una vez mis sobrinos, ahora ambos nos quedaríamos con el sueño vacío del "pudo ser".
Entonces el hermano de Leana llegó, ella había roto la regla de quedarse con un hombre sin compañía de su familia. Le ayudé a recoger su pañuelo y ella me regaló una débil sonrisa.
—Muchas gracias, Ashton... Debo irme ahora, mi padre podría enojarse, pero... fue un verdadero gusto verlo, espero que podamos seguir en contacto a pesar de los pesares, porque ahora usted parece ser mi único amigo.
—Por supuesto. Le escribiré cuando sea posible.
Dicho ello llegó hasta su hermano, se agarró de su brazo y se fueron caminando. Fue entonces que pude ir por mis amigos, ellos se hallaban frente a la mansión revisando que los carruajes estuvieran en orden. Y así los acompañé, mientras esperábamos que los caballos cabalgaran hasta que la madera de sus vehículos se perdiera en la neblina causada por la lluvia que comenzó a caer.
Al menos la lluvia significaba que las almas de mi familia realmente irían al cielo. Me resguardé bajo el paraguas de Harley, y él me rodeó con un brazo en un abrazo incompleto que aun así me reconfortó. Mantuvimos silencio hasta que el último invitado dejó la mansión.
—¿Qué tal estás?—preguntó Harley con su característica voz suave—Es decir, ¿estás bien con compañía o prefieres que nos vayamos?
—La verdad no estoy seguro de qué querer ahora...—respondí sin ocultar mi pesadumbre, con ellos no era capaz de guardar las apariencias, habría sido inútil.
—No te preocupes por eso, si necesitas desahogarte hazlo.—dijo Caeden, mirándome desde su puesto con comprensión.
—Pero sería preferible ir adentro, está empezando a hacer más frío...—sugirió Sigmund tras toser y encogerse más en su sombrilla. Su salud siempre había sido la más débil de entre los cinco.
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𝐋𝐚 𝐦𝐚𝐥𝐝𝐢𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐦𝐚𝐧𝐬𝐢𝐨́𝐧 𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤𝐛𝐮𝐫𝐧.
RomanceAshton Blackburn, heredero de su familia, lo perdió todo a su mayoría de edad. Y al mismo tiempo recuperó lo más preciado que le habían quitado tiempo atrás. Ahora debe decidir si enamorarse o no, sin saber que eso podría ser su perdición.