«El terror recorre Fremont»
Ese era el titular de prácticamente todos los periódicos de Fremont, California. La ola de asesinatos de adolescentes en el instituto St. Diana había revolucionado a la población. Nadie sabía quien podría ser el próximo en dormir para siempre en la caja de pino. Lo más curioso es que la asesina serial, que ya había sido apodada como Signer Killer o con el acrónimo de éste, S.K.; no había dejado pista alguna. Ni una huella, ni un mechón de pelo, ni material de cualquier tipo, nada. Lo que más destacaba de S.K. era su forma de matar, una forma de tortura desconocida pero no por eso menos brutal. Los forenses y demás no daban mucha información, pero si se sabía que Fremont se encontraba frente a una de las peores asesinas de la historia de EE.UU conocidas hasta el momento.
Por su parte Charlene estaba tan tranquila, le gustaba ese nuevo sobrenombre suyo, S.K., era mil veces mejor que "Empollona-come-mocos", "Oveja Negra" o "Gafotas" y otros muchos más que había ido acumulando con el paso de los años. Amaba Signer Killer (traducido al español como asesina firmante), pensaba que encajaba a la perfección con el morbo que acompañaba a sus asesinatos. Nunca pensó que a pesar de mantenerse en el anonimáto fuese a triunfar tanto, estaba eufórica por dentro, pese que por fuera aparentaba "tristeza", "miedo" y "un nerviosismo normal en una adolescente tan frágil como ella". Debía guardar precauciones para que la torre de piezas de dominó no se derrumbase.
Al contrario que en otras ocasiones hoy Charlene estaba deseosa de ir al instituto, ansiaba ver las caras de pánico de sus compañeros y escuchar de primera mano la opinión que tenía la gente sobre ella, o más bien sobre S.K.. No le importaban las burlas, porque en el fondo sabía que era una forma de desahogo frente a la enorme presión que sufrían últimamente los estudiantes de todo Fremont, o para ser más específicos, de St. Diana. No podía sentirse más orgullosa de si misma.
— ¿Qué crees que dirá sobre mi el corrillo popular?
— Dirá lo mismo que dice todo el mundo, que están muertos de pánico y que no quieren morir jóvenes. Como si al mundo le importase que una panda de idiotas descerebrados muriesen.
— Por desgracia medio mundo está formado por idiotas descerebrados, así que lo más seguro es que se conformen con llorar la "pérdida" de semejantes figuras.
— Ahí no puedo mas que darte la razón, pero bueno, lo importante es crear el caos, y lo estás consiguiendo, ¿no? Mientras que tu objetivo se cumpla, ¿qué más da lo qie piensen una panda de bobalicones?
— Cierto, muy cierto querido amigo.— Charlene se estiró en la silla de su escritorio y apagó la luz del flexo. Agarró su mochila, se la colgó del hombro y se fue al instituto, a esperas de un magnífico día plagado de incertidumbre, terror e inseguridades. Le alegraba mucho que por una vez no fuese ella quien padeciese esos síntomas.
Una vez en el instituto, Charlene pudo confirmar sus sospechas, los pasillos estaban inundados de inseguridad. La gente estaba menos receptiva, y la desconfianza reinaba por completo. Nadie sabía cuando podía aparecer Signer Killer y matarlos a todos. A penas unas semanas y S.K. ya era como una especie de Supermán, pero maligno y en mujer. Algunos bromistas ya habían inventado leyendas como que si escribías con tu sangre cinco veces Signer Killer en la pared de tu cuarto, S.K. venía y te cortaba las venas. Igual que eso muchos otros mitos de toda clase circulaban de boca en boca entre los estudiantes. Cada vez que Charlene pasaba al lado de una persona y le escuchaba decir alguno de esos rumores se le escapaba una risilla. ¿Cómo podía ser la gente tan tonta como para creerse eso? En fin, eso tampoco importaba demasiado; y todavía le importaba menos cuando descubría que esos mitos no habían salido de la boca de los populares. Eso le confirmaba que estaban tan aterrados que temían inventar rumores sobre S.K. y que ésta les asesinase por ello. Ni siquiera los más valientes del corrillo se habían atrevido a hacer burlas sobre Signer Killer. Pobres de ellos al desconocer que no por no hacer burlas de S.K. se iban a librar de su castigo; eso Charlene lo sabía muy bien.
En frente de la puerta del aula de matemáticas estaba reunida la panda de populares. El notable descenso de personas que conformaban el grupo resultaba sorprendente, pero no era de extrañar sabiendo de las recientes muertes de Mindy y Agatha. En el centro de un semicírculo de personas estaba situado Johan, que hablaba con seriedad sobre el asunto de Signer Killer. Al igual que el resto él también estaba preocupado de que ya no dos, sino tres personas tan cercanas a él hubiesen sido asesinadas. Se le notaba el nerviosismo a kilómetros, sus gestos desconfiados y su cara de preocupación le delataban.
Charlene se dirigió a su taquilla para coger su archivador y su libreta de apuntes, cogió un recambio nuevo de hojas y aspiró el olor a nuevo, le encantaba el olor a nuevo del material escolar. Se giró para dirigirse al aula de Audiovisuales antes de que sonase el timbre y se chocó con alguien que iba en dirección contraria a la suya. Ese alguien resultó ser Johan. Quizá porque no estaba de humor o porque no quería llegar tarde a clases éste la ignoró, dirigiéndose a ella con un simple «Charlene...». Acto seguido el archivador y el recambio que ella tenía cogidos se le cayeron, y lo normal hubiera sido que Johan lo ignorase y pisotease sus cosas. Eso habría sido lo normal. Pero una vez más hoy no era un día normal, lo cual causó que Johan se agachase a recoger las cosas de Charlene y se las devolviese como si nada, dedicándole una sonrisa. Charlene le devolvió la sonrisa, fijándose en su sincera mirada. Dos canicas verdes que le prometían lo mejor, dos ojos verdes que la salvarían de lo peor en un futuro próximo, igual que lo habían hecho antes en un día lluvioso depués de las clases de violín. El odio entre ambos comenzaba a disiparse, igual que el maquillaje barato cuando entra en contacto con el agua.
Una sonrisa y una mirada sincera entre ambos que indicaba el comienzo de algo grande.
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Asesina
Mystery / ThrillerCharlene Manson es una nerd, odiada y repudiada por todos. En su instituto todos la ignoran como si fuese invisible, y los que le hacen caso es solo para molestarla, insultarla e incluso agredirla. Pero un día Charlene pierde la paciencia y con ell...