Capítulo 1

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El despertador de Charlene comienzó a sonar y ésta lo apagó de un manotazo. Se levantó y se vistió con la misma ropa de siempre: su sudadera verde y sus vaqueros azules, junto con sus ya desgastadas zapatillas deportivas. En otro día normal esto habría deprimido en gordo a Charlene, pero hoy no era un día normal, así que no le importó.

Fue a su aparador a intentar domar su negro y rizado pelo, que parecía un nido de pájaros y en muchas ocasiones había sido motivo de burlas para la gente de su instituto. Pero eso hoy daba igual.

Se puso sus gafas y fue a desayunar, y un día más su tostadora no iba e hizo que se le quemase el pan. Genial, ahora apestaba a quemado. Una mueca de fastidio cruzó su cara, pero pronto cambió a una forzada sonrisa que daba casi miedo, hacía mucho que había aprendido a "sonreír" así. Desde hace 11 años y 3 meses para ser más exactos. Y es que ya desde bien pequeña había tenido que llevar gafas, y aparato, y ser increíblemente lista, cosa que había producido envidia y odio a partes iguales entre sus compañeros ya a muy temprana edad. Pero eso iba a cambiar.

Se despidió de su madre, saludó la foto de su padre y salió por la puerta, exponiéndose a la cruel y dura realidad, y cruzándose muy para su desgracia con Agatha Yellow, una de las lame-culos de Mindy. Y una de sus mayores enemigas. Tragó saliva y trato de ignorarla, pero Agatha no tardó en escupir veneno por su boca de víbora.

─ ¿Cómo es qué no vas de luto después de la trágica muerte de Mindy? ¿Es que acaso no lo sientes? Ah, cierto lo olvidaba, que tú no puedes sentir nada, cacho de trapo.

─ Trágate tus insultos, Agatha. Si no voy de negro no es porque no lo sienta, si no porque no quiero, yo no me tiño de negro por el fallecimiento de una persona que siempre me ha marginado.

─ ¿Seguro que lo de no ir de luto no es por qué eres tan pobre que no tienes dinero suficiente para comprarte ropa nueva? ¿Ni si quiera para un modelito sencillo? Aunque bueno, que digo, mejor que no te pongas un vestido, no vaya ser que te de demasiado la luz de sol en la piel y te quemes, chupa-sangre.

─ Que graciosa que eres Agatha, me parto contigo. De todos modos si realmente fuese una vampira y me desintegrase por la luz, ¿acaso te iba a dar pena?

─ Pues mira, por primera vez en tu miserable vida tienes razón. No iba a sentir lástima alguna, pero bueno, no sería la única a la que el fin de tu existencia le pareciese una nimiedad, e incluso hay algunos que pensarían que es un gran alivio, mira por donde iban a pensar en ti más de lo que habrían pensado nunca, curioso ¿verdad?

Agatha soltó un risilla malévola y se fue al doblar la esquina, hasta llegar al parque donde todos los seguidores de Mindy se lamentaban de la "gran" pérdida y decían lo bonita que era. A Charlene le daban arcadas.

Al fin llegó la hora de entrar a clase, a Charlene le alegraba que el resto llegasen tarde porque así no tendría que cruzarse con ellos por los pasillos. Entró en el aula de matemáticas, su asignatura preferida.

Llegó la hora del patio, el momento preferido del día de un estudiante, lástima que Charlene no pensara lo mismo. Ahora no solo tendría que tragarse los insultos del resto, sino que se pasaría el día entero oyendo hablar de la estúpida Mindy, ¿es qué ni siquiera muerta la iba a dejar en paz? Suspiró, aquello se les acabaría olvidando y entoces esa piedra de su camino llamada Mindy desaparecerá para siempre.

Cuando empezaba a recuperarse de su lapso, llegó el que faltaba, el estúpidamente arrogante Johan Miller. Miller, el típico chico al que todas querían y que de ser su novia, te asegurarías el trono de la popularidad. Johan, el capitán del equipo de fútbol, el atlético, el guaperas, pero también el más cruel y posiblemente la persona que más daño había hecho a Charlene en su vida. Él esbozó una sonrisa de suficiencia y la miró con desprecio.

─ Vaya, ¿por qué no te podrías haber muerto tú en lugar de Mindy?

Sus palabras se clavaron en Charlene como cuchillos, pero eso no quería decir que ella se fuese a quedar de brazos cruzados.

─ No lo sé, hay muchas preguntas sin respuestas en este mundo, por ejemplo, ¿cómo es qué tú eres tan rematádamente estúpido y yo tan increíblemente lista?

─ Al menos yo no apesto todo lo que toco, Mofeta.

─ Pues entonces apártate de mi, no vaya ser que te atufe y estropeé tu fragancia a colonia barata.

Dicho esto, todos los allí presentes soltaron un sonoro "Uuuuh" en muestra de desprecio y de reto al mismo tiempo. Pero Charlene no era tan estúpida, no iba a aceptar seguir con esa guerra, no iba a entrar en su juego. Pero antes de desaparecer de ahí, Johan le dijo algo que se le quedaría clavado en la memoria hasta el fin de sus días.

─ Nos las volveremos a ver Charlene, muy pronto, ya lo verás. Y ese día ya no te creerás tan lista...

AsesinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora