Capítulo 12

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Amanecía en Fremont, al fin el sol se despertaba de su larga siesta y abría camino a la luz de un nuevo día. Charlene se sentía de buen humor, la lista estaba casi completada y todo parecía salir como esperaba. Ella sería feliz para siempre, ya no habría nadie que la molestase nunca más; daría un gran paso en su vida, una metamorfosis, la oruga triste y medio muerta se transformaría en una mariposa de vuelo libre. Asumiendo todo esto, Charlene se dirigió a su instituto dispuesta a afrontar un nuevo día pero ya no como una empollona con pelos de oveja negra, sino como la espléndida novia de Johan Miller. Ahora sabía como se sentían las Top Models y las Miss Universo cuando pescaban a un millonario ingénuo y se aprovechaban de su riqueza y fama. 

Las puertas del instituto St. Diana la recibieron como si fuese un ángel a entradas del paraíso. Lo que no se esperó ver ahí delante queriéndola recibir igualmente es a un grupo de policías e inspectores. ¿Desde cuándo habían policías en las puertas del paraíso? Charlene tragó saliva, tenía que seguir manteniendo su figura de ángel para no destapar sus cuernos de diablo. ¿Qué haría esa gente ahí? ¿Acaso no había investigado ya lo suficiente? Cuando decidió tranquilizarse un poco logró divisar una respuesta: estaba claro que nadie iba a hacer caso a la antigua Charlene, que vivía marginada y rodeada de soledad, pero ahora que la popularidad giraba entorno a ella no había forma alguna de ocultarse. ¿Habría caído en su propia trampa? No, era demasiado orgullosa como para reconocer tal error. Al estar sumergida en su propio mar de pensamientos no se dio cuenta de que un inspector se dirigía hacia ella con paso firme, solo cuando comenzó a hablarle se dio cuenta de que estaba allí.

— ¿De qué conocía usted a los fallecidos?— Charlene reaccionó de repente y a penas pareció comprender la pregunta.

— Eh... yo...

— Sabemos que es usted una de las personas más conocidas en este instituto, al igual que sabemos que este ascenso a la popularidad comenzó a suceder poco tiempo después de la muerte de algunas de las víctimas, como Mindy Bruce o Agatha Yellow. ¿No me irá a decir que no sabía de su existencia teniendo en cuenta que ellas ocupaban prácticamente el mismo puesto que ocupa usted ahora, verdad?— El inspector era una persona inteligente, agh, ¿por qué tenía que tocarle el único inspector competente de Fremont a ella? Aspiró hondo y decidió que no perder la compostura era lo mejor que podía hacer en ese momento.

— Es cierto que sabía de su existencia, ellas eran verdaderamente populares, al igual que soy consciente de que mi ascenso a la popularidad como usted lo llama comenzó a suceder poco después de sus muertes. Pero por supuesto eso es pura casualidad, nunca habría querido hacer daño a mis predecesoras.

— Nadie ha dicho lo contrario... En fin, ¿ha tenido usted alguna rencilla con alguna de las víctimas poco tiempo antes de sus muertes?— Charlene apretó el puño, iba a ser difícil responder a esto sin sonar sospechosa.

— Bueno, como todo el mundo es imposible vivir sin tener algún tipo de riña de vez en cuando, ya sabe, lo típico entre amigas y tal.

— ¿Podría especificar de qué clase de riña estamos hablando?— La cansinez del inspector la estaba poniendo de los nervios.

— Bueno, algún insulto, reproches y esas cosas...— El inspector frunció el ceño, no estaba sacando nada en claro. Comprendió que debía pasar a otro asunto.

— ¿Qué estuvo haciendo ayer por la noche, a las 20:56, hora en la que se halló el cuerpo sin vida de Sarah Link?

— Estuve en mi casa, estudiando, y luego vino mi novio y estuvimos un rato juntos.

— Hmp, que típico suena todo eso. ¿Tiene algún testigo de lo que dice?

— Por supuesto, puedo llamar a Johan, mi novio, para que se lo confirme.— El inspector asintió y acto seguido Charlene le hizo una seña a Johan para que fuese donde estaba.— ¿Verdad que anoche estuvimos juntos en mi casa, Johan?

— Ah si, aunque de no haber estado tan cansada como estabas me habría quedado un rato más.

— ¿Estaba usted cansada por los estudios, señorita?

— Si, bueno, era un exámen muy importante...

— Bueno, es raro que alguien acostumbrado a sacar dieces sin a penas esfuerzo se agote hasta el punto de pedir a su novio que se vaya de su casa por un exámen.

— Oh, es que Charlene es una chica muy atareada.

— ¿Atareada?— Si hubiese podido Charlene habría estrangulado a Johan en ese mismo instante, ¡¡iba a tirarlo todo al traste!!

— ¡Si! Cuando no tiene que estudiar va a clases de violín y cuando no se ofrece de voluntaria en la biblioteca para ayudar en la organización de libros.— Johan estaba tirando por la borda todas sus bien buscadas tapaderas para cometer crímenes, y las estaba tirando delante de la única persona que era capaz de repescar todas esas tapaderas y meter a Charlene en prisión por ello.

— Pues si que está atareada, si...— El inspector no parecía muy convencido.

— Bueno, yo creo que debería entrar ya al instituto, se me va a hacer tarde...

— Está bien, está claro que no se le puede exigir a una persona tan estudiosa perder tiempo de sus clases. Usted también debería ir a clases, ¿no, Johan Miller?

— ¡Anda es verdad, las clases! Lo siento, es que hay veces que olvido que el instituto está para aprender y todo eso.— dijo soltando una estúpida carcajada. Acto seguido dio un beso en la mejilla a Charlene y se despidió con la mano del inspector. Este puso una cara de desagrado y se giró hacia Charlene para soltarle:

— No entiendo que le veis las jóvenes de hoy de atractivo a idiotas como esos, estoy empezando a perder la poca fé que me quedaba en la humanidad...—Suspiró y se fue por donde había venido.

Yo tampoco lo entiendo...

— ¡Tú te callas! — gritó Charlene mandando a callar a su en muchas ocasiones impertinente amigo.

Se dirigió a las clases con un solo pensamiento en la cabeza: si pretendía terminar con todo de una vez y dar el paso de oruga a mariposa debía hacerlo rápido o su camino se llenaría de baches cada vez más difíciles de esquivar. No permitiría que una señal de stop con forma de inspector arrugado la detuviese en su camino hacia la gloria.

AsesinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora